
Cada día que pasa me sorprende más la “capacidad” de algunos líderes políticos, tertulianos, etc. para lanzarle al público, alegremente y sin el menor rubor, manifestaciones que carecen de sentido o que evidencian una contradicción en sí mismas.

Ciertamente, eso a lo que he denominado “capacidad” es más bien una mezcla de ignorancia/tontería, prepotencia y desvergüenza, a la par que una falta de respeto a la inteligencia del auditorio.
Pero, asimismo, no es menos cierto que el tal auditorio, tampoco reacciona generalmente haciendo uso de su intelecto –quizás, en algunos casos, activado en modo rebaño-. Pues de hacerlo rechazaría la píldora con lo que se evitaría la retroalimentación a esos comunicadores en sus reservas de prepotencia y demás virtudes
Pongamos unos pocos ejemplos de ese tipo de mensajes a los que me refería:
- Se viene predicando -absurdamente y hasta el hartazgo- que cuando los ciudadanos reparten su voto entre distintos partidos políticos, les están pidiendo que pacten para formar gobierno. Ello cuando la realidad es que el ciudadano únicamente le pide, al partido por él votado, que cumpla su compromiso electoral y que tan sólo pacte con otros si ello le permite un mejor desarrollo de aquél.
- El Govern de la Generalitat mantiene no haber cometido ilícito alguno en el denominado “procés” y, a la vez, se congratula de la absolución de sus mandos policiales reafirmando que siempre cumplieron con la legalidad vigente, teniendo en cuenta que -precisamente- ese respeto a la legalidad les llevó, según su mando superior, prácticamente a detener al President del Govern, justo porque éste se apartaba de la ley.
- En TV3 un médico afirma que al no ser las “vacunas” covid esterilizantes, la vacuna protege de la enfermedad en grado grave pero no evita el contagio por transmisión. Al poco tiempo el mismo actor indica que conviene vacunar al máximo para evitar la transmisión.
Es de ver que tales comunicados (del todo absurdos) y otros del mismo patrón con los que se nos castiga a diario, precisan de unas enormes “tragaderas” por parte de muchos de sus receptores pues, de no darse éstas, aquellos mensajes y sus autores serían rechazados y ridiculizados al máximo.
En definitiva, que la “tontez” aumentará mientras las “tragaderas” no se taponen, aunque sea un poquito.
Por el bien de todos, convendría actuar en ese doble sentido: rogar a algunos que dejen de decir sandeces en la medida en que les sea posible (a alguien seguramente le costará un poquito) y también rogar a algunos otros que, ante una sandez, conviene reaccionar y no tragársela.
Y digo lo anterior aceptando haber proferido tonterías y habiendo comulgado con alguna que otra, a lo largo y ancho de mi vida. Que nadie está libre de culpa.