
Según Sergio González[1] Miranda (premio nacional de historia 2014), Peter Burke, parafraseando a Fernand Bruadel, señaló que el diálogo entre sociología e historia era un diálogo de sordos. Que tanto la sociología como la historia tenían diferencias radicales debido al método, a su objeto de estudio, las características epistemológicas, las nociones teóricas, entre otras distinciones. Sin embargo, en el amanecer de éste nuevo siglo, nosotr@s, los investigadores e investigadoras jóvenes, hemos visto cada vez más acortada esta brecha. Ya no es posible concebir de la misma manera aquella separación que marcaba la distinción entre lo particular y lo general, entre lo cuantitativo y lo cualitativo, entre la subjetividad y la objetividad, entre los acontecimientos y las estructuras; pues la realidad tal cual como la conocieron 30 o 40 años atrás ya no es tal. Hoy nos referimos al presente a partir de la tensión entre lo global y lo local; desde la “modernidad líquida”, la “sociedad del riesgo”, desde “las relaciones de poder” y los “dispositivos de control”, desde los nuevos actores sociales, del “mito” de la transición, del problema medioambiental, la brecha de la desigualdad, la inaccesibilidad de servicios básicos para todos y todas, etc.
Como vemos, hoy la realidad presente no se le parece en casi nada al pasado y sin embargo, ésta es heredera de lo que ayer se hizo y dejó de hacerse como sociedad.
Pues bien, los historiadores preocupados de dar respuesta a problemáticas sociales y culturales de nuestro presente, comienzan a utilizar herramientas innovadoras; interactúan con la antropología, recurren a nuevas fuentes, usan las entrevistas, dan validez a la oralidad, a los testimonios, y con ello, dejan de remitir el estudio de la historia simplemente a la revisión de archivos y documentos oficiales. Asimismo, el historiador preocupado por dar significado a su presente a partir de la multicausalidad del pasado, se retroalimenta de conceptos teóricos que, fundamentalmente, provienen desde la sociología.
Por su parte, los sociólogos y sociólogas, en su interés por comprender y explicar no solo las generalidades que constituyen y dan significado a la época moderna, sino de igual manera a la postmodernidad, han puesto particular atención en el pasado reciente, pues desde allí se pretende construir las explicaciones de lo actual; sirviéndose de fenómenos históricos que pudiesen estar vinculados a los procesos políticos, económicos y culturales que hoy nos toca vivir. Los sociólogos y sociólogas del presente, utilizan grandes marcos contextuales del pasado para así interpretar las posibles causas y efectos sociológicos del periodo contemporáneo. Por todo lo anterior y más, el distanciamiento entre una disciplina y otra, la división entre ambos campos del saber y el afán casi egocéntrico por dar validez científica a una sola “verdad”, ha desaparecido casi por completo. Sin ir más lejos, en la actualidad, tanto historiadores como sociólogos jóvenes, leemos a Foucault, a G. Salazar, T. Moluian, Eric Hobsbawm, Zygmunt Bauman, Manuel Castells, entre tantos otros autores en común.
[1] Sergio González, sociólogo e historiador chileno, se refirió al diálogo interdisciplinario entre historia y sociología, durante realizado en el marco de: Reconocimiento a Premios Nacionales por Colegio de Sociólogos y Sociólogas de Chile 2016. Link: https://vimeo.com/161433691