He recordado la noticia que publicó El País hace unas semanas sobre un [Enlace retirado]:
Cobrar por sacar buenas notas. Ésta es una de las polémicas medidas que desde septiembre pasado ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Nueva York para estimular en sus estudios a los estudiantes de educación primaria y secundaria…La idea es premiarles con cinco (3,19 euros) o 10 dólares (según la edad) por acudir a los exámenes de inglés y matemáticas y darles hasta 20 (12,78 euros) o 40 dólares (25,42 euros), según los resultados que consigan.
Me parece una buena idea y no entiendo a quienes la consideran polémica. Es algo que se lleva haciendo toda la vida: aquello de la famosa bicicleta prometida a Zipi y Zape. Incentivar en base a premios puede estar en desuso —no conozco el state-of-the-art en psicología— pero cuando yo era niño se usaba y mucho, de eso estoy seguro.
También hay que tener en cuenta que estas medidas van dirigidas a colegios en barrios conflictivos y con altas tasas de pobreza. Lugares donde no se encuentra el típico ambiente de fomento del estudio y donde los padres carecen de medios para ofrecer incentivos mas románticos. Es más, en realidad los niños ya están sometidos a incentivos económicos, pero justamente para dejar el colegio, como explica la directora de un centro del Bronx:
Estamos compitiendo con las calles. Los niños pueden ganar 50 dólares de forma ilegal cada día. Tenemos que hacer algo para contrarrestarlo.
Es difícil encontrar un argumento que rebata a eso; aunque siempre hay alguien que lo intentará:
Los premios, igual que los castigos, sólo producen obediencia temporal. Es más fácil sobornar a los niños sin hacerse preguntas que crear un sistema educativo en el que se alimente la curiosidad innata por aprender [sic] […] Desgraciadamente, no creo que promuevan una actitud hacia el aprendizaje sino, simplemente, una mejora en sus notas.
Me parece algo naïf. Respecto a la curiosidad innata por aprender, lo que esta claro —y a los hechos me remito— es que en determinados ambientes dicho instinto esta más que silenciado. Luego esta eso de que la medida «no promueve una actitud hacia al aprendizaje», «simplemente mejora sus notas». ‘Simplemente’ dice. Que los chavales mejoren sus notas es, no solo un triunfo en si mismo, sino la mejor forma de promover su actitud hacia el aprendizaje.
La realidad es que si las notas no sirven para nada, el que estudia más es —a la vista de sus compañeros más pragmáticos— un idiota. Las promesas de un futuro mejor, una existencia más plena o mayores niveles de realización personal, son cosas que suenan bien, pero que no significan nada para un niño.