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Blog de Ciencias Sociales y Sociología | Ssociólogos

¿Por qué siempre a la medida del empresario?

septiembre 4, 2013

Un sistema en el que la riqueza de algunos pocos haya de lograrse gracias a la explotación de otros muchos, no es aceptable por imperativo ético y por atentatorio a la dignidad humana. Parafraseando a Kant, el hombre debe ser considerado como un fin en
si mismo y no como un medio para el logro de otros fines.

Se predica que en el sistema capitalista -absolutamente criticable por esencialmente injusto- es el empresario quien crea básicamente riqueza; sin embargo deberá señalarse que la tal riqueza es fundamentalmente la suya, y únicamente en la medida en que le resulte imprescindible para ello, utilizará mano de obra ajena a cambio de retribución.

El Roto etica 20 Julio 2013

Raramente el precitado empresario creará una empresa exclusivamente para ofrecer trabajo a otros. La creará para conseguir su propio beneficio y para tal fin deberá contar, en su caso, con la ayuda de empleados, a los cuales tendría que retribuir dignamente, permitiéndoles así -y a su vez- el acceso a la riqueza, si se quiere a un nivel menor.

Pero si ese empresario en aras de su beneficio explota al empleado, sumiéndole en la indignidad, ello puede obedecer a tres causas:
a) la propia inutilidad del empresario que no acierta a gestionar su negocio de forma que genere riqueza para todos. Ello comportaría, consecuentemente, que se retirase o reconvirtiese su empresa en unipersonal.
b) El sistema no permite el funcionamiento deseable de la empresa (logro de beneficios para el emprendedor y de salarios dignos para los trabajadores), y por tanto deberá renunciarse a esa fórmula y/o a ese sistema fracasado capitalista (existen alternativas de corte cooperativista, trabajo público, etc.)
c) El empresario es un criminal, pues resultándole posible la obtención de beneficios a pesar de retribuir dignamente a sus empleados, opta por aumentar aún más aquéllos a costa de la explotación de estos últimos. Y eso constituye, sin lugar a dudas, un crimen económico.

Por tanto, incentivar al empresario a costa de la indignidad de sus asalariados -y las actuales medidas promueven esa vía- no resulta de recibo. Ese “actuar siempre a la medida del empresario” comporta una o varias de las siguientes e indeseables consecuencias: apoyar a los inútiles, mantener un sistema que ha fracasado o dar soporte a criminales.

Por el contrario, debiéramos vetar a los inútiles y/o cambiar el sistema fracasado y/o penar a los criminales. Invirtamos en ello nuestras energías!

Jordi Cabezas Salmerón – Abogado y Criminólogo
Doctor en Derecho Penal y Ciencias Penales