
Actualmente la influencia de las nuevas tecnologías sobre distintas áreas de la vida se hace más que evidente. Estas herramientas digitales han transformado en gran medida la forma en que nos relacionamos con otras personas, los sistemas de trabajo, la labor docente, los métodos de estudio, la forma en que compramos productos de consumo e, incluso, las opciones de ocio disponibles.
Además podemos ver cómo han surgido nuevas profesiones directamente relacionadas con las tecnologías más desarrolladas y con el uso de Internet. El trabajo de los informáticos ha evolucionado de forma sorprendente en pocos años, los influencers y youtubers centran su actividad en la Red y los jugadores de videojuegos ahora se dedican a ello de forma profesional creando carreras deportivas espectaculares.
Sin embargo, en plena era de máxima tecnificación de nuestra sociedad, estamos ante la evidencia de una brecha que divide a la población y que se refleja de manera evidente al mirar directamente hacia los estudiantes.
Universitarios y tecnología no siempre casan
Si bien es cierto que la gran mayoría de estudiantes menores de 35 años están al día en cuanto al uso y funcionamiento de las tecnologías de comunicación que les permiten mejorar, facilitar y favorecer su estudio, también hay que tener en cuenta a todos esos estudiantes que superan este rango de edad y que se ven algo más alejados de estas herramientas digitales.
Lo cierto es que los estudiantes de más de 35 años no han nacido ni crecido directamente relacionados con estas tecnologías y son muchos los que no han necesitado usarlas para desarrollar su trabajo o para relacionarse con su entorno. El resultado es un gran desconocimiento general sobre su uso y funcionamiento que se convierte en un problema al iniciar estudios superiores en los que se da por hecha la cercanía a este tipo de tecnologías.
La universidad ha mejorado sus métodos de estudio de forma generalizada y se han ido implantando plataformas digitales y métodos de estudio online que complementan acertadamente los métodos presenciales tradicionales. Sin embargo, las personas que se acercan a estos métodos por primera vez se encuentran con una barrera de difícil superación a pesar de contar con el apoyo y la ayuda de familiares, amigos o compañeros más familiarizados con los métodos digitales.
La edad y la productividad
A pesar de todo, la edad no tiene por qué ser determinante en el uso de las TIC. Lo cierto es que la adaptación de una persona más joven a estas herramientas es mucho más sencilla y natural de lo que resulta para una persona de más edad. Sin embargo, tras la primera fase de acercamiento, la persona adulta suele tener una visión más provechosa de estas tecnologías ya que las visualiza como un método para conseguir un mejor rendimiento de actividades productivas.
Por su parte, las personas más jóvenes tienen una concepción mucho más cercana al ocio y la socialización centrando la atención y uso en aplicaciones de mensajería, redes sociales videojuegos.