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Blog de Ciencias Sociales y Sociología | Ssociólogos

El eco comunicativo y social de la emoción y el sentir humano. Breve esbozo para una sociología de las emociones

enero 9, 2015

El ámbito sociopolítico de la emoción es tan complejo como interesante. En él podemos encontrar desde altas instancias gubernamentales que promueven el odio para defender ciertos intereses particularistas, hasta grandes eventos en su mayor parte ligados a la farándula o al ámbito deportivo, que muy a menudo son revestidos con cierto cariz pasional y emotivo sobresaliente, un cariz con el cual se busca conformar cierta centralidad o cierto foco de poder comercial, social e incluso político. Una centralidad social constituida mediante una influencia conscientemente ejercida sobre la emoción humana, es decir, de una u otra forma, existe hoy en día una gestión política de las emociones la cual posee, cabe decir, dinámicas estrechamente vinculadas a altas instancias estructurales. Unas dinámicas que, de cualquier forma, no están debidamente orientadas y coordinadas a causa del desconocimiento ontológico de las emociones y su subsecuente asociación metafísica, por parte de las grandes organizaciones supranacionales. Así, por ejemplo, se combate la pobreza principalmente por las carencias, por los males físicos o la desigualdad que esta ocasiona en un determinado marco de poder, y no tanto por los estados emotivos de soledad o tristeza que genera, sumamente ligados estos hoy en día y desde hace mucho y en forma excesiva a la dimensión de lo individual. De esta forma, tenemos que la gestión institucional de las emociones por fuera del ámbito comercial, es bastante precaria, bastante mal conducida, y ello debido a su escasa y casi que nula asociación con el sentido de lo político y estructural.

El eco comunicativo y social

El estudio académico y social del sentir y la complejísima infinidad de la dimensión emocional

Una de las ideas que se encuentran en el presente texto afirma que las emociones deberían tener un peso mucho más predominante no sólo en el ámbito académico sino también en la gestión política de la vida misma, una dimensión social que Michel Foucault llegó a encerrar cierta vez en sus respectivos análisis bajo el concepto de “biopolítica” (entendida esta, a grandes rasgos, y de forma excesivamente resumida, como una gestión política de la vida, o una intervención directa del poder en la vida humana (2004)). No obstante, las emociones parecen estar hoy por hoy, para dichos efectos, muy en un segundo o tercer plano, obviando con esto que el ser humano es un ser principalmente emotivo. Que el ser humano es capaz de captar el presente, el pasado y el futuro y de manifestarlos en forma de emociones a cada segundo o a cada instante de su propio tiempo personal y a lo largo de toda su vida.

Ahora bien, en lo que atañe al estudio y comprensión social de las emociones, algunos autores como Giazú Enciso (2014), señalan que las ciencias sociales en general, han adquirido un giro afectivo desde hace algunas cuantas décadas atrás. Giazú Enciso (2014), más exactamente, afirma que ya para finales de los años sesenta y setenta del siglo XX se trabajaba en varios sectores de la academia en poder liberar a las emociones de su condición de objetivo único de las ciencias biológicas y naturales, y en poder explicarlas a ellas, es decir, a este particular fenómeno del trascurrir cotidiano de lo humano, utilizando metodologías cualitativas que, a su vez, permitiesen cierto grado heurístico de interpretación. Luego, intentos como los de Stanley Schachter y Jerome Singer (1962), o Magda Arnold (1960) (de acuerdo con Enciso), se acercaron bastante a explicar las emociones como un código expresivo y cultural bastante sujeto y plausible de interpretación analítica. Ya para 1994, Rom Harré, afirmaba que existía un pequeño número de emociones básicas y que el resto eran construidas socialmente. Así, Giazí Enciso nos dice, finalmente, que gracias a trabajos como los de Claire Armon-Jones (1986) y James Averill (1986), se pudo imponer una visión socioconstruccionista de las emociones en el ámbito de lo social.

Y así, siguiendo dicha línea, ya para la actualidad muchos autores como Tania Rodríguez (2008), consideran que las emociones indican, expresan o revelan las ideas y sus niveles de apropiación. De hecho, la autora citada afirma que “identificar el tipo de emociones que generan los significados culturales en cada caso particular, permite enfrentar metodológicamente la complejidad de la significación cotidiana y sus niveles de apropiación” (Rodríguez: 2008, p. 146). Sin embargo, dicha autora también afirma que las emociones son tantas y tan diversas que no son asibles de una manera omniabarcante. Esta singular característica de las emociones, cabe decir, es la que ocasiona que exista una separación metodológica entre las internalidades de la emoción y sus externalidades. Las internalidades son sus esencias constitutivas, sumamente desconocidas, realmente complejas y revestidas estas de un indudable matiz metafísico, mientras que lo que aquí llamo externalidades, son, en cambio, los códigos culturales y los elementos del lenguaje que, desde un plano hermenéutico, han sido objeto de posibilidad interpretativa desde una perspectiva socioconstruccionista.

Sin embargo, a pesar del gran avance de poder contar con los inicios de una teoría social de la emoción basada en la identificación de expresiones culturales, una teoría prácticamente inexistente durante todo el siglo XX, las emociones aún siguen estando muy poco vinculadas a una comprensión de su gestión biopolítica, y, en general, muy poco vinculadas, más allá de lo cultural, expresivo y simbólico, al plano de lo estructural. Por otra parte, no olvidemos que las desconocidas cualidades intrínsecas de las emociones, aun despiertan, lamentablemente, ciertos recelos en el ámbito académico. Al respecto, en un artículo titulado “La virtualidad de las emociones y su comunicación en la era digital: las emociones humanas como un proceso comunicativo de potencialidades interiores” (2013), ante el cual el presente artículo es una especie de nota complementaria, hablaba sobre la superación de dichos recelos y sobre una teoría de la emoción ligada no solamente a lo político, sino también a los medios de comunicación. Una tarea sumamente necesaria para los actuales días.

Las emociones humanas como categoría biopolítica y epistémica universal

Líneas atrás afirmaba que el ser humano es capaz de captar el presente, el pasado y el futuro y de manifestarlos en forma de emociones a cada segundo o a cada instante de su propio tiempo personal y a lo largo de toda su vida. En ese sentido, no cabe la menor duda de que la manifestación emocional es un componente de hondísimas expresiones vitales presente en muchos seres vivos y con la particularidad de que en los seres humanos puede ser administrado de forma más o menos consciente. Muchos seres vivos, de hecho, experimentamos sensación, y una sensación profunda y emotiva, que, en los seres humanos, adquiere características simbólicas sumamente complejas. El componente emocional, por tanto, es eje de los actos, de las apropiaciones discursivas o incluso de las manifestaciones más performáticas, en términos de Jeffrey Alexander (2005), de la vida cotidiana.

A raíz de ello, sería conveniente otorgarle a las emociones un peso mucho mayor en el ámbito consultor estructural, y debería estar en primera línea cuando de gestión u organización de la vida, o de elaboración de políticas públicas se trata (no podemos desvincular las políticas públicas por más manifestación social construida y simbólica que pueda llegar a ser, de los elementos internos constitutivos de las vitalidades humanas). No obstante, hoy en día el panorama no es del todo así. Sucede, de hecho, algo muy similar a lo que Vivek Chibber afirma que sucede con categorías como la de “explotación”, que han dejado de ser universales en los estudios poscoloniales a raíz de la diversidad y falta de unión que en ellos se expresa día con día. De ahí que, para un mundo desigual, y lleno de grandes y pequeños horrores internos y externos disfrazados impunemente de cotidianidad, y en un entorno donde el principal componente valorativo es el de la “competitividad”, categorías como la de “explotación”, o “emoción”, sin duda, pueden resultar cruciales.

Un reconocimiento de las emociones como categoría universal de primer orden, bien podría caer dentro del ámbito aún en construcción, aunque con un gran acervo de literatura actual, de la biopolítica. Se trataría, en consecuencia, de la gestión de las emociones que hoy a duras penas se reduce a tareas superficiales de censura. A tareas superficiales de defender ciertos derechos básicos y ciertas dignidades que, aunque son un logro descomunal e importantísimo, dejan de lado el hecho de cómo se sienten las personas y los grupos humanos. Al respecto, se podría pensar que la principal meta sería la de procurar emociones de bienestar, sin embargo, todo el plano de los paradigmas de las emociones en la actualidad, también necesita una revaloración gigantesca. Claro, por desgracia, la procura de la felicidad, y no la eliminación de gran parte de la tristeza, es nuestro principal paradigma actual en el plano emotivo cultural y simbólico a nivel mundial. Y para empeorar las cosas, esta felicidad, como proyecto personal, se desenvuelve hoy, de acuerdo con muchos autores, de forma bastante líquida (Bauman) y superficial, de forma tal, que, por ejemplo, según Giogio Agumben, el sexo y el exhibicionismo han remplazado al amor.
Hablar de gestión biopolítica de las emociones es un asunto que obviamente ha de despertar un temor gigantesco. De hecho, puede que no haya otra cosa que haga más complejo al ser humano que el mismo componente emocional. Podemos intuir incluso, si pensamos un poco a profundidad, que, por ejemplo, una vida en la cual no se experimente nunca, siquiera un poco de tristeza, es una vida realmente vacía. Podemos intuir, por tanto, que la complejidad emocional va mucho más allá de los problemas de la inconsciencia y los deseos reprimidos (rara vez se habla de los deseos que estarán por reprimirse, es decir, en tiempo futuro, y mucho menos aún a causa del orden estructural).

Finalizo este breve texto afirmando que, uno, como acostumbro ensayísticamente, esta clase de textos no son más que la presentación de ideas muy generales, y que obviamente poseen todos los defectos de fondo que poseen las ideas que de por sí han sido construidas de forma muy general. Dos, que la intención principal simplemente es la de invitar al pensamiento y la reflexión. Y tres, que, respecto a las emociones, no debemos olvidar que aunque las estrategias sociales que se desenvuelven en torno a ellas en el corto y mediano plazo son sumamente difusas, no por ello debemos obviarlas de su estudio académico o de asociarlas con las estructuras sociales o la forma en la cual se desenvuelven cada día en dichas estructuras y sus particularidades. Las emociones siempre serán un asunto social desde que haya eventos o personas que nos hagan sentir algo en lo más interno. Son un asunto social, siempre y cuando consideremos, asimismo, que ellas tienen la capacidad de cambiar un estado de cosas.

Bibliografía:
Agumben, Giogio, (1990), La comunità che viene.
Alexander, Jeffrey (2005), Pragmática cultural: Un nuevo modelo de performance social. En: Revista Colombiana de Sociología. ¡SS!\: 0120-1 ‘í9X N” 24 2005. pp 9 -67.

Bauman, Zygmunt (2005). Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. ([1]). México. Fondo de Cultura Económica.

Chibber, Vivek (2014). Capitalism, Class, and Universalism: Escaping the Cul-de-sac of Postcolonial Theory,” The Socialist Register, 2014.

Enciso Domínguez, Giazú y Lara, Alí (2014). Emociones y ciencias sociales en el s. XX: La precuela del giro afectivo. Athenea Digital, 14(1), 263-288. http://dx.doi.org/10.5565/rev/athenead/v14n1.1094

Foucault, Michel, (2004), Naissance de la biopolitique, En: Cours au Collège de France (1997 y ss.).

Guerrero Ramos, Miguel Ángel (2013), La virtualidad de las emociones y su comunicación en la era digital: las emociones humanas como un proceso comunicativo de potencialidades interiores. En: El mundo de hoy y los entornos virtuales. Eumed.net

http://www.eumed.net/libros-gratis/2013a/1318/comunicacion.html

Rodríguez Salazar, Tania, (2008), El valor de las emociones para el análisis cultural. Papers 87, 2008 145-159.

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