Sherlock Holmes tenía, como Funes el Memorioso, una memoria espléndida, y un ojo sagaz, es decir, que se atrevía a mirar lo que otros no querían, y una capacidad inductiva más poderosa que la de Aristóteles, que jamás pudo dejar de pensar como burgués. Las virtudes de Holmes, de Doyle, deberán ser las virtudes de todo sociólogo. Equivalgamos simbologías: la memoria representa a la erudición histórica, el ojo a la sabiduría política y económica, y la inducción a la filosofía. La relación que haya entre lo histórico, lo monetario, lo social y lo racional determinará la relación que hay entre la filosofía y la ciencia, entre las ideas y los actos.

Hay que aprender a pensar correctamente y actuar de la mejor manera posible una vez que hemos encontrado la solución al problema que queremos resolver.
No estoy segura si comparto todas las ideas del articulo, pero en una cosa (y me parece que es la esencial) si estoy totalmente a favor: la pasión y extrema cautela que tenia Sherlock Homes para resolver un caso debería ser la misma pasión del sociólogo al intentar explicar un hecho social. La falta de ese nivel fino de pensamiento es la que hace que entre sociologos nos quedemos con las mismas explicaciones de siempre y no cuestionemos nuestra percepción de la realidad social ni el papel que jugamos en ella.
Excelente analogia!
Gracias Brenda por tu comentario. Un saludo.
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