El mundo del entrenador es realmente apasionante. En todas las disciplinas deportivas, los entrenadores juegan un papel fundamental con sus respectivos pupilos o equipos, algo que analizaremos a continuación a nivel futbolístico.
Y es que hay entrenadores que se encargan de deportistas que trabajan a nivel individual como puede ser el ejemplo de Mireia Belmonte, otros que entrenan a grupos más reducidos como puede pasar en ciclismo o baloncesto y luego están los entrenadores de fútbol, que dirigen plantillas de entre 19 y 25 jugadores, realmente amplias con todo lo que ello supone. Evidentemente, en este artículo no estamos calificando qué es más difícil, sino que vamos a ahondar en el mundo del fútbol.
En este sentido, hay que hacer tres distinciones claras. Los entrenadores de alto rendimiento, es decir, de primera y segunda división y de equipos que participan en competiciones europeas y que pueden vivir de ello, de segunda b para abajo a nivel semiprofesional y los entrenadores de categorías inferiores. Vamos por partes.
En el mundo del alto rendimiento, en muchas ocasiones el entrenador es más un psicólogo que realmente una figura que plantea aprendizajes reales. Es cierto que todo técnico impone su estilo y trabaja en base a lo que pretende conseguir teniendo en cuenta los jugadores y los recursos de los que dispone, pero cuando llegas, por ejemplo, a sitios como el Real Madrid o el FC Barcelona, la estrategia es clara. Son vestuarios en los que hay jugadores ganando cifras astronómicas de dinero, superiores a las del entrenador en muchos casos, y en los que los egos están a la orden del día. Por esto, el técnico se convierte primero en un gestor de egos, en un psicólogo que analiza la situación en intenta proponer un feedback positivo para, una vez conseguida la confianza del vestuario, poner en práctica sus ideas. Siempre sin que los jugadores se den cuenta. Es algo contradictorio ya que es mucho más difícil manejar a futbolistas de primer nivel pero son los que más éxitos en las promociones de fútbol de bet365 le van a dar. De ahí el reto.
En el mundo semiprofesional, en el que la mayoría de jugadores trabajan y, además, juegan al fútbol, el enfoque es distinto. La gestión de egos es algo que no tiene tanta importancia aunque hay casos que, más que gestionar egos, tienes que manejar algunas personalidades complicadas. El diálogo y la accesibilidad es algo fundamental en estos casos, teniendo en cuenta que la implantación de ideas y el ser un técnico didáctico, especialmente en los más jóvenes, adquiere mayor importancia y mayor facilidad que en el nivel profesional. Por decirlo de manera sencilla, dentro de unos límites, en estas categorías el entrenador ya llega con el mando por defecto mientras que a nivel profesional se lo tiene que ganar.
En cuanto a las categorías inferiores, habría que distinguir en las edades pero dentro de las diferencias a nivel competitivo, el ‘modus operandi’ debe ser muy parecido. La figura del entrenador aquí es fundamental. Debe ser un instructor, un profesor para los chicos. Debe hacer entender a los jóvenes jugadores qué es lo que tienen que hacer en cada momento obligándoles a pensar en cuanto a las situaciones y a automatizar en cuanto a los gestos. Sin duda, el talento de los chicos llega de manera innata pero son los entrenadores a nivel de categorías inferiores los que lo tienen que pulir. Tienen el trabajo de llenar las garrafas que tienen en el cerebro de conceptos y situaciones que tienen que llevar a cabo en la competición. Además, todo ello con el tacto necesario de saber que al final son niños y hay que saber mandar los mensajes de un modo determinado y, con grupos extensos, de manera diferente a cada uno si es necesario.
En definitiva, una profesión interesante a todos los niveles y, aunque en ocasiones parezca sólo futbolístico, el aspecto sociológico y psicológico es igual o más importante en muchas situaciones.
Guillermo Fernández