
Esta semana pasada, en medio de tantas noticias desalentadoras sobre el avance de la corrupción en el Perú, ha ocurrido un hecho que, en mi modesto punto de vista, se configura como un posible respaldo al abuso policial, al racismo y a la injusticia, con un mensaje negativo: “Estamos en el imperio de la impunidad y hagas lo que hagas todo seguirá siendo más de lo mismo”.

La agencia Andina informó que “el policía acusado de matar a George Floyd, el afroestadounidense cuya muerte desencadenó una masiva ola de protestas contra el racismo y la brutalidad policial en Estados Unidos, fue liberado de una cárcel de Minnesota tras pagar una fianza de un millón de dólares, según documentos judiciales”.
El personaje en cuestión se llama Derek Chauvin, agente de 44 años que se hizo tristemente conocido por haber presionado su rodilla en el cuello de Floyd durante alrededor de nueve minutos causándole la muerte por asfixia tras detenerlo el 25 de mayo en Minneapolis, Minnesota. El agente afronta cargos por asesinato en segundo y tercer grado, y homicidio involuntario, pero pese a la gravedad (y también pese a la flagrancia) de lo ocurrido, fue puesto en libertad.
Si la justicia es darle a cada quien lo que le corresponde, todo indica que su liberación es cuestionable. ¿Por qué? Las explicaciones sobran, porque literalmente todo el mundo ha sido testigo (virtual) de las dolorosas imágenes del momento de la muerte de Floyd captadas por transeúntes con sus teléfonos celulares y que fueron transmitidas en vivo por internet, provocando un repudio generalizado en el mundo, tras lo cual se desató en el país el movimiento antirracismo más importante desde la década de 1960.
En el video se escucha a un agónico Floyd rogando por su vida antes de morir, pidiendo clemencia y diciendo, con lo poco de voz que podía pronunciar: “I can’t breathe” (“No puedo respirar”).
Ben Crump, abogado de la familia de Floyd, criticó la liberación del asesino: “Chauvin pagó una fianza de 1 millón de dólares, comprando su libertad después de robarle la vida a George Floyd”. Definitivamente, falta mucho para una auténtica justicia.