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Blog de Ciencias Sociales y Sociología | Ssociólogos

¿Democracia en China?

julio 1, 2014

¿A quién no se le llena la boca al hablar de democracia? Democracia es una de esas palabras “gourmet”, que provoca que se activen nuestras papilas gustativas, deleitando nuestros paladares. Lo cierto es que esto no ha sido siempre así. No es hasta el siglo XIX y principios del XX cuando tras consolidarse realmente el sufragio universal e ir afianzándose algunas de nuestras más preciadas democracias liberales (Nueva Zelanda, Australia…) el vocablo cobra fuerza. Incluso a partir de entonces no era difícil encontrar a los detractores de este modelo. En realidad existían alternativas viables a ésta, y no será hasta la caída del Muro de Berlín, y el desmembramiento del bloque socialista cuando la democracia (de corte liberal) sea aceptada como universalmente válida. Huntington establecería tres periodos clave para entender lo que él ha llamado olas democratizadoras. La tercera, la más reciente, no se iniciaría hasta el año 1974, como vemos hace relativamente poco. Ni todas las generaciones han visto a España ganar un mundial, ni mucho menos se han acostumbrado a vivir tranquilos bajo el paraguas de la democracia. Tampoco han aplaudido enérgicamente ni al equipo de futbol ni al sistema de gobierno. Nosotros hemos disfrutado (los que mas y los que menos) de ambas cosas.

Democracia en China

Dejando a un lado la popularidad que ha cursado a lo largo de la historia la democracia, me gustaría explicar la heterogeneidad y pluralidad del término. La mentalidad occidental es tendente a establecer como sinónimos democracia y liberalismo, negando toda suerte de modelo democrático que no se ciña a este último, y su sacrosanto derecho de propiedad. Partimos de los 9 puntos básicos de Robert A. Dahl, de la Poliarquía, en la que se establecen unas bases irrenunciables y mínimas para este tipo de sistemas. Pero; ¿Ocurre en todas las partes del planeta lo mismo? ¿Es la democracia liberal la única democracia posible? ¿Qué ocurre en China?

La República Popular China arrastra una historia fascinante. Hablamos de una sociedad que ha vivido siempre bajo el poder de unos pocos y que ha sido capaz de mantenerse unida al paso del tiempo, infranqueable e irrompible al devenir de los acontecimientos. Su estilo de vida propio, sus tradiciones, y el sistema político, han arraigado profundamente en el corazón de sus gentes. China ha avanzado, pero siempre con el retrovisor bien regulado y mirando al pasado. “Modernitation and tradition”. Si nos fijamos en los rasgos puramente civilizatorios, rápidamente descubrimos que siempre han estado muy por delante del resto del mundo en casi todo, pese al distanciamiento (para mal) experimentado en los siglos XIX y XX.

Parte de los problemas del país estarían relacionados con la ausencia de tierras cultivables, y de su enorme población. Pensemos que China, para el poco tiempo que le dedican nuestros medios, representa el hogar de 1.360.000.000 personas. Hablamos de una población 5 veces superior a la de EEUU para la cual se repartirían un territorio de similares características. En esta sociedad tan literalmente “cercana” lógicamente primará el colectivo y desde luego la familia. Quizás esto, junto a su herencia confuciana sean los responsables de su lealtad al gobierno y al Estado.

Centrándonos en la estructura formal del régimen político diremos que ésta se basa en la Constitución estatal adoptada en 1982, modificada en 1999 por el Congreso Popular Nacional, que sería el cuerpo legislativo superior de China. Esta Constitución es un reflejo de la determinación de Deng Xiaoping por establecer una base institucional sólida, duradera y que permitiera la real modernización de China. Rompían con la lucha de clases y ponían el énfasis en otros aspectos e intereses ajenos al PCCh, sin restarle a éste la labor de dirección central del país. Estamos hablando de un sistema de partido único. Derechos como el sufragio activo y pasivo, la libertad de expresión, de reunión, religiosa o la libertad de prensa estarían aquí positivadas. Como cualquier lector sabrá, esto no significa que se respeten. Una Constitución nunca mide por si sola la vida cotidiana de los ciudadanos. Las hay “preciosas”, pero que en la práctica se convierten en papel mojado. 

Las únicas elecciones que se han permitido han sido en ámbitos de gobierno local en pequeñas localidades. En Hong Kong y Macao se celebran elecciones legislativas, pero sólo para elegir a un tercio de los miembros de los consejos legislativos de las dos regiones administrativas especiales.

El CPN tiene la competencia de elegir al presidente (Xi Jinping desde marzo de 2013) y al vicepresidente (Li Yuanchao desde marzo del 2013) para mandatos de cinco años. El primer ministro es nominado por el presidente y confirmado por el CPN. El CPN también designará al consejo Estatal, que equivaldría al clásico gabinete occidental. El Consejo Estatal parece responder en la práctica al Secretariado del PCCh por debajo del Buró Político y su respectivo Comité Permanente.

Pese a la afirmación anterior, no es del todo cierto que en China haya un solo partido, Por Yang Fengchun, profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Gubernamental de la Universidad de Beijing, habla de sistema de cooperación multipartidaria y consulta política bajo la dirección del PCCh. Existirían 8 partidos más, con estatus de partidos participantes en los asuntos estatales, que cooperan y participan en el poder del Estado. Serian los siguientes:

1)      Comité Revolucionario del Kuomintang de China

2)      Liga Democrática de China

3)      Asociación para la Construcción Nacional Democrática de China

4)      Asociación para la Promoción de la Democracia en China

5)      Partido Democrático Campesino y Obrero de China

6)      Zhigongdang de China

7)      Sociedad Jiusan

8)      Liga de Autonomía Democrática de taiwan

Según el profesor, el principio básico del Partido Comunista sería el de “coexistir de forma duradera, supervisarse mutuamente, tratarse con el corazón en la mano y compartir tanto la gloria como las afrentas”.

¿Qué hay de la democracia?

Manuel Castells señalaba en un artículo en La Vanguardia en el año 2010 que en encuestas internacionales relativamente fiables sobre niveles de apoyo al Gobierno, China alcanzaba el más alto nivel (72%), en contraste con la crisis de confianza experimentada en las democracias occidentales. Como vemos, no siempre los modelos más democráticos son los mejor valorados. Solo hay que ver como valoran los españoles a los partidos políticos o al Gobierno. Quizás deberíamos reflexionar un poco antes de ir dando tumbos por el mundo con la cabeza tan alta y exportando nuestro modelo. No digo que sea malo, pero desde luego no es el único.

Castells nos explica también que sus sociedades han mejorado. Se sienten fuertes ante el resto del mundo. Sostienen países con sus masivas compras de deuda y compran los bonos del tesoro de su máximo rival “ideológico”, Estados Unidos.

La denuncia de las taras del modelo chino es algo totalmente legítimo, pero bajo ningún concepto ha de mezclarse con los infructuosos intentos de exportar nuestro modelo, a veces desde Washington, véase el famoso disidente Liu Xiaobo.

Quizás suene absurdo, pero es posible que exista más discusión entre las enormes facciones que integran el Partido Comunista, donde encontramos desde marxistas-leninistas ortodoxos, hasta neoliberales o thatcheristas, que en los dos clásicos partidos americanos, ambos liberales, todo y ser conscientes de las enormes discrepancias que integran especialmente el Partido Republicano. En EEUU el modelo económico no es negociable. En Europa cada vez menos.

Tal vez, si exportásemos nuestro modelo al gigante asiático nos daríamos con un canto entre los dientes al desatarse resultados inversos. China, a su manera, está sabiendo crear riqueza. Es cierto que se está produciendo un aumento de la desigualdad, pero esta vendría de la mano del modelo económico más que político. En occidente ha ocurrido lo mismo.  Ronald Inglehart, en su más que conocida Teoría de la Modernización Revisada predecía que países como China o India se convertirían en democracias liberales en un plazo de entre 15 y 20 años. ¿Hablamos de El fin de las ideologías de Daniel Bell?

CONCLUSIONES

  1. La democracia es algo más que un modelo fijo. Es la fórmula en la que unos ciudadanos deciden “libremente” vivir.
  2. Los ciudadanos de China se han acostumbrado a vivir de un determinado modo, y en su mayoría respetan el modelo. No sé hasta qué punto estos son conscientes o están influenciados, “manipulados”, directamente por el régimen.
  3. La democracia “muta” en cada territorio. La cultura política y la forma con la que se han venido haciendo las cosas ejerce un peso determinante en cada territorio. Nos guste o no hay ciertas cosas que no son exportables.
  4. China no es una democracia, eso no quiere decir que no exista cierto grado de participación ciudadana. Dicha participación, muy relacionada con las mejoras económicas experimentadas por gran parte de la sociedad, ejerce presiones democratizadoras. Además, el gobierno está perdiendo legitimidad y se ve poco a poco cada vez más obligado a “abrirse”. La corrupción, cada vez menos “disimulable” también sería un elemento a tener en cuenta.
  5. Cuando un estudiante chino protesta, suele pedir reformas, que no democracia, y mucho menos liberalismo. El peso del pasado sigue ejerciendo gran poder sobre la ciudadanía. A este hay que sumarle el sentimiento nacionalista, ideología dominante entre los jóvenes. Al chino lo que le interesa es que su país vaya bien, el cómo no es tan sumamente importante.
  6. Hablamos de un territorio enorme y muy heterogéneo. Existen múltiples realidades en China, (minorías sociales, grandes cleavages…) con lo que cualquier generalización es peligrosa.
  7. Hay que ir con pinzas al realizar ciertas afirmaciones. En el mundo actual las cosas no ocurren como nos esperamos, y en muchas ocasiones los cambios se producen más rápidamente de lo previsto. Las ciencias sociales se intentan aproximar a la realidad e intentan predecir, pero no son ciencias exactas.
  8. El gobierno ha de saber adaptarse al nuevo contexto a base de reformas importantes. Los medios de comunicación, y sobretodo internet, facilitan nuevas formas de protesta, y permiten que se convoquen, cada vez con mayor rapidez, todo tipo de protestas al sistema político.
  9. Los cambios pueden producirse de forma lenta y pausada mientras que la economía marcha bien. China crecía a un 7,45 en el primer trimestre del 2014. No sabemos lo que podría ocurrir si baja el crecimiento.
  10. China ha sido tendente a acallar las protestas con grandes dosis de violencia. En la actualidad resulta imposible pensar que pudiera reaccionar del mismo modo, con lo que las protestas tal vez podrían terminar por ganar la partida.

 

Bibliografía:

Águila, R. del: “La democracia”. En Águila, R. del (editor). Manual de Ciencia Política. Madrid: Trotta, 2009, p 139-157.

Cueto Nogueras, C. de: Manual de sistemas políticos

Marc Selgas Cors. China: Más allá del Estado de Derecho. ¿Democracia?[en línea]. Barcelona. [Consulta: 20 julio 2014] Disponible en: http://www.asiared.com/es/downloads2/marc-selgas.pdf

Castells, M: ¿Democracia en China? [en línea]. [Consulta: 20 julio 2014] Disponible en: [Enlace retirado]

Fuente Foto: Apertura del XVIII Congreso del Partido Comunista Chino