
Existe una opinión bastante generalizada que sugiere que la adopción del euro perjudicó los intercambios comerciales de los países que tenían una moneda más débil (los de la periferia: España, Portugal, Grecia…) mientras que favoreció los intercambios comerciales de los países que tenían una moneda más fuerte (los del norte de Europa, especialmente Alemania).
Algunos analistas van más lejos y se atreven a decir que los beneficios comerciales de Alemania son prácticamente la contrapartida del deterioro comercial de los países periféricos. Sin dejar de reconocer que hay parte de verdad en estas afirmaciones, lo cierto es que las mismas no abarcan ni de lejos el único factor –ni el principal– que explicaría la evolución comercial de los países de la zona euro. Es más, existe evidencia empírica que contradice directamente algunas cuestiones relacionadas con las aseveraciones anteriores. Vamos a ver por qué digo esto.
Es de sobra conocido que disponer de una moneda más fuerte tiende a perjudicar las ventas al exterior del país y a favorecer las compras del exterior del país (aunque no siempre tiene por qué ser así; véase un análisis más complejo y detallado de este asunto aquí), lo cual empeora la balanza comercial (1). Siguiendo este razonamiento, economías como la española habrían salido perdiendo con la adopción del euro porque al ser una moneda más fuerte que la peseta las compras del exterior se volvieron más baratas y las ventas al exterior se volvieron más caras, produciéndose por lo tanto un aumento de las compras y una disminución de las ventas (deterioro en la balanza comercial). Esto no ocurriría en economías como la alemana, que ya antes de la adopción del euro disponían de una moneda fuerte. Pero las balanzas comerciales de estos países del norte de Europa se verían beneficiadas porque ahora les saldría más caro comprar productos y servicios de los países periféricos (ya que éstos se medirían en una moneda más fuerte que la anterior), al mismo tiempo que les venderían más productos y servicios.
Pero todo este análisis olvida un factor tremendamente importante a la hora de estudiar los flujos comerciales: y es que existe mundo más allá de la zona euro. Cuando introducimos en nuestro análisis los intercambios comerciales con las economías ubicadas fuera de la zona euro constatamos algunos resultados que no concuerdan con la visión generalizada que hemos comentado.
Vamos a comenzar observando la evolución de la balanza comercial española de bienes (2) desde el año 2000 (recién introducido el euro en los mercados financieros) hasta el año 2009. Como se puede apreciar en el siguiente gráfico, en el año 2000 España ya presentaba déficit comercial de bienes (es decir, compraba más productos del exterior de los que vendía al exterior) por un valor del 5,6% del PIB. Nueve años más tarde este déficit había aumentado hasta el 6,9%, lo que viene a decir que la balanza comercial de bienes empeoró en 1,3 puntos porcentuales del PIB. Sin embargo, si dividimos el déficit comercial entre el déficit registrado frente a los países de la zona euro y el déficit registrado frente a los países que están fuera de la zona euro descubrimos queprácticamente todo el deterioro del déficit comercial en bienes se debe a los intercambios con los países ubicados fuera de la zona euro. La situación frente a los países poseedores del euro permaneció inalterada. España no empeoró su déficit por culpa de comerciar con economías integradas en la unión monetaria, sino por hacerlo con economías que no tienen el euro.
Constatamos prácticamente lo mismo en el caso de la economía griega. Mientras el déficit con los países de la zona euro incluso disminuyó una décima, el déficit con el resto de países aumentó en 2,2 puntos porcentuales. El deterioro de la balanza comercial de bienes de Grecia viene explicado por la evolución comercial registrada con economías ubicadas fuera de la unión monetaria, y no por la evolución comercial presentada en el interior de la zona euro.
El caso de la economía italiana es todavía más llamativo. El déficit comercial de bienes frente a los países pertenecientes a la zona euro solamente empeoró en dos décimas. El saldo comercial de bienes frente a países que no utilizan el euro pasó de registrar un superávit de 0,9% sobre el PIB en el año 2000, a registrar un déficit de 0,1% sobre el PIB en el año 2009. Prácticamente todo el deterioro de la balanza comercial de bienes de Italia se debe al comercio con países ubicados fuera de la unión monetaria.
La economía portuguesa presenta una evolución diferente a las anteriores. En este caso el déficit con países ubicados fuera de la unión monetaria presenta una mejoría de tres décimas, mientras que el déficit con la zona euro empeora en 4 décimas. El resultado total es que el déficit comercial de bienes apenas sufre modificaciones. Sin embargo, cuando acudimos a los detalles para explicar este fenómeno nos encontramos con que el sostenimiento del saldo se debe al aumento de exportaciones frente a países que no son de la zona euro y también a las disminuciones de importaciones registradas con los países miembros de la unión monetaria (3). Es decir, los datos registrados contradicen notablemente los argumentos que se suelen esgrimir en este tema y que hemos presentado en la introducción de este artículo.
El caso irlandés (el último de los PIIGS) no lo abordamos por ser extremadamente particular debido a su condición de base fiscal para cientos de empresas multinacionales que registran en su territorio multitud de exportaciones e importaciones. Sería necesario realizar un estudio mucho más detallado y más complicado para no cometer errores.
En cambio, sí abordaremos la evolución del saldo comercial del país que supuestamente más se ha beneficiado de la creación del euro: Alemania. Como se puede observar en el siguiente gráfico, el saldo comercial de la economía alemana frente al resto de economías integradas en la unión monetaria apenas sufrió modificaciones durante los nueve años analizados. Sin embargo, el superávit de 1,1% sobre el PIB que mantenía con el resto de países aumentó vertiginosamente hasta alcanzar el 4,6% del PIB. Por lo tanto, prácticamente todo el progreso comercial de Alemania se debe a los intercambios realizados con las economías ubicadas fuera de la zona euro. Durante este periodo de vida del euro la economía alemana ha mejorado de forma admirable su superávit comercial, pero al contrario de lo que se suele interpretar no ha sido a costa del resto de países que adoptaron el euro.
A tenor de los datos, por lo tanto, merece ser puesta en entredicha esa extendida opinión por la cual se piensa que la excelente evolución del saldo comercial de Alemania –así como la deficiente evolución del saldo comercial de los países periféricos– se debe a la existencia del euro.
Notas:
(1) La balanza comercial es la diferencia entre las exportaciones (ventas) y las importaciones (compras) de productos y servicios en una economía determinada.
(2) Nos dejamos fuera los intercambios de servicios debido a limitaciones metodológicas, lo cual tiene que ser tenido muy en cuenta a lo largo del estudio porque hay países como España en los que los flujos de servicios cobran una importancia notable. No obstante no podemos olvidar que los servicios siempre presentan una tasa de apertura muchísimo menor que la que presentan los bienes (los servicios son menos susceptibles de ser exportados e importados que los productos).
(3) El desarrollo de estos detalles se realizará en un artículo posterior incluyendo el resto de países.
Artículo de Eduardo Garzón, visto en lamarea.com