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Blog de Ciencias Sociales y Sociología | Ssociólogos

La cultura de la violencia en EE.UU ahoga a toda la sociedad incluida la juventud

abril 23, 2013
La cultura de la violencia en EE.UU ahoga a toda la sociedad incluida la juventud

La Segunda Enmienda permite a cada ciudadano norteamericano tener un arma y las masacres en escuelas y campos universitarios no son nada frente a la poderosa asociación nacional del rifle (LRA).

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Los últimos acontecimientos en Estados Unidos – horribles por supuesto – nos trae la pregunta del ¿por qué?. Sencillamente porque quien siembra vientos recoge tempestades. En ese país existe una cultura que promueve la violencia y quizás se pudiera ir más allá hacia el modelo socioeconómico reinante: la ley del más fuerte. Estados Unidos es el campeón del mundo en que sus ciudadanos cometan actos de violencia mortal contra profesores, administradores y estudiantes en campus universitarios y escuelas, simplemente porque hasta algunos de primaria van armados a clase con el consentimiento de sus padres.

¿Cuál será el objeto que se encuentra en la mayoría de los hogares norteamericanos? ¿Será una sartén, un móvil, una Biblia o un Corán? ¿Una pistola? Puede se cualquiera de ellas. Pero la pistola no faltará. Porque en Estados Unidos, 310 millones de personas cuentan con 270 millones de armas. Más de 88 armas por cada 100 habitantes. Para los norteamericanos poseer armas es lo más común y esto tiene una tradición que está anclada en la Constitución.

A diario mueren entre Nueva York y San Francisco unas 50 personas víctimas de una arma de fuego. En dicho país no se cree, o por lo menos hay una gran discusión al respecto, que endureciendo las leyes de posesión de armas se reduciría el número de homicidios. La Asociación Nacional de propietarios de armas (NRA), el lobby más poderoso a favor de la posesión de armas en manos privadas, considera que sucedería lo contrario y exhorta a armar a maestros y alumnos, así ellos mismos podrán defenderse. Y tener guardas armados a la entrada de las escuelas, colegios y universidades.

Quienes se oponen a armar a los maestros, y todos los demás, parecen coincidir con muchos norteamericanos y esperan que el presidente Barack Obama endurezca la ley de posesión de armas. En algunos Estados de la Unión Americana es más fácil hacerse de una pistola que de una licencia para conducir. En Estados Unidos casi todos los ciudadanos van armados al trabajo a su gabinete.

El propio estado promueve la idea de que las armas y su uso han sido la clave histórica para conseguir la libertad. La política armamentista del presidente Bush alimentó esta ideología en una sociedad con un marco de conflicitividad social alarmante, pensado que ese tipo de masacres cada cierto tiempo dan más poder a la Casa Blanca y el dolor, el pueblo norteamericano lo olvida pronto, pero el poder real queda en mejores manos. Estados Unidos posee casi un arma por habitante, sumado a esto es necesario destacar los altos niveles de desigualdad social que existe en el país: los altos índices de pobreza, de encarcelamiento y de represión. No es el “País de la libertad” como se dice y algunos creen.

La Segunda Enmienda es la clave para defender falsamente una libertad y esa cláusula de la Constitución es inalterable

Este país recoge en la Segunda Enmienda de su Constitución el derecho de los ciudadanos a portar armas de fuego que Obama trata de limitar contra la Asociación Nacional del Rifle (NRA), con éxito muy limitado. La tradición que genera esta disposición legal crea una espiral diabólica en la que la existencia de delitos promovidos con armas de fuego hace que en medio de ese ambiente armado cualquier matanza motive que las personas -en sí pacíficas-vayan a la armería a dotarse de un revolver de 9 mm “solo para defenderse” lo que a su vez promueve su uso.

Sin lugar a dudas acontecimientos como la masacre cometida por Adam Lanza en la escuela Sandy Hook, en Newtown, Connecticut, el pasado 14 de diciembre y los anteriores en las escuelas Virginia Tech y Columbine no serán los más impresionantes ni los últimos.

Estados Unidos es un país que desde el 11-S ha sido victima de una paronoia generalizada y obsesiva por la seguridad, predicada desde la presidencia y todos los altos magistrados. Se ha justificado una guerra en la que casi todos los días se reportan tragedias de la misma o mayor magnitud de la ocurrida en el Maratón de Boston porque el que haya sido “con bomba” y no con un arma, no quita en nada a la violencia sangrienta.

La violencia de Bush iba contra la mayor amenaza a la seguridad nacional o sea el terrorismo o los regímenes islámicos sin pensar que la mayor amenaza contra el ciudadano de a pie era su propia población y el porte de millones de armas que circulaban libremente.

El gobierno norteamericano gasta miles de millones de dólares de su presupuesto para el Departamento de Seguridad Interna, a pesar de ello y de los códigos de color para alertas de amenazas a la seguridad nacional, hay muy poca regulación y es muy limitado y a veces nulo, el control de las aproximadamente 200 millones de armas de fuego en manos privadas en este país, suficientes para armar a cada hombre y mujer.

No hay un registro preciso de armas de fuego en manos de civiles en los Estados Unidos. Se calcula que son más de doscientos millones de pistolas, revólveres, rifles y armas de guerra que, en la mayoría de los estados, pueden adquirirse con un fácil trámite en que teóricamente basta con no tener antecedentes penales y unos dólares obvian los inconvenientes, conociéndose el grado de corrupción de cualquier autoridad federal.

Según cifras oficiales del Centro Federal de Control de Enfermedades, en los últimos cinco años (las cifras más recientes son de 2009), más de 148.000 personas han muerto por arma de fuego en Estados Unidos, de éstos, 14.500 eran menores de edad. En un solo año murieron 29.569 personas por arma de fuego, un promedio de 81 personas al día o una persona asesinada cada 18 minutos, según la organización Brady Campaign to Prevent Gun Violence, basándose en cifras oficiales.

De acuerdo con el Brady Campaign, se calcula que el 39% de los hogares en el país tiene un arma de fuego. Se registran ventas de entre 3 a 4 millones de armas de fuego al año, y se calcula que entre uno y tres millones adicionales se intercambian en mercados secundarios. Los heridos por bala sumaron 69.825 en 2005; más de 191 al día. Una investigación de los costos económicos directos e indirectos de la violencia con armas de fuego en Estados Unidos se calculó en 100.000 millones al año, informó el Brady Campaign.

Sin embargo y a pesar de tener una lamentable tradición de matanzas como la que empezó en un cine de Aurora, Colorado, en julio 2012, que provocó 12 muertos y casi 60 heridos, y un crimen aún más grave en la escuela de Sandy Hook, Newtown, Connecticut, con un saldo de 26 víctimas fatales casi todos niños, han sido algunos de los incidentes que han marcado las vidas de los adolescentes norteamericanos.

Se puede incluir la muerte de cinco niñas en la escuela rural de Amish, no se ha promovido en un mayor control de armas. De hecho, organizaciones que se dedican a promover leyes de control informan que la mayoría de los estados no requiere que los dueños de armas tengan licencia o que sean registradas y miles de armas se compran en ferias sin verificación del historial criminal del comprador, mientras que los bancos de datos sobre criminales no están actualizados, permitiéndose que delincuentes obtengan armas fácilmente. Peor aun, la agrupación New Yorkers Against Gun Violence recordó que “desde la tragedia de Sandy Hook, es ahora más fácil obtener armas”, y detalla cómo gobiernos estatales han promulgado leyes que minan esfuerzos para controlar las armas. Además, acusa que el Departamento de Justicia ha promovido medidas que hacen más difícil detectar quién está comprando armas, mientras que el Congreso ha promulgado medidas que en los hechos facilitan el tráfico ilegal.

La falta de un control de armas de fuego ha sido un triunfo de poderosas agrupaciones de cabildeo, en particular la Asociación Nacional del Rifle (NRA), que ha convertido el derecho a portar armas en una misión sagrada y patriótica.

Aún se recuerda al actor Charlton Heston, al más adorado de sus presidentes de la NRA levantando su rifle del tiempo de la guerra civil, en vísperas de su muerte. Tal foto está enmarcada en miles de hogares norteamericanos.

A pesar de que está demostrado que la interrelación entre los parámetros de delitos violentos, número de presos, la vergüenza de las torturas de Guantánamo, el planeado o frío asesinato de Bin Laden a manos de los Navy Seals, los asesinatos de los drones sin piloto de Barack Obama en Afganistan, Pakistán e Irak, aplicación de la pena de muerte y permiso para comprar armas forman un entramado que retroalimenta a una de las sociedades más violentas del mundo, los dirigentes políticos siguen sin tomar posiciones frente a la libertad de venta de armas y de su uso restringido porque entienden que es una costumbre tan arraigada en Estados Unidos que enfrentarse a ella tendría negativas influencias electorales.

Estados Unidos es la mezcla o el coctel de una de las sociedades más avanzadas con innumerables lastres arcaicos que determinan que la dureza de la ley, la violencia y una de las poblaciones reclusas proporcionalmente más grande nos inviten a dudar de la solidez de ese sistema de vida.

La juventud en Estados Unidos: frustración, incertidumbre y violencia

Los males que afectan a la sociedad estadounidense, en particular el deterioro de la situación económica, y una crisis sin precedentes de los valores morales, impactan de forma significativa en los jóvenes.

Ahora el nivel de desempleo, que alcanza casi un ocho por ciento entre la población económicamente activa en Estados Unidos afecta en particular a la juventud. Es un factor determinante: según un informe de enero del Buró de Estadísticas del Trabajo, el 21% de las personas entre 16 y 24 años no tienen trabajo.

Pero no siempre lo ha sido y la violencia tiene otras muchas causas. Alrededor de 12% de quienes terminan sus estudios universitarios, no logran un empleo fijo tras terminar sus carreras respectivas.

En cuanto a la deserción escolar, solo en el estado de Nueva York el 12% de los estudiantes abandonan las escuelas secundarias antes de terminar, lo cual contribuye a que el 20% por ciento de los jóvenes entre 17 y 24 años estén fuera del sistema educacional y además sin trabajo, afirma un estudio reciente de la Unesco.

Pero en realidad para los jóvenes graduados la tasa es más alta, acota un informe especializado del Fondo Monetario Internacional, porque muchos de ellos terminan sus estudios y se van a otros países a impartir clases de inglés o realizar trabajos de menor envergadura porque no encuentran empleo en su país.

Según un artículo publicado a principios de febrero en el diario USA Today, los jóvenes norteamericanos viven hoy en un ambiente de incertidumbre y violencia por los efectos del colapso económico, las bajas norteamericanas en las guerras en Medio Oriente y los tiroteos fatales en las escuelas, en la universidad o en algunos pubs.

La actual generación sufre una afectación significativa por su papel directo o indirecto en los conflictos que generó el presidente Bush, que han causado en los últimos años más de 6.000 muertos y 50.000 heridos, en particular en las contiendas en Irak y Afganistán.

Entre otros eventos traumáticos para la juventud en los últimos años, los medios señalan siempre los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, que ocasionaron unos 3.000 muertos, y el huracán Katrina de 2005, que provocó más de 1.800 víctimas fatales. Pero la mayoría no saben que los que pagaban y dirigían a los terroristas el 11-S 2001 tenían la piel más blanca que los islamistas. La falta de información, los montajes de las organizaciones que dependen incluso de la Casa Blanca, del Pentágono, de las agencias especiales de información, de los cuerpos armados especiales y las mentiras de muchos medios tan corruptos como sus grandes jefes han desorientado a la juventud norteamericana. ¿Quién es el bueno? ¿Quién el mafioso? ¿De dónde sale el dinero? ¿Dónde está la corrupción?

La publicación compara los traumas actuales con las tensiones similares que enfrentaron los jóvenes estudiantes en las décadas de los años 60 y 70 en torno a la posibilidad de un holocausto nuclear y su participación forzosa en la guerra contra Vietnam. Y aún sin reponerse llegaron la invasión a Irak y luego Afganistán. Y …ahora Corea.

La juventud norteamericana -empezando desde la infancia- es sobre todo mucho más agresiva, como resultado directo de una violencia constante no solo por la actual crisis sino porque ha perdido su norte y nadie en las alturas del poder tiene brújulas (o no le interesa tenerla para manipular a los boys), eso se observa en las noticias y en los programas televisivos que muestran héroes con actitudes violentas y por no hablar de ciertos videojuegos que distorsionan aun más las realidades señalan especialistas.

Los medios de difusión son un arma de doble filo, porque podrían ayudar a aliviar el efecto negativo de sucesos violentos, pero a la vez traumatizan a los niños y adolescentes que están expuestos de forma continua a esas acciones.

El flagelo de las drogas es otro mal que corroe a los jóvenes de Estados Unidos, y de acuerdo con la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, Estados Unidos encabeza la lista de naciones consumidoras de drogas, debido a que sus ciudadanos usan por año entre 150 y 160 toneladas de cocaína. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 41% de los jóvenes norteamericanos que asisten a las escuelas secundarias y el 47% de los preuniversitarios consumen estupefacientes. Unos 17 de cada 1000 jóvenes en el país son víctimas de hechos violentos ocasionados por el consumo excesivo de drogas y alcohol.

El caballero cadete de las escuelas militares norteamericanas ha dejado de serlo excepto por el blanco uniforme y la forma de saludar

Revelaciones recientes señalan que en las escuelas militares la situación es preocupante, como ocurre en la Academia Naval con sede en Annapolis, estado de Maryland, donde tras una investigación de 11 meses, las autoridades expulsaron del centro a 27 cadetes.

Al respecto, el diario Stars and Stripes refiere que los estudiantes consumen marihuana sintética en la escuela, cocaína, mefedrona, mescalina y hongos que producen efectos psicodélicos.

La mefedrona es similar al éxtasis o la cocaína y en ocasiones se vende como sales de baño en Estados Unidos, según dijeron los investigadores, quienes señalaron que más de 500 alumnos del centro utilizaban sustancias de este tipo de una u otra forma.

Algunos estudiantes tenían botellas de refrescos con compartimentos secretos donde escondían sus drogas, y disponían de métodos para alterar las pruebas de orina que se les realizaban habitualmente con el fin de detectar el consumo de estupefacientes. Todo esto ocurría en una institución de enseñanza militar que se fundó en 1845 y se considera una de las más prestigiosas de Estados Unidos.

Por otra parte, los delitos sexuales constituyen otro mal que afecta a la juventud norteamericana, y en los últimos meses hubo un incremento sustancial en ese asunto.

Según la organización no gubernamental Red contra los Abusos de Género (RAG), más de 200.000 mujeres son violadas cada año en Estados Unidos, el 80% de ellas tienen menos de 30 años, y una entre cinco víctimas son estudiantes universitarias. Los jóvenes dentro de las instituciones armadas sufren también los efectos de conductas sexuales inapropiadas.

Un informe reciente del Pentágono reconoce que la mitad de las mujeres militares norteamericanas enviadas a Irak o Afganistán fueron víctimas de acoso sexual y el 23% de ellas afirman haber sido violadas.

Además, una treintena de instructores de la Base Aérea de Lackland, en el estado de Texas, fueron detenidos durante una investigación en el que 54 mujeres reclutas se reportaron como víctimas de diferentes modalidades de acoso sexual, incluyendo la violación, en esa instalación militar.

Estos y otros males mantienen a la juventud en un estrés constante, pues una investigación publicada a principios de febrero por la revista Time mostró que los norteamericanos entre 18 y 33 años sufren los niveles más altos de tensiones emocionales.

Alrededor de 40% de este segmento poblacional reportó que su nivel de estrés se incrementó en los últimos 12 meses y que las causas principales estuvieron relacionadas con problemas en sus puestos de trabajo, el dinero y la amenaza del desempleo.

El incremento de la violencia, la incertidumbre sobre la economía familiar, el desempleo y las consecuencias de la participación de Washington en conflictos en otros países es probable que se mantengan en los primeros planos de las causas de la frustración entre los jóvenes norteamericanos en el futuro previsible.

Artículo visto en diasporaweb.com