
Si para los jóvenes ya era difícil conseguir trabajo hace un par de años, la situación se agravó desde el descalabro de 2008.
Nunca antes, desde que se tiene registro, el desempleo juvenil en el mundo había alcanzado los dramáticos niveles actuales. Así lo indicó un informe de la OIT titulado “Tendencias mundiales de empleo para la juventud 2010”, en el que se remarca la preocupante situación por la que atraviesan 81 millones de jóvenes, víctimas de la crisis iniciada en 2008, pero principalmente de un mercado laboral que no los tiene en cuenta, o lo hace para explotarlos.
Estas personas, a las que se unirán cientos de miles de nuevos desocupados este año, corren el riesgo de integrar una generación perdida; una enorme masa de personas que nunca conseguirá un empleo. Un problema adicional es que el mercado laboral de los jóvenes es más sensible a las crisis económicas; es el primero en acusar sus efectos y el último en recuperarse.
La tendencia indica que la situación va a empeorar en lo que falta de 2010, con un posible repunte a partir del año que viene.
Sin futuro
Las causas indicadas en el informe son las que marca el sentido común. Al margen de la crisis actual, los jóvenes tienen desde hace años problemas para conseguir trabajos que les permitan independizarse y prosperar.
El fenómeno de los “mileuristas” en Europa (personas que no ganan más de mil euros) es el ejemplo más contundente. Esto afecta no solamente a los menos calificados, sino también a los profesionales, incluso con títulos de posgrado.
Para los empleadores, es más que conveniente. Para los empleados, en cambio, es un obstáculo insalvable para su progreso personal y profesional. Y esto sólo desde el punto de vista económico. Desde lo psicológico y lo social no pueden esperarse más que consecuencias negativas de una situación tan limitante.
Fuera del Primer Mundo europeo el panorama es mucho peor, ya que el 90 por ciento de los jóvenes vive en los países en desarrollo. El informe señala que los efectos de la crisis allí son más rápidos y perdurables. Los desempleados pasan a un sector informal del que difícilmente puedan salir.
Si esta situación no deja lugar a muchas esperanzas de mejora, estas últimas terminan de disiparse cuando se lee que entre los 152 millones de trabajadores jóvenes del mundo, 28 por ciento permanece en condiciones de extrema pobreza, obligado a vivir con menos de 1,25 dólar por día. (Datos de 2008).
¿Qué hacemos?
El director general de la OIT, Juan Somavia, consideró que “el resultado es que el número de jóvenes en trabajos precarios crece y este ciclo puede persistir por lo menos otra generación más”.
Para revertir esta situación, la OIT recomienda “estrategias globales e integradas que combinen educación y formación, con políticas de empleo orientadas hacia la juventud”. Estrategias que deberían haberse aplicado hace no menos de 10 años.
Como sea, algo hay que hacer, no sólo por el derecho de toda persona a tener un trabajo y una vida dignos, sino porque si no hay trabajadores, no hay aportes jubilatorios y sociales, el sistema social y de salud colapsa y así se perjudicarían hasta los más indiferentes.
El informe fue publicado el viernes pasado al inaugurarse el Año Internacional de la Juventud de Naciones Unidas. Ojalá sirva de incentivo para que quienes puedan hacer algo quieran hacerlo.
Fuente: lavoz.com