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El Amor Romántico como utopía emocional de la posmodernidad

septiembre 25, 2013 by Ssociólogos 31 Comments

El amor en la posmodernidad es una utopía colectiva que se expresa en y sobre los cuerpos y los sentimientos de las personas, y que, lejos de ser un instrumento de liberación colectiva, sirve como anestesiante social.

El amor hoy es un producto cultural de consumo que calma la sed de emociones y entretiene a las audiencias. Alrededor del amor ha surgido toda una industria y un estilo de vida que fomenta lo que H.D. Lawrence llamó “egoísmo a dúo”, una forma de relación basada en la dependencia, la búsqueda de seguridad, necesidad del otro, la renuncia a la interdependencia personal, la ausencia de libertad, celos, rutina, adscripción irreflexiva a las convenciones sociales, el enclaustramiento mutuo…

Este enclaustramiento de parejas propicia el conformismo, el viraje ideológico a posiciones más conservadoras, la despolitización y el vaciamiento del espacio social, con notables consecuencias para las democracias occidentales y para la vida de las personas. Las redes de cooperación y ayuda entre los grupos se han debilitado o han desaparecido como consecuencia del individualismo y ha aumentado el número de hogares monoparentales. La gente dispone de poco tiempo de ocio para crear redes sociales en la calle, y el anonimato es el modus vivendi de la ciudad: un caldo de cultivo, pues, ideal para las uniones de dos en dos (a ser posible monogámicas y heterosexuales).

De este modo, nos atrevemos a afirmar que los modelos de relación erótica y amorosa de la cultura de masas están basadas en la ideología del “sálvese quién pueda”. Mucha gente se queja de que los amores posmodernos son superficiales, rápidos e intensos, como la vida en las grandes urbes. Es cada vez más común el enamoramiento fugaz, y pareciera que las personas, más que lograr la fusión, lo que hacen es “chocar” entre sí.

Creo, coincidiendo con Erich Fromm, que a pesar de que el anhelo de enamorarse es muy común, en realidad el amor es un fenómeno relativamente poco frecuente en nuestras sociedades actuales: “La gente capaz de amar, en el sistema actual, constituye por fuerza la excepción; el amor es inevitablemente un fenómeno marginal en la sociedad actual”. Y lo es porque el amor requiere grandes dosis de apertura de uno mismo, de entrega, generosidad, sinceridad, comunicación, honestidad, capacidad de altruismo, que chocan con la realidad de las relaciones entre los hombres y las mujeres posmodernas.

Por eso creo que el amor, más que una realidad, es una utopía emocional de un mundo hambriento de emociones fuertes e intensas. En la posmodernidad existe un deseo de permanecer entretenido continuamente; probablemente la vida tediosa y mecanizada exacerba estas necesidades evasivas y escapistas. Esta utopía emocional individualizada surge además en lo que Lasch denomina la era del narcisismo; en ella las relaciones se basan en el egoísmo y el egocentrismo del individuo.

Las relaciones superficiales que establecen a menudo las personas se basan en una idealización del otro que luego se diluye como un espejismo. En realidad, las personas a menudo no aman a la otra persona por como es, en toda su complejidad, con sus defectos y virtudes, sino más bien por cómo querría que fuese. El amor es así un fenómeno de idealización de la otra persona que conlleva una frustración; cuanto mayores son las expectativas, más grande es el desencanto.

El amor romántico se adapta al individualismo porque no incluye a terceros, ni a grupos, se contempla siempre en uniones de dos personas que se bastan y se sobran para hacerse felices el uno al otro. Esto es bueno para que la democracia y el capitalismo se perpetúen, porque de algún modo se evitan movimientos sociales amorosos de carácter masivo que podrían desestabilizar el statu quo. Por esto en los medios de comunicación de masas, en la publicidad, en la ficción y en la información nunca se habla de un “nosotros” colectivo, sino de un “tú y yo para siempre”. El amor se canaliza hacia la individualidad porque, como bien sabe el poder, es una fuerza energética muy poderosa. Jesús y Gandhi expandieron la idea del amor como modo de relacionarse con la naturaleza, con las personas y las cosas, y tuvieron que sufrir las consecuencias de la represión que el poder ejerció sobre ellos.

El amor constituye una realidad utópica porque choca con la realidad del día a día, normalmente monótona y rutinaria para la mayor parte de la Humanidad. Las industrias culturales actuales ofrecen una cantidad inmensa de realidades paralelas en forma de narraciones a un público hambriento de emociones que demanda intensidad, sueños, distracción y entretenimiento. Las idealizaciones amorosas, en forma de novela, obra de teatro, soap opera, reality show, concurso, canciones, etc. son un modo de evasión y una vía para trascender la realidad porque se sitúa como por encima de ella, o más bien porque actúa de trasfondo, distorsionando, enriqueciendo, transformando la realidad cotidiana.

Necesitamos enamorarnos del mismo modo que necesitamos rezar, leer, bailar, navegar, ver una película o jugar durante horas: porque necesitamos trascender nuestro “aquí y ahora”, y este proceso en ocasiones es adictivo. Fusionar nuestra realidad con la realidad de otra persona es un proceso fascinante o, en términos narrativos, maravilloso, porque se unen dos biografías que hasta entonces habían vivido separadas, y se desea que esa unión sitúe a los enamorados en una realidad idealizada, situada más allá de la realidad propiamente dicha, y alejada de la contingencia. Por eso el amor es para los enamorados como una isla o una burbuja, un refugio o un lugar exótico, una droga, una fiesta, una película o un paraíso: siempre se narran las historias amorosas como situadas en lugares excepcionales, en contextos especiales, como suspendidas en el espacio y el tiempo. El amor en este sentido se vive como algo extraordinario, un suceso excepcional que cambia mágicamente la relación de las personas con su entorno y consigo mismas.

Sin embargo, este choque entre el amor ideal y la realidad pura se vive, a menudo, como una tragedia. Las expectativas y la idealización de una persona o del sentimiento amoroso son fuente de un sufrimiento excepcional para el ser humano, porque la realidad frente a la mitificación genera frustración y dolor. Y, como admite Freud (1970), “jamás nos hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos; jamás somos tan desamparadamente infelices como cuando hemos perdido el objeto amado o su amor”.

Quizás la característica más importante de esta utopía emocional reside en que atenúa la angustia existencial, porque en la posmodernidad la libertad da miedo, el sentido se ha derrumbado, las verdades se fragmentan, y todo se relativiza. Mientras decaen los grandes sistemas religiosos y los bloques ideológicos como el anarquismo y el comunismo, el amor, en cambio, se ha erigido en una solución total al problema de la existencia, el vacío y la falta de sentido.

Otro rasgo del amor romántico en la actualidad es que en él confluyen las dos grandes contradicciones de los urbanitas posmodernos: queremos ser libres y autónomos, pero precisamos del cariño, el afecto y la ayuda de los demás. El ser humano necesita relacionarse sexual y afectivamente con sus semejantes, pero también anhela la libertad, así que la contradicción es continua, y responde a lo que he denominado la insatisfacción permanente, un estado de inconformismo continuo por el que no valoramos lo que tenemos, y deseamos siempre lo que no tenemos, de manera que nunca estamos satisfechos. A los seres humanos nos cuesta hacernos a la idea de que no se puede tener todo a la vez, pero lo queremos todo y ya: seguridad y emoción, estabilidad y drama, euforia y rutina.

La insatisfacción permanente es un proceso que nos hace vivir la vida en el futuro, y no nos permite disfrutar del presente; en él se aúna esa contradicción entre idealización y desencanto que se da en el amor posmoderno, porque la nota común es desear a la amada o el amado inaccesible, y no poder corresponder a los que nos aman. La clave está en el deseo, que muere con su realización y se mantiene vivo con la imposibilidad.

Si la primera contradicción amorosa posmoderna reside fundamentalmente en el deseo de libertad y de exclusividad, la segunda reside en la ansiada igualdad entre mujeres y hombres. Por un lado, la revolución feminista de los 70 logró importantes avances en el ámbito político, económico y social; por otro, podemos afirmar que el patriarcado aún goza de buena salud en su dimensión simbólica y emocional.

En algunos países las leyes han logrado llevar las reivindicaciones de los feminismos a la realidad social, pese a que la crisis económica nos aleja aún más de la paridad y la igualdad de mujeres y hombres en el seno de las democracias occidentales. Además de esta ansiada igualdad legal, política y económica, tenemos que empezar a trabajar también el mundo de las emociones y los sentimientos. El patriarcado se arraiga aún con fuerza en nuestra cultura, porque los cuentos que nos cuentan son los de siempre, con ligeras variaciones. Las representaciones simbólicas siguen impregnadas de estereotipos que no liberan a las personas, sino que las constriñen; los modelos que nos ofrecen siguen siendo desiguales, diferentes y complementarios, y nos seguimos tragando el mito de la media naranja y el de la eternidad del amor romántico, que se ha convertido en una utopía emocional colectiva impregnada de mitos patriarcales.

Algunos de ellos siguen presentes en nuestras estructuras emocionales, configuran nuestras metas y anhelos, seguimos idealizando y decepcionándonos, y mientras los relatos siguen reproduciendo el mito de la princesa en su castillo (la mujer buena, la madre, la santa,) y el mito del príncipe azul (valiente a la vez que romántico, poderoso a la par que tierno). Muchos hombres han sufrido por no poder amar a mujeres poderosas; sencillamente porque no encajan en el mito de la princesa sumisa y porque esto conlleva un miedo profundo a ser traicionados, absorbidos, dominados o abandonados.Los mitos femeninos han sido dañinos para los hombres porque al dividir a las mujeres en dos grupos (las buenas y las malas), perpetúan la deigualdad y el miedo que los hombres sienten hacia las mujeres. Este miedo aumenta su necesidad de dominarlas; el imaginario colectivo está repleto de mujeres pecadoras y desobedientes (Eva, Lilith, Pandora), mujeres poderosas y temibles (Carmen, Salomé, Lulú), perversas o demoníacas (las harpías, las amazonas, las gorgonas, las parcas, las moiras).

Paralelamente, multitud de mujeres han besado sapos con la esperanza de hallar al hombre perfecto: sano, joven, sexualmente potente, tierno, guapo, inteligente, sensible, viril, culto, y rico en recursos de todo tipo. El príncipe azul es un mito que ha aumentado la sujeción de la mujer al varón, al poner en otra persona las manos de su destino vital. Este héroe ha distorsionado la imagen masculina, engrandeciéndola, y creando innumerables frustraciones en las mujeres. El príncipe azul, cuando aparece, conlleva otro mito pernicioso: el amor verdadero junto al hombre ideal que las haga felices.

Pese a estos sueños de armonía y felicidad eterna, las luchas de poder entre hombres y mujeres siguen siendo el principal escollo a la hora de relacionarse libre e igualitariamente en nuestras sociedades posmodernas; por ello es necesario  seguir luchando por la igualdad, derribar estereotipos, destrozar los modelos tradicionales, subvertir los roles, inventarnos otros cuentos y aprender a querernos más allá de las etiquetas.

Artículo de Coral Herrera Gómez , autora del Blog El rincon de Haika, visto en entretantomagazine.com

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Filed Under: Artículos/Noticias, Cultura/Valores, Filosofía Tagged With: amor romántico, amores posmodernos, anestesiante social, egocentrismo, egoísmo, fenómeno de idealización, posmodernidad, utopía emocional

Reader Interactions

Comments

  1. Joaquín Ágreda says

    septiembre 25, 2013 at 7:11 pm

    Normalmente se leen grandes artículos en este blog. No es el caso, pero se agradece el ratito de risas.

    Responder
    • Nat says

      diciembre 29, 2016 at 6:21 pm

      Totalmente de acuerdo.

      Responder
    • Silvia Cristina Travi says

      mayo 13, 2017 at 1:58 am

      No creo que esté bien estudiado el tema que, por otro lado, es muy difícil..Me quedé con la impresión de que la autora dice una cosa y de inmediato lo contrario. No hay organización en el tratamiento del asunto.

      Responder
    • Isa says

      mayo 15, 2017 at 1:07 pm

      Creo que si seguimos con los elitismo intelectuales…no podremos abrirnos a perspectivas nuevas. Quizás hay contradicciones en el texto y podría haberse expuesto de una forma más clara y ordenada, no lo dudo, pero hay conceptos que sirven para el debate y es una aportación con buenas intenciones que no cae en las culpabilizaciones de género. Si el trabajo de otra persona te da risa porque no es perfecto y no está a la altura de los grandes pensadores racionales…a lo mejor estamos reproduciendo ciertas formas de elitismo académico. Más reírse de uno mismo y menos del trabajo de los demás 😉

      Responder
      • luisa herrera says

        mayo 17, 2017 at 3:08 pm

        Gracias por tu comentario

        Responder
    • Pattty says

      mayo 16, 2017 at 3:34 am

      #TrueStory

      Responder
  2. Pocket Manu says

    febrero 14, 2014 at 1:48 pm

    Hice un esfuerzo de leerlo hasta el final porque siento el impulso de criticarlo seriamente, por más que el mismo artículo esté de a ratos escrito de una manera pobre y justamente cansa leerlo…(Por lo menos en mi caso).
    Acuerdo con la propuesta de la idea actual que se tiene del amor, y del amor romántico es ridícula, inalcanzable…Pero no lo llamaría una “utopía”, o sí, pero capaz utopía en el sentido de cerrada, perfecta, y por lo tanto, tremendamente perversa.
    Pero lo que se propone acá es todavía peor.
    La autora se contradice de una forma tan…Al criticar la masividad de un deseo, digamos, impuesto (la necesidad de amor romántico) y proponer…¿Movimientos masivos de amor? Combatamos la masividad, con más cosas masivas, sí señor.
    Además es una idea absurda, es como proponer un movimiento masivo de amistad, no funciona así, porque amor, amistad, deseo, etc, no son movimientos sociales ni se dan por adoptar ideas racionales y de repente decir “Bueno, ahora todos estos son mis amigos”, Son sentimientos y es una construcción de lazos, justamente, personal, con cada individuo. Que haya personas que puedan amar a más de una persona al mismo tiempo no lo dudo, pero siempre se ama al individuo, no aun movimiento (¿no es eso masa? ¿no es eso lo perverso de la actualidad?).
    Después dice que la primera contradicción es la búsqueda de libertad y al mismo tiempo ser querido. Yo no sé que onda, pero ser libre no significa vivir sin lazos sociales hasta donde yo sé. Y es verdad que el modelo actual ideal de relación no permite desarrollar la individualidad, pero por suerte, nunca hacemos lo ideal real. Que las personas quieran libertad y amor, no es una contradicción, son complementarios, uno no puede ser libre si no tiene lazos con otras personas, si no se vive en sociedad, seriamos animales.
    Último, dice que la otra contradicción es la idea de igualdad de género (bah, dice entre “mujer y hombre”) en el campo político/civil, mientas que en el ideario se sigue pensando en la mujer buena y en el hombre fuerte. Falacia del horror! Pensar que hay igualdad civil es absurdo, justamente, si se ve con que parámetros se sigue juzgando a las mujeres. De nuevo, no hay contradicción.
    Perdón por el comentario larguísimo/infumable. Espero que alguien lo lea. No puedo controlar mis impulsos de señora de quejarme de todo.

    Responder
    • Bianca Sandoval Trevi;o says

      septiembre 14, 2014 at 7:58 pm

      De señora quejumbrosa a señora quejumbrosa que es usted, no puedo evitar subrayar su error lamentable, señora yo nunca he visto un humano que fotosintetize, así que hasta entonces seguimos siendo animales y no plantas, hongos o cianobacterias. Somos animales y mamíferos. Dice usted que que si no viviéramos en sociedad seríamos animales… ???? what????? como lo dije antes somos animales. Y si fuésemos otra cosa, por decir alienígenas o dioses, entonces de todos modos y cuantimas podríamos observar que no hay seres más sociales que los otros, esos que con casi desdén llama usted animales. Nomas mire usted a las hormigas, a los elefantes, a los ping:uinos, a los rinos, a las jirafas…. etc. etc. Aunque coincido con usted que el artículo es muy malo, no llega a nada, ni dice nada, y falsea datos para ir malamente argumentando.

      Responder
      • Enrique says

        enero 24, 2018 at 11:52 pm

        Muy acertado análisis el tuyo pues lejos de lograr establecer un conocimiento, el artículo busca responder a todas las perspectivas analíticas como algo políticamente correcto, y creo que el tema no es para situarlo en anarquismo, capitañismos o feminismos… Muy lejos se queda de atraer visiones globales de ideas que nada tiene que ver con el amor como opción de vida…

        Responder
    • Jose Plasencia says

      mayo 13, 2017 at 6:15 am

      Creo que te estas confundiendo en tu primer punto
      Se refiere a combatir ese “amor” nacido del utilitarismo de las personas con el amor a la esencia del humano, el amor a la complejidad y al mismo ser

      Responder
      • Mariana says

        mayo 14, 2017 at 8:54 pm

        De acuerdo.

        Responder
    • Angel says

      mayo 14, 2017 at 12:07 am

      Estoy de acuerdo contigo y alegra que comentaras.

      Responder
  3. j says

    septiembre 12, 2014 at 8:14 am

    Hola,

    Buen aporte a uno de los grandes tema tabu de la era del cambio (de siglo).

    J.

    Responder
  4. c says

    septiembre 14, 2014 at 8:17 pm

    “Este héroe ha distorsionado la imagen masculina, engrandeciéndola, y creando innumerables frustraciones en las mujeres.” y si hablamos de igualdad, a los hombres también, ¿no?, ah no ser que el fin del hombre sea llenar las expectativas de las mujeres.

    Responder
  5. F says

    septiembre 16, 2014 at 3:02 am

    Me encanto’ el articulo. Hace algun tiempo encontre’ este concepto del amor romantico en oposicion al amor y me lleno’ de fascinacion los distintos articulos que encontre’ al respecto. Me parece ahora mas y mas claro, como
    el amor romantico es una fantasia creada por el patriarcado para mantener el status quo de dominacion hacia la mujer. Los medios de comunicacion crean una industria alrededor del amor romantico y el capitalismo se llena los bolsillos con esta utopia que llena la mente de hombres y mujeres. Estudios realizados con relacion a este tema
    muestran que la euforia del enamoramiento dura entre 1 a 2 an~os despues viene el desencanto de enfrentar
    la vida diaria tal como es. Muchos corren y huyen cuando el desencanto desaparece queriendo volver a experimentar y sentir el extasis que llena sus vacios emocionales. Pero por mas que huya y corra en brazos de una nueva persona el amor romantico siempre sera’ eso algo pasajero, es una intensidad que pasa, que se desvanace, que llena de desencanto. El verdadero amor en cambio comprende y entiende que el amor romantico es una fase de la vida que se disfruta, se siente y luego se transforma en amor a otras dimensiones
    que van mas alla de las fantasias irreales eroticas de Hollywood.

    Responder
    • ruth kohon says

      noviembre 10, 2016 at 9:07 pm

      roberto,lo mio es corto,te agradezco la deferencia,y…..cuanta verdad

      Responder
  6. JR says

    septiembre 19, 2015 at 7:41 pm

    Coral Herrera: Lea a un autor posmoderno (Lyotard estaría bien) para que sepa el significado de “posmodernidad” y no le ande colgando esa etiqueta, absurdamente, a todo…

    Gracias.

    Responder
  7. Vladimir says

    mayo 13, 2017 at 4:04 pm

    Antes de leer los comentarios, mientras continuaba leyendo, sí encontré un momento en el texto confuso y sin un camino claro hacia su cierre. Después de leer los comentarios, coincido en el análisis de algunos de encontrar el artículo un tanto impreciso sobre todo en el uso de conceptos y referencias, tal vez no pertinentes, como utopía y posmodernidad.
    Sin embargo, no lo encuentro malo, al contrario, solo muy amplio y con distintas temáticas. La intención de la autora proviene ciertamente desde una reflexión personal en presentarnos una realidad difícil de comprender en nuestra cultura pero que vivimos indiscutidamente en nuestras relaciones humanas. Hay ideas muy buenas que se pueden rescatar para tal vez organizarlas mejor.

    Responder
  8. Posmoderno1 says

    mayo 13, 2017 at 10:48 pm

    Si modernidad es de por sí un concepto confuso, posmodernidad roza lo ridículo. Bobada de artículo.

    Responder
  9. Audrey O'Connor says

    mayo 15, 2017 at 12:53 am

    Freud (1970) ???

    Responder
    • Ssociólogos says

      mayo 22, 2017 at 12:08 pm

      No se trata del año de la cita, sino del año de edición del libro del que se ha sacado la cita.
      Freud, Sigmund. El malestar en la cultura y otros ensayos. Madrid: Alianza, 1970.

      Responder
  10. Sofia Guzman says

    mayo 15, 2017 at 6:56 am

    Tiene líneas tal cual de Zygmund Bauman en “amor líquido” y ni siquiera lo citan , que fraude .

    Responder
  11. Monica says

    mayo 15, 2017 at 11:16 am

    Cuánta crítica y qué poca actitud de respeto y tolerancia. La autora lo ve así y punto.
    Aporta a cada persona lo que esté dispuesto a descubrir de si mismo, de sus padres y de las relaciones de pareja cada cual. Si hay ofendidos es porque se ven reflejados y les molesta. “El que se pica ajos come”.
    Da miedo compartir puntos de vista si la audiencia solo critica en vez de aportar, respetando y compartiendo diferentes puntos de vista para enriquecer un tema, en vez de asesinar virtualmente a quien se atreve a hablar y expresar libremente su opinión públicamente sobre un tema delicado.
    Aprovecho para felicitar a la autora por su valentía al expresar este tema controvertido en este blog y exponerse a semejante ataque de los que se creen más sabios. Me da la sensación de que les falta humildad y Tolerancia para juzgar con ecuanimidad y Respeto para poder aportar sabiduría con amabilidad.

    Responder
    • Alvaro says

      mayo 15, 2017 at 11:47 pm

      Nunca falla. Cuando algo se rechaza visceralmente, no se entiende , cuando algo no encaja en los propios planteamientos, cuando uno se siente atacado y está lejos / siente pereza/ incluso miedo de someterlo a un análisis , entonces se leen criticas como algunas de las que estoy leyendo .

      Responder
  12. Javier says

    mayo 16, 2017 at 3:39 am

    Pero el amor a veces llega sin que uno lo busque… y si, nos saca de este “mundo”… pero es porque así funciona bioquímicamente también…. esa sensación está comprobada por la ciencia… y ese el medio que la naturaleza creó para la reproducción de las especies…

    Responder
  13. José A. Valencia E. says

    mayo 16, 2017 at 1:26 pm

    En mi opinión y experiencia, es la mejor manera de disfrutar la vida; estar enamorado de quien te ama.

    Responder
  14. Leticia Bucio says

    junio 16, 2017 at 10:59 pm

    Agradezco a Coral Herrera su artículo, me sorprende los conceptos que vierte en el., Soy una persona común, desconozco otras teorías que otros intelectuales han elaborado, sin embargo, este texto me abre a otras posibilidades de entender y vivir el Amor; me ayuda a explicar la realidad del Amor que vivimos la gran mayoría en esta sociedades del año 2017. Miro al rededor y al espejo y me pregunto ¿ cuántas personas vivimos una relación amorosa satisfactoria, enriquecedora………… y libre?

    Responder

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