Parece que existe una moda, una especie de corriente en todo el mundo en donde académicos como Noam Chomsky, Michael J. Sandel, Eric Schlosser, Naomi Klein, entre cientos de autores más, están dedicando enteramente su actividad intelectual a ir en contra del capitalismo.
Recientemente, se incorporaron a este torrente el carismáticoPapa Francisco y el país más exitoso en materia económica de América Latina, Chile. En su más reciente evento electoral (mediante votos válidos y la apatía política de quienes se abstuvieron), ha quedado en claro el descontento de la sociedad chilena con su modelo económico, pidiendo un cambio de rumbo.
Esta situación que experimentan Chile y el resto del mundo puede ser denominada como “amnesia global”, pues a muchas personas se les olvida que, si no fuera por este fenómeno movilizador de energía e ingenio humano que se llama capitalismo, probablemente no estarían con vida.
El presente artículo consiste en una humilde pero legítima defensa a la más grande maravilla en la historia de la humanidad, de la cual deberíamos sentirnos orgullosos. El capitalismo ha sido el responsable de que la esperanza de vida ascienda de 35 años antes de la Revolución Industrial, a una que en la actualidad supera los 75 años, y de la reducción de la mortalidad infantil del 74.5% al 31.8% en sólo 25 años – indicador que, en los países desarrollados, presenta una escasa probabilidad de 4.5 niños por cada mil habitantes. Todo esto sucede gracias a que el sistema capitalista respeta y alienta la innovación emprendedora y pone al alcance de todo el mundo increíbles avances científicos y tecnológicos. Pero, ¿por qué entonces muchas personas responsabilizan al capitalismo de las desgracias contemporáneas? ¿A qué se debe este descontento?
Se debe a diversas situaciones, pero hay una en particular que ha sido bastante popularizada por los medios: el famoso We are the 99% (“Somos el 99%”), aludiendo a que la riqueza se encuentra concentrada en el 1% de la población. Esa tesis muy defendida por economistas como Paul Krugman, afirma que la distancia entre los más ricos y el resto de las personas en el mundo estaría en The Great Divergence (“La gran diferencia”) que se inicia en la década de 1970 y que se muestra con especial crudeza en la crisis mundial de 2008-2012. Proposición que en base a los datos más actualizados en temas de desigualdad es rotundamente falsa: es simplemente, una mala lectura de la desigualdad.
Según el informe Global Income Inequality by the Numbers: In History and Now elaborado por Branko Milanovic, Director de Investigaciones del Banco Mundial, publicado en junio de 2013, el 8% de la población mundial concentra el 50% de los ingresos generados en todo el planeta. Mientras que el 1% más rico ha aumentado sus rentas en un 60% entre 1988 y 2008, el 5% más pobre no ha mejorado su posición en absoluto. Leer eso último es realmente sorprendente y alarmante, sin embargo, es acá en donde ocurren la confusión y la mala lectura de los datos.
Primero, hay que aclarar que todo Estados Unidos y la Eurozona representan el 9% de la población mundial, obteniendo el 40% de la riqueza mundial. Segundo, que el tercio más pobre de esta región (que no forma parte del 8% más rico ni del 5% más pobre) ha experimentado importantes ganancias en sus rentas reales, con incrementos que oscilan entre el 40% y el 70%, es decir, que a excepción del 5% más empobrecido del planeta los bajos ingresos se están reduciendo a ritmos jamás antes contemplados porque el 50% más pobre del planeta ha visto como su renta ha crecido hasta un 80% en veinte años, empezando a convertirse en una “clase media global”. Tercero, que el 5% que se encuentra estancado en la pobreza más extrema (con menos de $1.25 al día) es la parte del mundo que hasta 2008 apenas había accedido a la globalización debido a la inaccesibilidad de sus mercados (especialmente muchos países de África). Cuarto, que el 1% más rico representa a aquella población que ha contribuido a financiar la globalización elaborando los bienes que esa nueva clase media emergente ha empezado a demandar.
Con lo anterior se puede llegar a dos interesantes conclusiones: en primer lugar, que en efecto el capitalismo es el responsable de los desniveles en el mundo, pero no porque éste haya empobrecido a determinados países, sino porque ha rendido prosperidad a aquellos que lo han aplicado correctamente. En segundo lugar, que probablemente por primera vez desde la Revolución Industrial, las desigualdades sociales se han reducido entre 2002 y 2008, esto se muestra mejor en el gráfico de abajo, en donde en ese período de tiempo el Gini decreció en 1.4 puntos.
Según el estudio “Movilidad Intrageneracional del Ingreso en Chile” de Claudio Sapelli, la nación chilena ha experimentado un aumento de sus rentas, es decir, una alta movilidad social entre sus habitantes, como lo muestra la tabla presentada más abajo. La tabla muestra el porcentaje de individuos cuyos ingresos reales aumentaron, se mantuvieron, o disminuyeron en las transiciones 1996-2001, 2001-2006, y 1996-2006. Los datos concluyen que en las tres transiciones observadas el porcentaje de individuos cuyos ingresos aumentaron supera ampliamente al porcentaje de individuos cuyos ingresos cayeron. Este resultado muestra que la movilidad observada es generada en buena parte por aumentos en los ingresos de los individuos, los cuales ocasionan nuevos movimientos en la distribución del ingreso.
Es decir, Chile es también parte de aquellos que se han beneficiado de la expansión del Capitalismo Global en los últimos años, pues presenta también una emergente clase media.
¿Qué representa para Chile y para el mundo entero estas masivas clases medias emergentes? Significan un desafío cultural, pues estos grupos de individuos más educados, con una mayor visión del mundo son conscientes de sus derechos, pero se enfrentan a un clima de ideas en donde la causa de su ascenso económico es utilizado como “chivo expiatorio”.
Los chilenos y todos los habitantes del mundo se encuentran en un entorno de ideas adverso, en donde el libre intercambio entre personas con derechos bien definidos, legalmente asegurados y transferibles se percibe con connotación negativa. La Libertad en el mundo aún es una batalla inconclusa, y es necesario reconocer que la libertad económica por si sola no se defiende a sí misma, sino que requiere de la difusión de ideas y de la cultura que la sustentan.
Artículo de Rafael Ruiz-Monroy, visto en blog.panampost.com