
El presente escrito nace al calor de unas recientes noticias sobre denuncias de periodistas por unas supuestas presiones y acoso padecidos en el ejercicio de su labor.
En el desarrollo del mismo deseo –inicialmente- rescatar algunas ideas que plasmé en un anterior artículo publicado bajo el título ““Veracidad. Su exigencia a los profesionales de la comunicación”.
Así, quedaba explicitada en ese artículo la notoria importancia que, en una sociedad democrática, poseen los medios de comunicación y sus profesionales -en tanto que encargados de ofrecer información- pues, para la necesaria toma de decisiones por parte de la ciudadanía en una sociedad libre y democrática, es imprescindible contar con aquélla.
Se decía también que “no es posible la toma de una buena decisión, si la información disponible no resulta igualmente buena. La información correcta es pues una condición del todo necesaria aunque no suficiente para una acertada decisión. La tal suficiencia vendrá de la mano del buen criterio y libertad del informado”.
Se comentaba también que, obviamente, el aporte benéfico a la vida democrática antes citado, pasa por el hecho de que la información ofrecida por los media sea de calidad pues, de lo contrario, el tal aporte sería negativo.
Asimismo se evidenciaba que la tentación –por parte de quienes detentan la posición socio económica dominante en la estructura social- de hacerse con el control de los medios de información, resulta prácticamente irresistible, a los efectos de utilizar ese potente y preciado bien (la información), al servicio de sus intereses y en contra, por tanto, de los del resto de la ciudadanía o de determinados sectores de ésta. Y ello, en su caso, manipulando adecuadamente la información a suministrar.
Por otro lado señalábamos que nuestra Constitución consagra el derecho fundamental a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión (sin que quepa censura previa). Ello, en definitiva, comporta que el ciudadano tiene el derecho a recibir información veraz a través de los medios de comunicación, y que éstos y sus profesionales periodistas son los encargados de satisfacer ese derecho, que únicamente se colmará si los profesionales antes citados informan con veracidad. Esa es su obligación so pena de atentar contra un derecho de la ciudadanía
Se afirmaba también en el mencionado artículo que, desgraciadamente, la realidad cotidiana evidencia que la mayoría de los media son aliados en la ocultación de lo real manipulando en función de los grandes intereses, sin pagar tributo alguno por ello.
Se concluía manteniendo que el panorama resultante es penoso y vergonzante, evidenciándose cierta cobardía, y falta de integridad y dignidad profesional en demasiadas ocasiones, lo que resulta muy grave y debiera ser combatido con eficacia y rigor. Se indicaba que, a pesar de ello, no existe previsión penal para quienes, faltando a su deber de informar en base a la verdad, conculcan el derecho constitucional a la información veraz.
Se cerraba manifestando que, con una previsión de tal tipo, no resultaría impune su conducta a cuantos voceros, cómplices a sueldo o con estómago agradecido puedan pulular en la digna y noble profesión periodística, pervirtiendo su correcta función y dañando la democracia. También la citada previsión ayudaría a aquellos profesionales que desvirtúan el sentido de su labor movidos por el temor a injustas presiones/ilícitas amenazas de pérdida de empleo, etc. Les ayudaría, pues si bien cabe indicar de entrada que es exigible a todo profesional –sea cual sea su especialidad- el valor e integridad necesarios para desempeñar su tarea libremente elegida y para denunciar -en su caso- las amenazas recibidas, no es menos cierto que la existencia de ese nuevo tipo penal, …constituiría una cierta coraza que reforzaría su posición (al igual que sucede en otras profesiones).
Lo indicado últimamente es importante pues la indeseable existencia de censura por parte del propio medio a sus profesionales o la propia autocensura de éstos (por miedo a represalias de su empresa) –obstructivas ambas de la exigible veracidad- es muy elevada según la propia Asociación de la Prensa de Madrid (APM), entre otras. E igualmente, o más grave aún, resulta la falta de denuncias formales al respecto por parte de los periodistas. Ausencia de denuncias que “curiosamente” se rompe ahora, según las noticias antes mencionadas al inicio del presente artículo.
Dicho todo lo anterior, pasemos a una de tales noticias en que se dio cuenta del presunto acoso/presión sufrido por periodistas. En concreto la publicada en “El País”, y fechada el pasado 7 de Marzo, que rezaba así:
Podemos “amedrenta y amenaza” a periodistas críticos, según la APM
La Asociación de la Prensa de Madrid pide a Iglesias que ceje en su campaña de acoso a informadores
La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) ha considerado dar amparo a un grupo de periodistas que se sienten acosados y presionados por Podemos en la cobertura de la información sobre el partido, toda vez que el equipo directivo les “amedrenta y amenaza cuando está en desacuerdo con sus informaciones”, según han justificado estos con pruebas documentales. La asociación exigió este lunes a Podemos que acabe con la “campaña sistematizada de acoso personal y en las redes” contra periodistas críticos. El partido dice no reconocerse en las acusaciones.
La Asociación de la Prensa de Madrid, la organización profesional que representa a los periodistas en la Comunidad de Madrid desde 1895, difundió este lunes un contundente comunicado sin precedentes contra Podemos por su relación con los profesionales de la información en el desempeño de su trabajo. El pronunciamiento de la asociación se produjo después de que una decena de periodistas que cubren la información sobre el partido pidieran amparo a la misma ante el acoso y las presiones que sufren por parte del equipo directivo de la formación que dirige Pablo Iglesias, así como por personas próximas a este círculo, cuando escriben informaciones críticas con Podemos. “Esta inaceptable campaña, que está creando un estado de miedo entre los periodistas, tiene como fin el de persuadirles de que les conviene escribir al dictado de Podemos, además de tratar de conducirlos hacia la autocensura”, denuncia la APM.
Valga indicar en primer lugar que, de ser cierto el contenido de la denuncia, el hecho es del todo censurable. No obstante ello la precitada denuncia, anónima por cierto, está carente de toda concreción, lo que le resta fuerza.
Es posible, asimismo, interpretar -de ese inconcreto texto- que algunas de las presuntas presiones de “personas próximas al círculo directivo” pudieran provenir de las redes sociales y como resonancia de respuestas mas o menos educadas a lo que alguien pueda considerar mentiras de la prensa –atacando a Podemos, etc.- y que no son controlables ni necesariamente orquestadas desde la formación política en cuestión.
Al margen de ello, y en abstracto, bienvenida toda denuncia cierta de presiones/acoso a los profesionales de la información. Y decimos bienvenida, no tanto porque sean loables tales presiones u acosos sino porque lo es la reacción a los mismos. Reacción que, por cierto, ha tardado en llegar y no por ausencia de motivos –como se ha indicado antes- sino por una incomprensible y criticable pasividad/cobardía por parte de la mayoría de periodistas objeto de tales coacciones.
Bienvenido el valor por enfrentarse a quienes impiden el digno ejercicio de su profesión y el compromiso con la verdad, sin tergiversaciones u ocultaciones.
De nuevo en abstracto, no resultan menos censurables las presiones provenientes de un partido político que aquellas procedentes de la propia empresa, etc.
Los profesionales que nos ocupan han guardado un mayoritario silencio –materializado por la carencia de denuncias sobre el tema- durante muchísimo tiempo –y en etapa democrática para mas inri– ante interferencias de grupos de presión, empresas de comunicación, partidos en el poder, etc. etc.
Y de pronto, la cosa cambia. Bien, más vale tarde que nunca. Alegrémonos.
Solo que… –y díganme malpensado- ¿no será que, ese despertar del letargo, en absoluto responde a una saludable reacción sino a una muy conveniente acción contra el cambio, por parte de aquéllos a quienes conviene el actual estado de cosas?
¿No será que seguimos hallándonos ante unos profesionales que continúan aceptando ese sometimiento y que ahora atacan a la formación revolucionaria, siguiendo las órdenes de los de siempre -controladores del statu quo imperante, temerosos de ella-? ¿Por qué no?
En todo caso hemos de admitir que estamos ante una curiosa denuncia; curiosa porque ha tardado en llegar, porque motivos sobrados existían desde siempre para denunciar a otros, por dirigirse contra quien se dirige, en definitiva por dirigirse justamente contra quien -prácticamente en exclusiva- puede representar una amenaza contra los poderosos que vienen utilizando y manipulando de forma mayoritaria y descarada a los media, para crear el estado de opinión que les resulta conveniente.
Fuente: FOTO J. M. PEDROSA EFE (Iglesias, rodeado de periodistas, el pasado día 4 en Jaén).