
Nicolas Berggruen y Nathan Gardels exhortan a Occidente y Oriente a aprender de los éxitos recíprocos para afrontar los nuevos retos globales.
En una conversación mantenida ayreer en Madrid, al margen de la presentación de su libro, Nicolas Berggruen y Nathan Gardels ahondaron en varios de los argumentos desarrollados en Gobernanza inteligente para el siglo XXI. Este es un breve resumen de algunas de sus reflexiones.
El siglo XX asistió al ascenso y poderoso auge global de las democracias liberales. Tras vencer al nazifascismo y después del colapso de la Unión Soviética, el modelo político occidental adquirió una preeminencia absoluta, y atrajo a un cada vez mayor número de países en su estela. Su dominio era tal que Francis Fukuyama llegó a proclamar el “fin de la historia”. El amanecer del siglo XXI, sin embargo, está poniendo en evidencia inquietantes grietas en ese modelo. Frente a los devastadores golpes de la crisis económica, muchos Estados occidentales renquean en la búsqueda de soluciones, enmarañados en actitudes cortoplacistas, secuestrados por miopes intereses partidistas, chantajeados por poderosos grupos de presión, asustados por el creciente malestar social. Todo ello mientras, en el otro extremo del mapa, [Enlace retirado]. Un progreso admirable, obtenido, sin embargo, en un sistema sin libertad política y con severas restricciones a la libertad de expresión.
[Enlace retirado] y [Enlace retirado] han presentado este jueves en Madrid el libro Gobernanza inteligente para el siglo XXI. Una vía intermedia entre Occidente y Oriente (Taurus), su reflexión sobre las virtudes y defectos de ambos sistemas, y sobre cómo aprovechar los respectivos éxitos para desarrollar formas de gobernanza más adaptadas a los retos de la era moderna. Berggruen es presidente delinstituto que lleva su nombre —un centro dedicado al estudio de modelos de gobierno eficientes— y un inversor internacional con una destacada participación en PRISA, grupo editor de EL PAÍS. Gardels es director de la revista New Perspectives Quarterly y autor de numerosos libros y análisis sobre asuntos globales. En el acto de presentación del libro, moderado por la directora de El Huffington Post, Montserrat Domínguez, han participado el expresidente del Gobierno español [Enlace retirado] y el presidente de PRISA, [Enlace retirado]
Berggruen ha destacado la complementaria asimetría entre Occidente y Oriente, de la que ambos pueden aprender. “Por un lado, Europa y EE UU se hallan en una clara crisis de gobernanza. En las democracias occidentales el poder tiene legitimidad pero no logra implementar cambios estructurales fundamentales. Por el otro, China experimenta un gran crecimiento, toma eficazmente medidas a largo plazo, pero con el bienestar se enfrenta a crecientes demandas de transparencia, control sobre el poder y participación ciudadana, cualidades propias de la democracia”.
Juan Luis Cebrián ha observado que “la crisis, la falta de regulación, el cortoplacismo y el exceso de burocracia han hecho que la democracia esté perdiendo prestigio. Esto hace que las nuevas generaciones duden de ella. Por el otro lado, hay un modelo chino que consigue respuestas rápidas. Naturalmente, hay críticas contra el mandarinato chino. Pero, en el fondo, ¿qué es la troika? ¿Qué fue el Gobierno de Monti? Creo que todo el sistema de representación política es lo que está en cuestión y la idea de que la extensión global de la democracia sea un hecho inevitable es falsa y estúpida”.
“El desafío de las democracias es doble”, ha apuntado Gardels. “Por un lado, debe satisfacer las demandas de mayor participación ciudadana, devolver hacia abajo todo lo que se pueda resolver a escala local; por el otro, hacia arriba, lograr aislar de la presión cortoplacista la toma de decisiones esenciales para el futuro de la colectividad”.
“Yo siempre he pensado que la democracia tiene la capacidad de autorregenerarse”, ha comentado González. “Pero es verdad que hay una crisis. Basta con ver a Obama, que acaba de ser reelegido, paralizado por una vetocracia que le impide subir el techo de deuda y que le obliga a pactar hasta descafeinar todas las políticas que ha prometido”. “En cierto sentido”, ha proseguido González, “Occidente está muriendo de éxito. Ganó la Guerra Fría. Ganó la carrera tecnológica. El mundo actual es el resultado paradójico de esas victorias: ahora los países emergentes avanzan con capitalismo y tecnología”.
OCCIDENTE
Las democracias occidentales viven instaladas en una suerte de complejo de superioridad que les impide aprender lecciones de los demás y mejorar sus cada vez más evidentes ineficiencias.
“Tenemos un complejo de superioridad”, dice Gardels. “Es un sentimiento que se instaló tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ahora vemos la pujanza de Oriente y somos incapaces de reconocer que, por ejemplo, el sistema de gobernanza chino está siendo muy eficaz. Está claro que hay muchas cosas inaceptables y criticables en ello, pero también es obvio que están haciendo cosas bien y que son capaces de trabajar para el largo plazo mientras nosotros somos a menudo rehenes del corto. Nosotros no estamos inevitablemente en el lado correcto de la historia”.
“Sí, sufrimos un complejo de superioridad”, argumenta Berggruen. “Pero quizá estamos a punto de tener también uno de inferioridad. Y esto es una oportunidad. Occidente debe admitir que no tiene el monopolio de lo que funciona y abrirse a las lecciones que puede aprender de Oriente. Evidentemente, Occidente no va a importar el modelo de gobernanza chino o de Singapur, pero sí puede adaptar elementos. Oriente también puede extrapolar lecciones. Pese a los lugares comunes, creo que nosotros estamos mucho más ideologizados que los chinos, que son muchos más abiertos y pragmáticos”.
EUROPA
La construcción europea es un gran laboratorio para desarrollar nuevas formas de gobernanza adaptadas a nuestro tiempo. Pero la crisis, el populismo y el cortoplacismo la amenazan. “La Unión Europea es una gran idea; un proyecto inacabado que encierra grandes lecciones”, reflexiona Berggruen. “El problema es que fue construida por las elites, sin involucrar a los ciudadanos, y se ha quedado a medio camino, sin poderes reales en el centro. En la situación actual, Europa, o se federa con más poder en el centro, o se rompe. Pero tendrá que ser con el consenso de los ciudadanos. El gran reto es lograr convencer a la gente sin recurrir al populismo, sin ser extremistas”.
“La proliferación del populismo es un peligro”, desarrolla Gardels. “Europa tiene el 7% de la población global, el 25% del PIB y el 50% del gasto social. Sus economías sufren. La competencia global complica su crecimiento. Hemos pasado de una democracia industrial a una de consumidores. Europa, o se hace más competitiva o renuncia a parte de su gasto social, no hay muchas otras alternativas. Los gobernantes lo saben. Pero lo que no saben es cómo tomar las medidas necesarias sin perder las siguientes elecciones. El actual auge de Alemania se debe a las reformas de Gerhard Schröder de 2003. Él perdió las elecciones tras hacerlas. Este es el problema: hacer que las democracias no queden paralizadas en las medidas de corto plazo por miedo a perder elecciones. Diseñar instituciones que puedan pensar a largo plazo, con una legitimación democrática de fondo, pero no directamente sometida a elecciones”.
MEDIOS Y SOCIEDAD
Las nuevas tecnologías y medios sociales aumentan la capacidad de control sobre los gobernantes, pero también fomentan superficialidad y confusión. ¿Cuál es el balance? “Si uno mira la situación actual, no tiene buen aspecto”, comenta Berggruen. “La gente está sobrecargada de información, se distrae en mil cosas en lugar de profundizar. La dispersión, la falta de concentración puede minar la calidad y la fuerza del pensamiento. Además, el nuevo escenario debilita los medios tradicionales. Pero tengo la esperanza de que los aspectos positivos acaben prevaleciendo. Es fantástico que cada vez más gente tenga acceso a la información; que pueda tener una voz. Y creo que al final, medios como [Enlace retirado] y otros periódicos que representan auténticos bienes de utilidad social acabarán sobreviviendo, porque la gente necesita fuentes de información contrastadas, de confianza”.
Fuente: Recopilación de noticias de Elpaís.com