
La presencia de la muerte es signo de que hay vida, y que esa vida tiene un inicio y un final. Nuestra consciencia es atraída tanto a la muerte en sí, como a las muertes producto de determinadas circunstancias, estas últimas sirven para producir miedo generalizado, y con ello cierto control de las mentes y de la voluntad de las personas.
En ese campo de las muertes que producen desconciertos en las mentes de los humanos, se encuentran las producidas por las guerras, los desastres naturales y las enfermedades, más aún aquellas producidas por las epidemias y las pandemias. Estamos viviendo, desde finales del 2019 hasta la actualidad, el azote al mundo por la pandemia de la Covid-19, con los datos estadísticos que hablan de la magnitud de infectados y de muertos por esta pandemia, sigue asombrando y llamando la atención sobremanera.

Utilizando la información de la plataforma del Banco Interamericano de Desarrollo (2021), hasta el 7 de marzo se reporta que hay 116.849.432 infectados por Sars-cov-2 en el mundo y en América Latina alcanza la cifra de 22.020.580 que representa la quinta parte del total de casos del mundo. En cuanto al número de fallecidos por la enfermedad, a esta fecha llega a 2.593.222 en todo el mundo y América Latina aporta con 697.222 muertes. El país poderoso, con alta tecnología y recursos, como es los Estados Unidos de Norteamérica, para esta fecha tiene 29.069.985 personas infectadas y 524.907 fallecidos, que le ha convertido en el país con el mayor número de casos y de muertes del mundo.
Asombra la cantidad de muertes, a pesar de contar con conocimientos científicos que avalan explicaciones y metodologías, la pregunta que surge es: ¿Por qué continuamos con magnitudes elevadas de muertes y de infecciones por Sars-cov-2?
Varias son las respuestas que se puede realizar dependiendo de las geografías humanas, en donde se crea y recrea las decisiones y los haceres sociales, forjando la humanidad en ese constante cambio y trasformación, entre ellas: a- la primera es que las personas no aplicamos las medidas de distanciamiento físico y el uso de mascarillas además del lavado de manos; b- que los gobiernos no han podido aplicar masivamente las medidas de prevención; c- que existe imposibilidad para aplicar la vacunación masiva en cada país; d- a pesar de los conocimientos sobre la pandemia, todavía hay indefiniciones o incomprensiones para transformarles en acciones preventivas, y otros procesos para el desarrollo de la vida; e- los intereses de las corporaciones y estructuras que existían o se han organizado para atracar los fondos en estos momentos de crisis sanitaria-económica y social; f- la desvalorización de otros saberes que pudiesen ser efectivos para contrarrestar los efectos nocivos de la enfermedad o para inhibir al virus.
En ese escenario complejo, de multitud de variables de las dimensiones sociales, económicas, culturales, biológicas, psicológicas, religiosas y más, el servicio de salud de cada localidad debe dar respuestas operativas a la demanda por atención a la enfermedad, no solo por Covid-19 sino por las demás enfermedades o daños a la salud.
Es en ese espacio en el que me encuentro al momento, haciendo fila para la atención en un servicio de salud pública de mi país, el Ecuador, perteneciente al Instituto de Seguridad Social (IESS), para ser atendido por presentar hemiparesia del lado derecho del cuerpo. Esto es, se está paralizando la mitad de mi cuerpo, el del lado derecho, además con trastornos en el habla y alteración de la coordinación visoespacial, y la alteración del equilibrio.
Cuando se trata de cuadros clínicos con afección cerebral y de presentación aguda, más aún, teniendo conocimientos sobre medicina, nos abrumamos de ideas negativas, en donde una de las situaciones de la evolución es la muerte debido a la enfermedad y por los factores de riesgo como la edad y patologías concomitantes, se suman y aumentan la probabilidad de este suceso. Me encuentro en el grupo de las personas de alto riesgo médico.
En los diferentes espacios y recorridos que se debe hacer para los exámenes y valoraciones uno se encuentra con varios acompañantes, otros personajes que están camino a la muerte, y en ese caminar hospitalario el médico neurocirujano, se acerca y me informa de manera pausada y cortés que tengo una hemorragia subdural traumática crónica que requiere intervención quirúrgica de urgencia.
Me dije para mis adentros, llegué a la puerta de la muerte. Todo puede pasar a partir de allí, salir con vida o morir, o salir con vida y después presentarse las afecciones producto del daño que pudo ocasionarse en el cerebro, que no es previsible en estos instantes, pero lo que más me aturdía era que esos daños o compromisos fisiológicos no puedan solucionarse… y así recorrió por mi mente varias elucubraciones y una de las premisas que domino el pensar y recorrió todo mi cuerpo, fue que se debe dejar en manos del equipo médico, estar en paz y con bastante tranquilidad con uno mismo; no podría responder como se produjo esa tranquilidad nunca antes sentida, pero eso sucedió, sólo pedí a la vida que si debo seguir vivo lo haga con la menor cantidad de secuelas, caso contrario que le agradecía por haber sido conmigo muy generosa, pero que prefería morir.
En el camino del regreso de la puerta de la muerte, que significa otro recorrido, me encontré con otros compañeros en ese viaje, entre ellos en cuidados intensivos estaba Kevin, un joven de 22 años de edad, quien fue víctima de un asalto para robarle la moto y todas las pertenencias, tiene un trauma craneal. Con él compartimos este espacio en las primeras horas de los postoperatorios, luego él fue a sala general de cirugía, unos dos días antes, y cuando me llevaron a esas salas, mi sorpresa fue grande, nos encontramos de nuevo compartiendo la misma sala, más aún nos dieron de alta el mismo día y hora.
Él es un joven emprendedor, con sueños de ser un hombre de bien y de buenas costumbres, que se esfuerza por salir de la situación económica, y ser reconocido por sus saberes, dispuesto a seguir adelante en la capacitación para contribuir de mejor manera al desarrollo de la sociedad. Sueña con ser ingeniero eléctrico.
Desarrollamos una relación amistosa, espero que perdure, para aprender de él la fuerza de seguir buscando caminos que le lleven a cumplir sus aspiraciones.
Los dos fuimos testigos de la atención medica recibida. A pesar de los problemas de funcionamiento debido a la división de espacios para la atención a personas con Covid-19, lo primero que atrae la atención es la división del espacio físico para atención a las personas con patología Covid-19 y no Covid-19 eficientemente.
Pero los servicios funcionan cumpliendo un bagaje de normas relacionadas a evitar el contagio con Sars-cov-2. Hay un cambio en esa práctica hospitalaria, para ello es necesario contar con el presupuesto necesario, por lo tanto, la capacidad de las instituciones de solventar los costos que implican esos procesos preventivos.
Todas las formas de actuar del personal, es sumamente coordinado y rutinario, ejecutan las normas, diría automáticamente, con el uso de las mascarillas, el distanciamiento físico entre las personas, aunque no siempre es posible aplicar en el cuidado al paciente, además del lavado de manos, colocación de alcohol, etc., etc. Estoy evidenciando que lo imposible es posible, pero se requiere fuerza, disciplina, entrega y el deseo de hacer bien.
La práctica de salud siempre ha estado cruzada, por la capacidad de demostración del lazo afectivo entre las personas enfermas y sus familiares con el personal que prodiga la atención. A pesar del uso de la tecnología médica que distancia la relación con la persona enferma y sus familiares, encontré que estaba presente en los diferentes servidores de la salud, de manera particular en el personal de enfermería, quienes entregadas a las ejecutorias de las responsabilidades a su cargo, encuentran en ese espacio de alto trajín, el tiempo para dar afecto, consideración, respeto a todos y cada uno de las personas, diría con un trato no discriminatorio por condiciones sociales, económicas o culturales, dando a cada quien según sus necesidades.
Al estar distanciados de la familia, por la restricción de la visita de los familiares, los enfermos nos sentimos alejados, solos, pero el trato profesional y afectuoso del personal de Enfermería nos devolvía la confianza y tener fe que la salud se puede recuperar favorablemente. Esta es una buena demostración de que en épocas de crisis las personas optamos con formas humanas de actuar para propiciar el crecimiento de lo humano.
Debo insistir, que no sólo fue el actuar profesional del personal de salud, sino ese entregarse a los demás sin discrimen. Me satisface el saber que existe espacios en donde se crea y recrea la humanidad. En donde fluye uno de los sentimientos nobles como es el afecto, el que no requiere hacer esfuerzos, sino solo el espacio del dar sin esperar reciprocidad, solo entregan el afecto y generan espacios de convivencia sanos, liberado de la violencia.
Que la vida recompense a este grupo de seres humanos, por esa entrega, dotándoles de paz, armonía y felicidad.
Esta es la práctica necesaria que debe desarrollarse para acrecentar la nueva humanidad, pensándose como colectivo, como parte integrante de la comunidad, en donde domine el criterio del cuidarnos, que es la mejor arma preventiva para una variedad de enfermedades, entre ellas las infectocontagiosas.
Como parte final de esta experiencia de vida, replico lo dicho a Kevin, estamos aquí y es por algo, la vida requiere de nosotros y debemos encontrar esa razón o motivo, siendo necesario entregar nuestro mejor esfuerzo para visualizar, comprender, hacer nuestro, y ejecutar las acciones que sirvan a ese objetivo de la vida de los demás y con ello acrecentar la humanidad.
Referencia Bibliográfica.
Banco Interamericano de Desarrollo. (2021). Situación actual de la pandemia. Revisado el 9/03/29021. Disponible en: https://www.iadb.org/es/coronavirus/situacion-actual-de-la-pandemia