Los últimos años de crisis económica se están cerrando con una serie de medidas de corte antisocial donde impera la lógica del sistema capitalista: socialización de las pérdidas y privatización de los beneficios. La gestión que de la crisis se hace a nivel nacional e internacional, muestra a las claras lo que ya era evidente: que la democracia a pesar de estar consolidada como una expresión de poder popular, no es la única fuente de poder palpable. La ciudadanía está pasando de la sorpresa a la repulsa. La violencia asociada a la protesta ciudadana está cada vez más en uso, se habla de grupos antisistema, antiglobalización, antinucleares, etc., pero la profunda realidad que subyace es que se está gestando lentamente un nuevo avance en la desigualdad social y un estancamiento en la movilidad de clase.
Es ahora, “cuando parece que lo peor ha pasado”, cuando se dejan sentir de manera más cruenta las consecuencias de un alarmante déficit de redistribución de la riqueza. Esta falta de reparto equitativo de los recursos afecta notablemente a los índices de movilidad social y tiene a su vez mucho que ver con la creación de bolsas de pobreza que terminan siendo viveros de exclusión. Es ahora por tanto, cuando más se acentúa la brecha social.
Uno de los indicadores más fiables y usados para tener una visión general del grado de redistribución de la riqueza es el llamado Índice de Gini. El índice de Gini es un número comprendido entre 0 y 1. El valor 0 corresponde a una igualdad total, lo que significaría que todas las personas recibirían la misma renta, y el valor 1 corresponde a una desigualdad extrema, como sería el caso en el que una sola persona recibiese toda la renta del país. Por tanto, la distribución de la renta será más igualitaria en la medida que el valor del índice de Gini se acerque a cero.
Para poder observar con perspectiva suficiente la situación española el gráfico siguiente expone una serie correspondiente al período 1999-2010. El Coeficiente de Gini muestra como no sólo no se ha retrocedido en las pautas de concentración de la riqueza en España, muy al contrario, al término del primer decenio del siglo, el índice repuntaba hasta situarse en un 0,34.
El comportamiento de las tasas de desempleo durante los últimos años en España, recorren una senda muy similar a la del índice de desigualdad que se ha expuesto en el gráfico anterior, de hecho se muestra en el siguiente gráfico datos de la tasa de paro de la serie 2004-2013*, donde se constata la evidente correlación entre desempleo y desigualdad social.
Evidentemente hay que tener en cuenta otros factores además del desempleo, como la negociación colectiva, las políticas sociales y de inversión, la fiscalidad compensatoria y la estructura del propio mercado de trabajo, precario y cíclico.
En países como Suecia, Hungría, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Austria, República Checa y Francia las transferencias sociales (pensiones de jubilación excluidas) reducen en más de un 50% la población en riesgo de pobreza. Sin embargo, en otros como Bulgaria, España, Grecia, Italia y Rumanía, la reducción ni siquiera alcanza el 20%. Para poder ofrecer un punto de referencia de la situación española respecto a nuestro entorno europeo. Expresamos en el siguiente gráfico datos del Índice Gini de países de la Zona Euro ofrecidos por el último informe de la OCDE, fechado en Junio de 2013.
Como principales instrumentos redistribuidores de riqueza suelen citarse el IRPF y las pensiones. Es bien sabido que el impuesto sobre la renta tiene un efecto mitigador del índice Gini y que las políticas sociales mejoran la distribución y flujos de rentas. No obstante los datos contenidos en el “Informe sobre la desigualdad en España.” Elaborado por la Fundación Alternativas sobre el caso de España, son poco alentadores en comparación con países de la zona €uro. Fundación Alternativas. “Informe sobre la desigualdad en España.”
- En 2011 por esta senda sólo se redujo en España la desigualdad en 0,04 unidades, mientras que países de la UE como Alemania, Hungría o Bélgica, lograban por la vía del IRPF reducciones de la desigualad social de más de 0,50 puntos.
- Lo mismo ocurre con el efecto redistributivo de las prestaciones sociales (no pensiones). En el caso español reducen el índice Gini en 0,045 unidades, mientras que países como Polonia, Austria o Dinamarca, conseguían por este método rebajar la desigualdad por encima de 0,070.
Por otra parte, el informe de Intermón Oxfam dado a conocer recientemente, enfatiza que la dinámica de brecha social sigue una tendencia al alza ya que el indicador de desigualdad (Coeficiente Gini), se incrementó en España del 0,34 de finales de 2010 hasta el 0,35 en 2012. El análisis que ofrece Intermón es tan simple como demoledor: “Cada vez ganan más quienes más tienen en comparación con los que tienen menos: antes de la crisis, el 20% de los españoles más ricos ganaba 5,3 veces más que en 20% más pobre, pero en 2011 la diferencia era ya de 7,5 veces.”
Incluso el tener un preciado puesto de trabajo no es garantía de subsistencia, ya que la devaluación salarial es de tal calibre que está dando lugar a la emergencia de un segmento de trabajadores enclavados dentro de lo que se ha dado en llamar pobreza laboral. Eurostat fija el umbral de la pobreza en “el 60% de la media de los ingresos por unidad de consumo de las personas de una unidad familiar”. Según estos estándares de ingresos, la tasa de pobreza de personas con trabajo, es de las más altas de la UE. Concretamente, se ha incrementado en España desde el 10,8% de 2007 hasta el 12,7% en 2010. Analizando datos que ayuden a comprender la situación y las tendencias salariales futuras, podemos aportar algunas cifras:
- El porcentaje de trabajadores con un salario igual o inferior al Salario Mínimo Interprofesional (SMI), ha pasado del 6% en 2004 al 10,5% en 2010 y sigue creciendo.
- Los empleos denominados de” bajos salarios” (aquellos que son inferiores a dos tercios del salario medio del Estado), se han incrementado hasta alcanzar el 21% del total de salarios. En el año 2001 el porcentaje era tan sólo del 18,8%
- El porcentaje de trabajadores a tiempo parcial (la gran mayoría por no encontrar trabajo a jornada completa) se incrementó del 16% en 2004 al 18,5% de 2010 y sigue creciendo.
Este fenómeno de empobrecimiento de la clase trabajadora, esta brecha social es definida por la OCDE como un fenómeno global de consecuencias muy graves:” la distancia entre ricos y pobres se encontraba en 2008 (últimos datos analizados) en el nivel más alto de los últimos 30 años debido sobre todo a la cada vez mayor diferencia salarial. No se trata siempre de una consecuencia de las crisis, las desigualdades también crecen en la bonanza debido a que desde mediados de los 90 las políticas correctoras como los impuestos y los servicios sociales han perdido poder de redistribución de riqueza.”
El Estado ha combatido el empobrecimiento de una amplia capa de la población mediante una miope perspectiva asistencial, implementando exclusivamente, restrictivas políticas de subsidio en lugar de afrontar al mismo tiempo, políticas activas de reparto equitativo de la riqueza y medidas fiscales progresivas tendentes a equilibrar el predominio de las rentas del capital sobre las rentas del trabajo. En ese desequilibrio económico y en esa falta de voluntad política para realizar una verdadera redistribución equitativa de los recursos, está latente el germen del conflicto social que tanto impresiona y temen los gobiernos. Las consecuencias de esta visión simplista en el tratamiento y gestión de los recursos disponibles están comenzando a ser patentes.
La estructura social está sufriendo profundas transformaciones, entre otras la falta de cohesión social y la fragmentación de la clase media; y es que la identificación de los grupos sociales ya no viene determinada (exclusivamente) por la actividad laboral, sino por la capacidad para consumir, de manera que aquel que pierde su capacidad para adquirir productos pasa a formar parte de la subclase de excluidos sociales descritos por Zygmunt Bauman como los nuevos pobres.
Los peligros de la no viabilidad del Estado del Bienestar provienen tanto de los que irresponsablemente hipotecan el futuro de las próximas generaciones gastando alegremente, como de los que pretenden estabilizar la economía a base de “déficit cero”. Sería prematuro desechar los textos de Keynes y sus postulados respecto a la posibilidad de un desarrollo sostenible, compatible con un déficit público justificado y consensuado social y políticamente. Por otra parte, la globalización de la economía ha supuesto un cierto agotamiento del modelo keynesiano superado en parte por los profundos cambios producidos en el mercado mundial, que han frenado el crecimiento económico sostenido, verdadero motor del Estado del Bienestar.
El objetivo ético, político y económico debe ser la búsqueda de una distribución igualitaria, en la que el Estado, (fundamentalmente) mediante los impuestos, equilibre las rentas, gravando más los ingresos de las personas más ricas y transfiriendo esas rentas a las capas de la sociedad más necesitadas. A pesar de las dificultades, el papel del Estado como agente principal de redistribución de la renta sigue siendo una alternativa factible y el déficit público puede seguir siendo un elemento de gestión poderoso del ciclo económico.
No hay nada negativo en que los Estados, en aras de su papel de garantes de la cohesión social, “arrastren” unos niveles moderados de déficit público y que dicho déficit sea sostenido mediante un endeudamiento razonable a largo plazo. Se trata claro está, de un panorama de deuda pública responsable, controlada y bien gestionada.
Respecto a la brecha laboral, es evidente que implementar la competitividad por la vía casi exclusiva del dumping social, buscando únicamente una menor protección de los derechos del trabajador, bajos salarios, amplias jornadas de trabajo, prohibición del derecho de sindicación, etc. son estrategias que dañan y tensionan el tejido social y suponen a largo plazo un retroceso socioeconómico y la polarización de los intereses de los grupos sociales. Si los objetivos estructurales no sufren un cambio radical en los próximos años, la recuperación económica llegará de forma paulatina, pero no se beneficiará de ella toda la población, el sistema socioeconómico habrá dejando millones de víctimas de la clase media y trabajadora en la cuneta.
Columnista de Guillermo Garoz López
Fuentes consultadas.
- Informe sobre la desigualdad en España. Fundación Alternativas. Marzo 2013.
- Gobernar para las Élites. Secuestro democrático y desigualdad económica. Reflexiones sobre España. Intermón Oxfam. Enero 2014.
- Informe Económico y laboral. OCDE. 2013.