
Sondeo realizado por Metroscopia. El 87% es pesimista ante la situación política. El 71% (20 puntos más que en marzo) rechaza la gestión de Rajoy y el 85% desconfía de él. Rubalcaba sigue cayendo. El 92% de la española evalúa de forma claramente positiva la preparación y competencia de los médicos y del personal de enfermería de los centros públicos.
El calendario electoral ha quedado despejado para muchos meses, salvo imprevistos, y los dos principales partidos tienen tiempo para intentar recuperar su imagen y frenar la acelerada desafección hacia el bipartidismo. El problema es que tendrán que hacerlo en una situación económica adversa, con medidas tan impopulares como la del recorte de pensiones y, además, en ausencia de líderes políticos valorados y reconocidos entre los ciudadanos.

Según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS, el 87% de los ciudadanos valora negativamente la situación política, precisamente en un momento en que la crisis ha instalado elpesimismo sobre la economía. Y para hacer frente a esa situación hay un presidente del Gobierno que tiene la menor valoración de su historia, un Ejecutivo que no ha dejado de perder credibilidad y una alternativa en el principal partido de la oposición que sigue declinando mes a mes y sin freno. Así, el 75% de los consultados tiene una impresión negativa del conjunto del Gobierno; el 73% es crítico con la forma en que hace frente a la crisis y el 68% asegura que no para de improvisar.
Al frente de todo eso está Mariano Rajoy, con una desaprobación del 71%, 20 puntos más que en el mes de marzo y con tendencia a acelerar su deterioro, incluso entre sus votantes. Obviamente, en la encuesta no está computado todavía el efecto del recorte de las pensiones, que supone incumplir su principal promesa electoral, casi la única que le quedaba por saltarse. Rajoy nunca ha tenido vocación de líder y más bien ha actuado como gestor discreto en toda su trayectoria. No tiene intención de asumir públicamente las medidas impopulares o intentar tirar del pesimismo general con sus mensajes.
El propio José María Aznar describe en sus recientes memorias de forma parecida al ahora presidente del Gobierno al razonar los motivos que le llevaron en su momento a designarle su sucesor. El aspirante con capacidad de liderazgo era Rodrigo Rato, y la segunda opción, la del gestor negociador, era Rajoy. Solo la reiterada negativa del primero y la imposible previsión de la crisis actual facilitaron que Rajoy fuera el sucesor. De entonces data la leyenda del Rajoy previsible, pero ahora la inmensa mayoría sostiene que improvisa y hasta el 60% de sus votantes dice tener poca o ninguna confianza en él. Renuncia a liderar la situación, reduce al mínimo sus apariciones en los medios y, sobre todo, solo debate y comparece en el Congreso lo estrictamente legal y obligatorio. Arrastra así al resto de su Gobierno al mínimo de valoración en menos de un año de gestión.

Algunos ministros, además, colaboran al deterioro con sus propias decisiones, como Alberto Ruiz-Gallardón, que es ya el segundo peor valorado, solo superado por José Ignacio Wert. El ministro de Justicia, que empezó su mandato entre los mejor valorados, sufre el desgaste dela generalización de las tasas judiciales, rechazada por todos los sectores y grupos políticos. El 81% entiende que no está justificado el copago de Gallardón y hasta el 69% de los votantes del PP está en contra de una medida que está congelada por errores de gestión.
En la oposición no hay alivio, porque la valoración de Alfredo Pérez Rubalcaba es mucho peor que la de Rajoy: hasta el 81% de sus votantes desconfía de él.
La desafección se extiende a otros dirigentes, porque el 57% asegura que Artur Mas debería dimitir tras perder 12 diputados el 25-N. Hay que hacer la salvedad de que la encuesta está hecha en toda España, pero el 76% ve desactivada la posibilidad de que Cataluña avance hacia la independencia. Como si el fracaso de Mas hubiera hecho un favor a España, vacunando contra aventuras y órdagos secesionistas.
En voto, el PP ha perdido desde hace un año 13,3 puntos y está en el 31,3%, y el PSOE está ya en el 22,7%, seis puntos menos que entonces y con tendencia a la baja. IU y UPyD siguen beneficiándose del descalabro del bipartidismo con un 13,3% y un 10,2% respectivamente.
Los españoles vivieron inicialmente la actual crisis económica como una especie de sunami: algo imprevisto, súbito y devastador. Luego, tras tomar gradualmente conciencia de la catastrófica situación resultante, concluyeron que el país había quedado tan dañado y empobrecido que tardaría muchos años en recuperarse. Y eso empezó a dar gradualmente paso, en el ánimo colectivo, a un sentimiento nuevo y crecientemente detectable en los sondeos: irritación, y aun cólera, ante la persistente total impunidad de todos los que provocaron el actual drama colectivo, o lo permitieron o de él sacaron provecho. Los ciudadanos soportan cada vez peor —los datos de opinión son cada vez más rotundos— que el Gobierno tenga que dar sucesivos, y al parecer inacabables, giros de tuerca en los recortes de prestaciones y en las subidas de impuestos, en gran medida como consecuencia del dinero público que fue preciso bombear a determinadas instituciones financieras mal gestionadas y expoliadas sin que, a cambio, se haya exigido reparación alguna a quienes las condujeron a tan crítica situación.

Pero hay una línea roja que la ciudadanía no parece dispuesta a permitir, resignadamente, que se traspase: la que delimita a la Sanidad Pública tal y como hasta ahora ha venido funcionando. Una reciente encuesta de [Enlace retirado] mostraba que dos de cada tres españoles creen preferible que se deje quebrar los bancos y cajas que se hayan hecho merecedores de ese final antes que dañar nuestro actual sistema público de salud. Este constituye un intenso motivo de orgullo nacional, la auténtica joya de nuestra corona institucional. Y en este tema la ciudadanía sabe de lo que habla: el 69% de todos los españoles utiliza solamente la sanidad pública; un 24% utiliza tanto la sanidad pública como la privada, según los casos; y solo un 7% utiliza exclusivamente la sanidad privada.
Los datos del actual sondeo son inequívocos: el 92% de toda la población española evalúa de forma claramente positiva la preparación y competencia de los médicos y del personal de enfermería de los centros públicos; un 90% evalúa también así la atención hospitalaria que reciben los enfermos; en caso de urgencia o emergencia, un 71% preferiría acudir —si le diesen a escoger— a un hospital público antes que a uno privado; y en caso de una operación —grave o no—, más del 70% seguiría optando por el hospital público. ¡Y esto lo dice incluso la mayoría (el 54%) de quienes solo utilizan la sanidad privada!
La privatización de la gestión de los hospitales públicos despierta un recelo claramente mayoritario tanto entre quienes solo utilizan la sanidad pública como —significativamente— entre quienes acuden únicamente a la sanidad privada. Ni unos ni otros creen que con esa gestión privatizada se vaya a mejorar el sistema sanitario, ni las listas de espera ni los medios técnicos ni el material, ni la atención médica ni los tratamientos.
El mensaje ciudadano parece claro: dejen la sanidad pública así, no experimenten con ella, no la toquen. Al precio que sea.
Fuente: unión de dos noticias de elpais.com está y está. Sondeo de Metroscopia.