José Manuel Fresno, la opinión de un sociólogo. Director gerente de la Fundación Luis Vives.
¿Qué papel juega el trabajo en la sociedad?
El empleo es un elemento esencial para el sostenimiento y desarrollo de cualquier sociedad. En términos globales, porque es la base de la economía productiva y, como tal, un factor básico para el crecimiento y funcionamiento económico. Pero el empleo funciona también como factor de cohesión y justicia social, posibilitando la participación de las personas, la distribución de la riqueza, la garantía de los derechos…
Además, a nivel individual, el empleo actúa como elemento de integración social, permite la mejora de los estándares de vida y las cotas de bienestar personal y social y, en definitiva, permite a las personas llevar una vida más digna. Lógicamente estamos hablando siempre de los empleos que cumplen los mínimos estándares de calidad.
En este marco ¿qué significa socialmente el desempleo?
El desempleo es una situación anómala, fuera de lo deseable. Si el empleo es un factor de inclusión e integración de las personas dentro de la sociedad de la que forman parte, el desempleo es lo contrario, un factor de desintregración. Al quedar al margen de la estructura productiva, las personas desempleadas se alejan simbólica y fácticamente del sistema global de sus sociedades, de la participación, la riqueza y la garantía de los derechos que se articulan en torno al empleo.
Una persona desempleada recibe, en el mejor de los casos, una remuneración limitada, escasa por lo general. Esto restringe sus capacidades personales de desarrollo, y a menudo también las familiares. El desempleo, a su vez, aleja a las personas de otras posibilidades de participación social y de oportunidades de socialización, por no contar con los medios suficientes para poder participar activamente en la dinámica social.
El desempleo, por tanto, expone a las personas a una situación de vulnerabilidad ante la exclusión social. Hay una cuestión de status y reconocimiento e interacción asociado al empleo.
¿Qué peso tiene el desempleo en la situación de los colectivos en dificultad social?
Aunque el empleo no es la única vía de integración social de las personas, sí es la fundamental en términos de participación y normalización. A través del empleo, los derechos formales se convierten en derechos fácticos; pensemos, por ejemplo, en el derecho a una vivienda digna y qué complicado es alcanzarlo sin tener empleo.
Los colectivos con dificultades de acceso al empleo o tienen bajos niveles de cualificación, o problemas personales, o son víctimas de prácticas discriminatorias como consecuencia de su origen étnico, racial, sus condiciones físicas u otras causas. En todos estos grupos, los niveles de desempleo son sensiblemente mayores que en el resto de la población. Además, sus empleos, en caso de poseerlos, son más precarios e inestables, a lo que hay que sumar que son especialmente vulnerables ante situaciones de crisis o recesión económica como la actual.
¿Cómo percibe la sociedad a estos colectivos?
Por lo general, las personas están de acuerdo en cuanto a la necesidad de que existan políticas sociales inclusivas, de unos adecuados sistemas de protección social o del desarrollo de medidas positivas, para garantizar la igualdad de oportunidades de acceso al empleo, así como para proporcionar unos niveles mínimos de seguridad. No hay que olvidar que nuestro Estado, además de democrático y de derecho, es social, y este elemento es esencial a la función protectora de los ciudadanos y redistribuidora de recursos.
Sin embargo, se perciben sensibles diferencias en estas apreciaciones en función de a qué grupo social o colectivo vayan dirigidas. Efectivamente, hay algunos segmentos sociales que “culpabilizan” a determinados colectivos de su mala situación respecto al empleo. No perciben en la situación de desempleo de estas personas ningún motivo para la responsabilidad social, sino que encuentran que ellos son la única causa de su propio desempleo. Estas opiniones están asociadas a la percepción de algunos grupos como lacras, como causantes de una cierta ineficiencia social
En este sentido ¿cuáles son los prejuicios y estereotipos más comunes?
Siguiendo lo dicho en la pregunta anterior, algunas personas piensan que los miembros de determinados colectivos no trabajan porque no quieren, que se excluyen ellos mismos y voluntariamente de la participación en la sociedad, por falta de voluntad, por falta de esfuerzo, por afán de aprovecharse de los demás…
En la misma línea que este fenómeno de “culpabilización”, se produce un efecto de “victimización” respecto a estos colectivos. Así, se les concibe como acaparadores de recursos y ayudas sociales que no les corresponden, ya que se piensa que estas personas tienen unos “derechos de segunda”. Es, por ejemplo, lo que está pasando ahora en España con la inmigración. Hasta hace poco tiempo, la población activa crecía gracias a los inmigrantes y la culpabilización y victimización tenía ámbitos restringidos (plazas de guardería, por ejemplo). En la coyuntura económica actual, los inmigrantes son percibidos como competidores en el mercado de trabajo, y no existe alarma social ante el hecho de que las mayores tasas de crecimiento del desempleo se estén dando entre los inmigrantes.
¿Qué políticas pueden llevarse a cabo para eliminarlos?
Unas políticas sociales y de empleo inclusivas deberían:
– Incrementar los niveles de protección y mejorar la calidad del empleo.
– Prestar especial atención a las necesidades de determinados colectivos especialmente vulnerables, no solo por las características físicas, étnicas, etc. de estos colectivos, sino por las problemáticas que padecen que les sitúan en mayor vulnerabilidad.
– Reconocer la importancia crucial de una formación adecuada para compensar la falta de cualificación e incrementar las posibilidades de las personas.
– Desarrollar medidas a largo plazo y de forma integrada y combinada, ya que solo de esta forma se conseguirá un impacto real en personas con auténticos problemas de acceso al empleo.
– Diseñar medidas de visibilización de buenas prácticas y sensibilización.
Para conseguirlo ¿qué importancia tienen las acciones de sensibilización?
El intercambio de experiencias, la visibilización de buenas prácticas y la sensibilización deben ser difundidas hacia tres ámbitos fundamentales:
– Hacia el interior de los propios colectivos en situación de vulnerabilidad respecto al desempleo, sus derechos, etc.
– Hacia los principales actores sociales involucrados en las políticas de empleo: administraciones públicas a diferentes niveles, sindicatos, organizaciones no lucrativas, sector empresarial…
– Hacia el conjunto de la sociedad, para mejorar su nivel de información y luchar contra los estereotipos.
Yo creo que es muy importante trabajar con el mundo empresarial y especialmente en estos momentos en los que hay unas grandes tasas de desempleo. El desempleo actualmente afecta a todas las capas de trabajadores pero, lógicamente, quienes más los sufren son las personas no cualificadas; si además son discriminadas por su condición física o psíquica, edad, etnia o raza, etc., la exclusión se agrava. Por otra parte, en un contexto de previsión de aumento de conflictos comunitarios por la competencia entre excluidos y clases bajas en los sistemas de protección social y ayudas sociales, es muy importante sensibilizar a los ciudadanos españoles de clase baja sobre los derechos de protección y vida digna que tienen todos los ciudadanos. A los inmigrantes, gitanos discapacitados, no se les da más ayudas sociales que al resto de la población y si se hace no es en su condición de inmigrantes o discapacitados, sino simplemente porque al estar más protegidos necesitan más apoyo social.
¿Cómo ha afectado la globalización al mercado de trabajo?
Es sabido que la globalización ha afectado radicalmente al mercado de trabajo en distintas direcciones: productos que se fabricaban en España y que dejan de ser competitivos, nuevos mercados de bienes y servicios que ponen en quiebra algunos de los nacionales, movilidad laboral, que requiere una adaptación permanente, deslocalización de la producción, precarización de algunos mercados de trabajo… Lógicamente, la globalización tiene también la cara de la moneda: más acceso a nuevos bienes y servicios, mercados más competitivos, oportunidades de desarrollo para nuevos países, más posibilidades de innovar, etc. La globalización en sí es buena porque trae progreso y desarrollo, el problema es que determinadas maneras de entender la globalización tienen efectos perversos para las personas y sociedades.
¿Cómo ha influido estos cambios a nivel social?
Lógicamente, ha influido en una dualización del mercado de trabajo en la que, junto a la pobreza y exclusión tradicional y generacional de determinados colectivos, nos encontramos nuevos grupos de población en situación de fragilidad y desprotección, la sensación de fragilidad es mucho mayor, el nivel de solidaridad primaria tan tradicional de las sociedades mediterráneas se reduce, si bien es cierto que la red favorece otras formas de apoyo y solidaridad.
¿Cómo podemos avanzar hacia una sociedad que asuma la diversidad y la integración de todos?
Aquí hay tres cuestiones que tienen que ir al unísono pero que han de ser abordadas de modo diferente. La protección de la igualdad de trato, por motivos de género, orientación sexual, condición física o psíquica, etc., es una responsabilidad de nuestro Gobierno. Discriminar es delito de acuerdo a las directivas europeas y leyes nacionales y debe de ser penalizado. En segundo lugar, el fomento de la igualdad de trato y de oportunidades es una necesidad si se quiere compensar las desventajas de las personas y si no hay acción positiva es muy difícil corregir la discriminación; esto es una responsabilidad de las políticas sociales. Por último hay que demostrar que la diversidad es un activo en nuestras sociedades y nuestras empresas, que las sociedades diversas son más innovadoras y creativas y por lo tanto insistir en los valores añadidos de la diversidad.