
Hace meses, al hilo del recorte del presupuesto de ciencia, preparé una gráfica con la inversión en I+D de distintos países. Hoy traigo una continuación.
La gráfica muestra la fuerte correlación que existe entre la riqueza por persona de un país y su esfuerzo en I+D, entendiendo por esfuerzo el porcentaje de su riqueza que se dedica investigación.
Nota: la gráfica es ligeramente interactiva, puedes hacer clic en los botones, para ello vaya a la siguiente enlace: ensilicio.com
Nadie se sorprendería de que los ricos gasten más, pero la gráfica dice otra cosa: los países más ricos dedican un porcentaje mayor de su riqueza a la ciencia. No más dinero, sino mucho más dinero.
El porqué de la correlación
La causalidad, de existir, podría darse en dos sentidos: o «la ciencia enriquece a los países» o «los países ricos invierten en ciencia». Yo diría que se da en ambas direcciones: los países ricos invierten en ciencia porque creen, o saben, que eso los va a hacer a enriquecer.
¿Por qué no hacen lo mismo países más pobres? Se me ocurren dos razones: (a) tienen necesidades más urgentes que atender, o (b) creen, o saben, que en su situación una mayor inversión en ciencia no sería rentable.
Los países que apuestan por la ciencia
Los países que dedican un porcentaje mayor de sus recursos a investigación son Suecia, Finlandia, Japón y Suiza, seguidos de EEUU y Alemania, Austria y Dinamarca. Sin sorpresas.
Más interesante es ver qué países hacen un esfuerzo superior a lo normal dado su producto interior bruto per cápita:
- De los «ricos»: Japón, Suecia, Finlandia, EEUU y Alemania.
- De los «pobres»: Rep. Checa, Estonia, Eslovenia, Hungría y Turquia.
Estos son países con una apuesta estratégica en ciencia e I+D. Los «ricos» son líderes en investigación; los «pobres» son países que parecen haber apostado por la industrialización como vía de convergencia a la Unión Europea.
Conclusión
España se ha enriquecido en las últimas décadas, pero la inversión en investigación no ha crecido al mismo ritmo. Quizás nuestro modelo de crecimiento no la demandaba y nos falto visión para pensar en el futuro.
Hoy, ese modelo parece agotado, y se habla a diario de la necesidad de ganar en productividad vía formación, valor añadido, ciencia e innovación. Pero en un contexto de crisis profunda, implementar esas políticas es difícil: lo urgente manda y los recursos se agotan.
Es un problema de momento, de llegar tarde. Y mira que lo llaman inversión precisamente para dejarlo claro: se trata de una renuncia hoy a cambio de un beneficio futuro.
Quizás si hubiéramos renunciado a ciertas cosas, hoy disfrutaríamos de los beneficios de una apuesta temprana por la ciencia, la tecnología, el desarrollo y la innovación. Quizás.
Fuente: ensilicio.com