Parece difícil pensar cuando se está en medio de una batalla, lo que fácilmente también podemos reconocer cotidianamente en multitud de conflictos sociales de todo tipo, desde la guerra o genocidio sirio hasta la diversidad de conflictos que se han ido desarrollando recientemente en Europa como consecuencia de la crisis, pues de hecho prevalecen las actitudes y conductas más primitivas que podemos encontrar en los grupos humanos.
Me estoy refiriendo a los grandes grupos humanos, como grandes colectivos de miles o millones de personas que de una manera o de otra tienen y comparten unas señales, símbolos, estereotipos e historia que los diferencian y con los que se identifican (por ej. los alemanes, los musulmanes, los católicos, los seguidores o socios del Barça, etc. ), que a menudo proporcionan autoestima y a veces incluso placer. Ciertamente son grupos más o menos heterogéneos en su seno, que están dotados, en mayor o menor grado, de unas formas de organización, unas estructuras de poder y unos liderazgos.
Cuando estos grandes grupos entran en conflicto, en todo caso, lo que aparece como dominante son unas formas de pensamiento escindido y desintegrado, una disociación entre buenos y malos (obviamente dependiendo de la óptica desde la que se mire ), la negación y la proyección , que actúan como defensas colectivas predominantes en las relaciones establecidas . De fondo este es su modus operandi, más allá de los discursos periféricos que se estructuran en forma de narraciones más o menos elaboradas, que pueden tomar el carácter de debate político, religioso o futbolístico entre posiciones encontradas, que se renueva y pervive en el tiempo, a partir de unos momentos determinados.
Podemos encontrar multitud de ejemplos históricos y presentes. En la actualidad contemporánea uno de los enfrentamientos que ejemplifica mejor lo que estoy diciendo es el conflicto israelí – palestino, con una ya larga historia de sufrimientos y hostilidades sangrientas.
Estas dinámicas sociales se dan en un contexto histórico determinado y habitualmente van más allá de una situación puntual, es decir, tienen una más o menos larga pervivencia en el devenir de ciertas sociedades.
Siendo así, no hay que insistir demasiado en que están ubicados en unas situaciones políticas y de poder específicas, pero estas dinámicas sociales de los grandes grupos, como decíamos, varían según el momento, las correlaciones de fuerza y liderazgos políticos ( ej. pensemos en el referido conflicto entre palestinos e israelíes y las figuras de Arafat y S. Peres o la época de A. Sharon , las intifadas, etc. ), pero no se pueden reducir a la acción política convencional, sino más bien son interactivos con ella, lo político a menudo es un emergente del pulso y de estas vivencias sociales .
No hace falta decir que el poder mediático y los mensajes de la opinión publicada influyen en la percepción de las dinámicas de estos grandes grupos, pero tampoco ellos son generadores y originarios exclusivos.
Sin ir más lejos, hoy nos encontramos entre nosotros con el conflicto Catalunya – España, conflicto de dimensiones crecientes y que por más que uno se ponga una venda en los ojos, cuando se la quita o se le quitan se da cuenta de que sigue creciendo .
En la relación Catalunya -España es aplicable todo lo que he dicho antes y actualmente lo que prevalece es aquella disociación y negación a la que me refería. Cada día hay más y más evidencias de unas actitudes y comportamientos , vehiculados por los políticos de turno, medios de comunicación y otros, que responden a lógicas primarias y fuertemente disociadas .
Hace unos días Felip Puig, conseller d’Empresa i Ocupació de la Generalitat declaraba “El gobierno español todo lo que hace, lo hace mal “ y recientemente el ministro del Interior de España, J. Fernández Diaz, decía que en Catalunya “se está contaminando la convivencia ” y se está produciendo una “quiebra social, familiar” y añadía que los de Mas (el President de la Generalitat) están fracturando la sociedad catalana hasta el punto de que estas Navidades ha podido comprobar que hay familias o amigos que han optado por no reunirse.
Y mientras determinados dirigentes del soberanismo catalán defienden la celebración del referéndum y el derecho a decidir, cabe decir que con el apoyo de las grandes movilizaciones de una parte importante de la ciudadanía de Catalunya, desde el gobierno español se niega una y otra vez este derecho y a la vez varias voces de dirigentes políticos del PP y del PSOE plantean una salida utilizando la ” fuerza de la ley”, etc . Etc .
Los ejemplos de este conflicto, a través de la voz de muchos políticos y también de gran parte del establisment – mediático, serían interminables, pero todos tienen en común, de un modo u otro, la ausencia de un diálogo ( paradójicamente en boca de todos ) que se base en la aceptación de la diferencia y de la posibilidad de visiones encontradas, pues la dinámica de buenos y malos es la que se impone, como he referido anteriormente .
No es sólo un conflicto político, ni sólo un conflicto de poder, es un conflicto de fondo que tiene sus raíces en diferentes identidades colectivas, con diferentes visiones y también con sus estereotipos y prejuicios, lo que parece difícil de entender por parte de muchos analistas y políticos honestos, que basándose en su racionalismo ilustrado les dificulta entender que los grupos humanos se mueven por otros parámetros (por ej. las fantasías y narrativas colectivas, la defensa de lo que se siente amenazado, etc. ) que no son la lógica racional .
En este sentido me parece interesante señalar unas coincidencias entre pensadores que plantean visiones diferentes de las habituales y que provienen de diferentes ópticas y procedencias: L. Moreno, J. Fontana y V. Volkan .
Luis Moreno, doctorado en ciencias políticas y sociológicas por la Universidad de Edimburgo y miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas dice en una entrevista ( 2.1.14 . , Edimburgo ) :
“Soy un tipo raro … Siendo madrileño, hace treinta años ya hice la tesis doctoral sobre los casos catalán y escocés, pero entonces nadie podía pensar que la situación se desarrollaría así. A veces no se ve, pero la tesis ya planteaba que estos procesos latentes son muy profundos, no son flor de un día ni de un partido que quiere el poder. No era un ” pato muerto ” como decía Thatcher “. Y continúa más adelante, ” España debería entender que Catalunya es un sujeto político. Lo puede negar, decir que es el conjunto de la ciudadanía española como dice la Constitución, y también lo puedo entender, pero no se puede mirar hacia el otro lado con todo lo que está pasando. El catalanismo ha sido guiado por las élites, pero no es elitista, no está prefabricado ni es artificial “.
Josep Fontana, historiador y actualmente profesor emérito de la Universidad Pompeu Fabra hizo la lección inaugural del simposio “España contra Catalunya. Una mirada histórica 1714-2014 » , que levantó ampollas en diferentes ámbitos políticos y mediáticos. Fontana dice en su conferencia ( “España y Catalunya: trescientos años de historia” ):
“Hay un aspecto concreto que quisiera destacar al final de este breve resumen de una larga trayectoria, y es que todo lo que he querido explicar, la continuidad de estos trescientos años de historia, no se puede entender si se olvida que, por debajo de los acontecimientos, y dando sentido a su trayectoria, circula una corriente poderosa y profunda de conciencia colectiva que nos ha permitido preservar la identidad y la lengua contra todos los intentos de negarlas. Una corriente que a veces puede parecer oculta, pero que sale a la luz cada vez que hay que enfrentarse a un obstáculo .
“He citado antes el ejemplo de los milicianos de 1841 y de su afirmación de catalanidad, fruto de una especie de saber popular que se ha transmitido de una generación a otra. Yo mismo no debo mis primeros elementos de mi conciencia a la escuela, que era en mis tiempos, en los años cuarenta del siglo pasado, la del franquismo, donde los cantos y los gritos oficiales del régimen eran una práctica cotidiana, sino que la he recibido de mi propia familia y del entorno ciudadano en el que vivía, que han sido los transmisores de esta herencia de sentimientos y de cultura”.
Vamik Volkan , doctor en medicina , docente y supervisor emérito del Instituto Psicoanalítico de Washington y miembro del Centro de Negociaciones Internacionales fundado por Jimmy Carter, ha intervenido en multitud de tareas sobre conflictos étnicos y, bajo los auspicios de la ONU, en conversaciones extraoficiales entre representantes de sociedades y pueblos en conflicto . En un artículo titulado ” Large -group Identity and Shared Prejudice ” (2013 ) refiriéndose a los grupos grandes dice :
” En nuestras vidas rutinarias no estamos especialmente preocupados por nuestra identidad como grupo grande … de la misma manera que normalmente no estamos preocupados por nuestra respiración” .
Y continúa diciendo, que por un incidente, o por causa de ” Otros”, miles o millones de personas “empiezan a estar dispuestos a hacer algo para repararla, mantenerla y protegerla y, cuando lo hacen, a menudo están dispuestos a tolerar grados extremos de sadismo o masoquismo si consideran que eso que hacen los ayudará a mantener y proteger la identidad de su grupo grande “
En las tres referencias citadas se habla, en mi opinión, en términos de la identidad de grupo, como un proceso profundo que da sentido de pertenencia, un “nosotros”, y es sobre estas identidades con sus estereotipos y prejuicios, benignos u hostiles, sobre las que se construyen y perviven los conflictos grupales en los grupos grandes .
Ciertamente es más difícil trabajar con estos grandes grupos que con grupos o instituciones más reducidos y delimitados, pero con el nuevo tipo de civilización que estamos construyendo (TIC, nuevo tipo de globalización, etc . ) y los conflictos que la atraviesan ( nuevas formas migratorias masivas, conflictos de representatividad, etc .), hay que encontrar y reforzar nuevas formas de ver y trabajar con estas grandes dinámicas grupales, pues los viejos métodos de gobernanza y diplomáticos no terminan siendo vías útiles para su abordaje, pues en gran medida también son portavoces de los mismos prejuicios y estereotipos .
Cabe decirlo, son necesarias dosis de coraje por parte de los líderes y organizaciones implicadas en estos grandes grupos, a veces el miedo a perder posiciones ganadas, aunque dolorosas, hace que se piense que “ahora no es el momento ” y así vamos manteniendo el conflicto .
Hay diferentes experiencias de trabajo en este sentido, aunque minoritarias, que están estudiando y trabajando sobre el terreno ( ciudades, conflictos, negociaciones, etc. ) desde ópticas que intentan poner de manifiesto lo que hay de latente, los sentimientos y pensamientos en gran medida inconscientes, las resistencias e inercias, de estos grandes grupos de los que todos, de un modo u otro, formamos parte.
La experiencia de trabajo en estas tareas nos enseña que a medida que cada grupo se va haciendo más capaz de valorar al otro, menos preocupado de ser acusado y por lo tanto menos propenso a culpar al otro, se va haciendo más posible pensar juntos sobre las vías de mejoramiento del conflicto.
Valenti Almirall , salvando las distancias de todo tipo ( históricas , etc. ) y mis discrepancias respecto a su visión, nos da un ejemplo de reflexión abierta en su libro “Lo catalanisme” ( https://ca.wikisource.org / wiki / Categoría: Lo_catalanisme ), publicado en 1886 , cuando se plantea ( Cap.II “Lo carácter castellà” y Cap.III “Lo carácter català” ) el conflicto Catalunya -España intentando entender y explicar al Otro a partir de su valoración.
Hay que mirar más allá del prejuicio , mirando de otra manera, más integrada y menos disociada .
Artículo de Marcel Cirera.
Este autor tiene blog propio: El Blog Metaforo