
Que la comunicación es un valor añadido que cualquier organización, incluida las políticas deben tener en cuenta, es una apreciación que se consolida cada vez más, y hacen de la llamada comunicación política un elemento esencial del siglo XXI.
Esa comunicación se hace identificable en la ciudadanía a través de tres aspectos; la imagen, la reputación y en definitiva la marca que crean con el objetivo de ser identificables en el mercado político.
Esos elementos, son extrapolables a los candidatos y a los líderes políticos de cada uno de ellos, siempre teniendo en cuenta la coherencia en los valores que practican y la ideología en la que se basan para realizar propuestas y convencer al electorado.
Aunque la reputación se encuentra en crisis, debido a las malas prácticas, muchos son los profesionales que hablan de las diferentes imágenes que un político debe tener en cuenta y cubrir para aportar una imagen integral positiva y acorde a la estrategia creada. Estos factores serán determinantes en la creación de la llamada marca política del candidato, aunque existen otros signos necesarios para conseguir identificarlo.
En ocasiones la marca se confunde con las peculiaridades de la figura en sí, pero bien es cierto que aún siendo aspectos diferentes, en muchos casos suele ser un atributo físico e incluso una frase o cita del político o candidato en cuestión que se recordará de él lo que en definitiva señalizará su marca, lo que la haga identificable en el mercado finalmente, colabore en las tareas de conseguir una imagen acorde con los públicos a persuadir y una marca reconocible en el sector.
Donde el partido político y la ideología del mismo eran referencias, ahora dejan paso a la marca política individual, que comienza a tener peso en las decisiones políticas de la población, quienes, ávidos de romper con la tendencia actual, buscarán nuevas tendencias y fomentarán las emociones que consigan movilizar a la población, acciones que necesitarán de profesionales en la materia tanto para su creación e implementación posterior si se pretende conseguir resultados positivos.
En definitiva, existe cierta inclinación al personalismo político a través de la creación de la marca individual, haciendo desaparecer componentes de los partidos que han perdido la efectividad que tenían y dando lugar a la creatividad y a la innovación que los nuevos tiempos precisan en la comunicación política.