
“El fascismo es totalitario incluso en el hecho de que trata de poner la rebelión de la naturaleza oprimida contra el dominio directamente al servicio de este último”. Theodor Adorno.
Las reflexiones acerca del hecho político y social que representó el fascismo son múltiples, las discusiones diversas, en muchas de las cuales existe una tendencia a considerarla como una “psicosis de masas”, “irrupción en la historia”, entre otras, sin embargo dichas apreciaciones epistemológicamente imposibilitan comprender el fenómeno de forma integral limitando dichos estudios a cuestiones descriptivas, sin tomar en consideración una visión global de las múltiples determinaciones que intervinieron en el proceso de formación del fascismo, su auge y caída. (Laclau, 1986).
Una de las claves para entender al fascismo, es la sustentación y articulación simbólica, es decir, conocer las motivaciones e impulso que generó en las sociedades el fascismo, (como lo fue en Italia y Alemania) y conocer cómo se dio el sustento subjetivo que devino en un apoyo masivo al Fascismo, en este sentido, uno de las formas en que se llevó el fascismo a las masas es expresando su meta final, antes que sus objetivos, en este sentido Reich (2011) expresa: “La ideología de cada formación social no solamente tiene como función reflejar el proceso económico, sino también, enraizarlo en las estructuras psíquicas de los hombres de esa sociedad” (p.37).
Se indica que la ideología tiene un impacto no solo en la subjetividad, sino en las condiciones materiales que permiten el proceso de formación, siguiendo a Reich (2011), es la represión sexual conjuntamente con la articulación simbólica de la ideología fascista, que permite las transformaciones en la mentalidad de los individuos deprimidos y sujetados por condiciones económicas precarias, que le dan el impulso, es decir, la libido para obrar y actuar sobre los intereses de las clases subyugadas.
Hay que destacar que es posible identificar al fascismo como fuerza política dominante en Europa entre los año 1922 al 1945, situación que evidencia la poca duración que tuvo este hecho político, puesto que sólo se desarrolló en unos pocos años, sin dejar de lado lo que significa para la historia de Occidente y la envergadura que tuvo en la geopolítica internacional el proceso por el cual el fascismo se desarrolló, así se indica:
(…) Empezó en 1922-23, con el nacimiento del Partido Fascista italiano, que Mussolini llevo al poder en la famosa, o mítica “marcha sobre Roma” de 1922, seguida un año después, por el abortado putsch de Munich, de Hitler. Llegó a su mayoría de edad en los años treinta, cuando surgieron en toda Europa los partidos “fascistas” (…). Terminó en 1945, con la derrota y muerte de los dos dictadores, y el colapso o la huida de sus clientes europeos. (Trevor-Roper, 1968, p. 25).
Esto nos sirve para circunscribir cronológicamente al fascismo de forma general, puesto que el impacto en la subjetividad occidental que tuvo el fascismo, resultó ser una amarga derrota a la racionalidad moderna, tomando en consideración los sustentos filosóficos y ontológicos de dicha doctrina política, e indicando el apoyo por parte de grandes pensadores al régimen fascista, tomando a Martin Heidegger como un destacado ejemplo. A pesar de este apoyo por parte de Martin Heidegger y de un supuesto basamento filosófico a partir de la filosofía nietzscheno, las bases filosóficas del fascismo no son claras.
Como se advirtió, son muchos los enfoques que intentan explicar al fascismo, logrando arropar y llevar a capas sociales enteras a comulgar con sus propuestas, muchos análisis arrojan que una característica fundamental del fascismo es la prevalencia del carácter autoritario, por sobre su condición de movimiento de masas, no obstante, siguiendo a Laclau (1986) en dichos análisis se cercena el grado de complejidad que requieren los estudios sobre el fascismo, puesto que a pesar de que exista una gran similitud con el fascismo Alemán, dichas reflexiones no dan una posibilidad de comprender a otros fascismo desarrollados en Europa.
Existe una gran importancia entre el proceso de fascistización y la derrota de la clase obrera, esto en palabras de Poulantzas, (1974) fue el resultado de la imposibilidad de la clase obrera, por no posicionar objetivos políticos específicos, que le permitieran desarrollar estrategias políticas, para fortalecer al movimiento obrero, por lo que se transcurre por un periodo de estabilización, definido como un debilitamiento del movimiento obrero de liberación..
En tal sentido, la derrota experimentada por la clase obrera y el cambio que se dio a través del proceso de estabilización, que desembocó en un otorgamiento de ventaja a la burguesía, permitió que se asentaran las bases y el fraguado en el proceso de fascistización, siguiendo las reflexiones de Poulantzas (1974): (…) “el viraje decisivo en dicho proceso coincidió con los comienzos del proceso de fascistización, que marcaron la ofensiva declarada de la burguesía de una parte, y la etapa defensiva propiamente dicha de la clase obrera de otra” (p.157).
Este tipo de conflicto generó una serie de contradicciones en el seno las clases sociales, cabe preguntarse, ¿Cómo estas contradicciones desembocaron en el establecimiento del fascismo? O ¿Por qué el fascismo?, pues, el movimiento obrero de liberación, pudo ganar batallas en ámbitos económicos y políticos, que la burguesía en su condición de clase dominante no podía aceptar, en tal sentido, una de las estrategias políticas que desembocó en el proceso de fascistización fue, en llevar a otros escenarios de lucha a los obreros, desviando la mirada de sus objetivos políticos u otros de carácter reivindicativos de la clase obrera.
El proceso de conversión de las masas alienadas al fascismo, siguiendo a Poutlanzas (1974) tiene como característica fundacional el desvío de los objetivos políticos de la clase obrera, llevándolos a un terreno más económico, situación que dio una mayor facilidad a la clase burguesa para tomar el juego político en sus manos, dando como resultado una crisis de las organizaciones políticas de la clase trabajadora.
Es importante indicar que la exitosa carrera emprendida por el fascismo alemán, sus objetivos políticos, se sustentaba en una amplia capa heterogénea, compuesta por una clase media pequeñoburguesa, Reich (2011) expresa: (…) “Considerado desde la perspectiva de su base social, el nacionalsocialismo era en su comienzo un movimiento pequeñoburgués donde quiera que hizo su aparición, en Italia, en Hungría, en Argentina o en Noruega” (p.62).
La “derrota” de la clase obrera, la lucha de clases y las contradicciones que se generaron en este proceso, además de la crisis económica que presentaba la pequeña burguesía, estaba directamente relacionada con los efectos que la crisis representaba para las clases dominantes, siendo estos factores importantes en el proceso de fascistización, ya que la falta de organización política de la clase obrera imposibilitó un alianza entre ésta y la pequeña burguesía, siendo un elemento decisivo para los partidos fascistas. (Laclau, 1986, Poulantzas, 1974).
El sustento en la masa social, representada por las capas pequeñoburguesas, tal como indica Reich, ya estaba consolidado, existe por tal motivo un sustento simbólico e ideológico, en donde los partidos fascistas resultaron ser los representantes directos de los intereses de clases de la pequeña burguesía, en este sentido la ideología que representaba los partidos fascistas estaban directamente relacionada con valores pequeñoburgueses, en este sentido Poulantzas (1974) expresa: (…) “En la medida en que se pueda hablar de intereses políticos a corto plazo propios de la pequeña burguesía, el partido fascista es su representante efectivo durante la primera etapa del proceso de fascistización” (p.291).
Ambos autores confirman el impulso del movimiento de masas que representó el fascismo, siendo consecuencia de una crisis económica y política, que se desarrolló en el seno de las sociedades alemana e italiana, estando el fascismo sustentado en la defensa de los intereses de la “pequeña propiedad y la pequeña producción”, es decir, la pequeña burguesía, fue así como de este modo el fascismo adquiere una base importante que llevaría a los partidos fascistas al poder, puesto que el proceso de fascistización también responde a un crisis de carácter ideológica generalizada en todas las clases sociales, situación que permitió un debilitamiento de las luchas políticas de las demás clases sociales, además de una desestabilización de la organización política y un deterioro de la confianza depositada en los demás partidos. Por lo tanto, los aparatos de Estado se sustentaban en la clase reinante, destacándose de este hecho sociopolítico la fuerza social que representó la pequeña burguesía, más allá de una defensa directa de los intereses de ésta o de una similitud ideológica con los partidos.
En lo que respecta al carácter ideológico del fascismo, se sustenta principalmente en valores nacionalistas propios de la modernidad, en tal sentido, este tipo de características ideológicas, son las que desembocan en una dificultad por desarrollar en el periodo de guerra una alianza internacional con los otros fascismos europeos, como las aspiraciones, sueños y los elementos ideológicos propios de la pequeña burguesía, están relacionados con las aspiraciones imperialistas, se debe indicar que la ideología fascista presentaba grandes contradicciones, puesto que los intereses del gran capital era disímiles a los de la pequeña burguesía, siendo esta la clase social clave en el proceso de fascistización. (Poulantzas, 1974, Laclau, 1986). De tal forma se tiene una visión general de lo que es el hecho político del fascismo, una aproximación, que si bien se intenta a partir de varias miradas teóricas, conocer como fue el proceso de formación y de toma de poder del fascismo.
Referencia Bibliográfica.
Cohen, R. (Ricardo Cohen). (2009-presente). Filosofía aquí y ahora. [serie de televisión]. Buenos aires: Encuentro.
Eagleton, T. (2005). Ideología: una introducción. Barcelona: Paidós.
Laclau, E. (1986) Política e ideología en la teoría marxista: Capitalismo, fascismo, populismo. Buenos aires: Siglo veintuno editores, sa.
Poulantzas, N. (1974). Fascismo y dictadura: la tercera internacional frente al fascismo. Buenos Aires: Siglo veintiuno editores s.a.
Reich, W. (2011). La psicología de masas del fascismo. Caracas: Fundarte.
Wolf, S. (1970) (Comp.). El fascismo Europeo. Editorial Grijalbo: México.
- En el libro de Laclau, E. (1986) Política e ideología en la teoría marxista. Capitalismo, fascismo, populismo. Buenos aires: Siglo veintuno editores, sa. Considera que este tipo de reflexiones permite incurrir en errores de análisis, puesto que no se da a conocer las condiciones objetivas que permitieron el desarrollo del fascismo como un fenómeno de masas, por tal motivo, se debe ahondar en la comprensión de este hecho, utilizando categorías históricas objetivas. Con respecto a la “psicosis de masas”, es indicativa de un fenómeno psicológico que subyace las condiciones económicas, reflexiona en relación a lo escrito por por Wilhelm Reich.