“la sociedad misma”, “las personas siempre tienen la razón”, “redefin(ir) el mapa de posibilidades”, son toda frases que eluden la necesidad de un programa para hacer política.

Sin un programa, sin objetivos a largo y corto plazo, ¿cómo se unifica voluntades y acción para influir y decidir en una sociedad donde los monopolios tienen el poder explícita u ocultamente?

Movimientos sin programa, sin organización, sin unidad y continuidad en la acción ha habido muchos en la historia. Y su inefectividad parece ser lo que impulsan intelectuales de la vaguedad y la ensoñación que no quieren definirse entre reforma y revolución, entre cambios profundos y cambios superficiales, entre capitalismo y socialismo,

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