
Por otro lado, la declaración de la OMS de que se trataba de una pandemia, fue tardía, el contagio se hizo comunitario en varios países, las personas viajaban sin restricciones de países con alto riesgo de la enfermedad hacia sus países. Se permitió las circunstancias facilitadoras para que el mundo se encuentre en estas circunstancias sanitarias. Ello debido a los compromisos económico-políticos para evitar aplicar las medidas de control en situ.
Lo descrito, demuestra, que hubo negligencia sobre la existencia desde tiempo atrás de las advertencias de que se aproximaba una epidemia que podía alcanzar a ser una pandemia de tipo viral de la familia de los coronavirus y sobre la cual existe recomendaciones para que los diferentes gobiernos de los países del mundo empiecen a desarrollar estrategias que eviten afecciones graves, como las que estamos viviendo. Si hay culpables, muy visibles, personas con nombres y apellidos que la humanidad en su debido momento deberá jusgarlos.

Los gobiernos del mundo hicieron caso omiso de esas recomendaciones de salud pública, como contraparte en el Ecuador en la presidencia de Rafael Correa, se propició el desmantelamiento de los servicios de salud públicos en beneficio de la atención médica privada, dejando de lado los programas de prevención y de vida saludable.
Para evidenciar, aún más, el grado de negación de la realidad de la pandemia y su gravedad, están los comentarios realizados por personajes de la política mundial, en cuyos hombros ronda el futuro de la vida humana, como el realizado por Donald Trump repetidas varias veces ‘que la pandemia del Covid- 19 no era una gran amenaza para los Estados Unidos, como también volviera a decir en el Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza, el 22 de enero, que: “Lo tenemos totalmente bajo control”, engañando no sólo a los estadounidenses sino al mundo entero’(Sachs, J. 2020); o los expresados por el ciudadano común que se llena de comentarios sin un mínimo de reflexión, y difunden e instigan a familiares y conocidos sobre la necesidad de matar al coronavirus, como si eso fuera posible, y que ese virus se encuentra en el aire y en el ambiente en general, y para ese efecto debe realizar sahumerios, o la limpieza de las calles con agua y detergentes, o con fumigaciones planificadas y desarrolladas por instituciones gubernamentales locales, adicionadas de explicaciones que no responden en lo más mínimo a un conocimiento básico adecuado sobre el virus y su capacidad de resistencia y/o susceptibilidad para ser destruido.
Pero la información existente para enfrentar este tipo de pandemias existe desde antes, y en 1918 los documentos son contundentes y hacen relación al distanciamiento social, al uso de protección bucal, al lavado de las manos, para citar tres recomendaciones que muy después se aplicó para evitar la velocidad del contagio, indicando que no sabían cómo es esta enfermedad.
Pero el ocultamiento es todavía más serio, no se toca por ningún lado, que esta pandemia es producto directo de las acciones de intromisión a las ecologías naturales, con el desmantelamiento de las zonas arbóreas, de las montañas, y el incremento de ciudades o de zonas de desforestación, o industriales, etc., súmese a ello, la producción industrial de alimentos, que colocan en condiciones adecuadas para el salto evolutivo de las especies y con ello llegar microrganismos que cohabitan en sus nichos ecológicos con cierto equilibrio, a las personas en quienes producen enfermedad y muerte, porque encuentra a personas que no han tenido experiencia inmunológica con estas estructuras.
Pero lo que no se quiere aceptar por parte de la población, es que los mecanismos para enfrentar esta pandemia ya estaban planeados por cierto grupo de poder del mundo. No es novedad, se aplica como consensos –disfrazado de experiencias desde los países desarrollados- en esas recomendaciones, no sirve para nada los conocimientos ancestrales o de los pueblos con sus prácticas de salud, porque esas prácticas rompen con la lógica de la dominación, y el de la supresión de la reflexión y resistencia a ser sumisos.
Se esgrime la idea de que es plausible y necesario aplicar ‘El consenso’, para una acción conjunta mundial. Esta estrategia es la mejor forma para limitar el pensamiento reflexivo y alternativo, más aún el consenso al congelar al pensamiento lleva a una forma lineal de acción por las diferentes naciones del mundo, homogenizando y evitando salirse de esas forma de control y vigilancia, además está cubierto por la juridicidad de cada país, que permite estas acciones e impide otras alternativas clasificadas como no validas sin respaldo científico, aunque las propuestas del consenso tampoco tienen el respaldo científico adecuado y suficiente, sin embargo, tienen el aval del Poder político-jurídico, basado en experiencias empíricas basadas por el manejo de la oviedad.
Y comienza esa retórica indicando que se trata de un virus con capacidad de pasar de una persona a otra a través de las gotitas de Flügge, de manera directa y por oviedad se requiere distanciarse, aislarse en la casa, utilizar mascarillas, lavarse las manos. Pero en este entorno, se oculta, como no podía ser de otra manera, el verdadero propósito de las medidas de salud pública, que es la vigilancia y control masivo de la población para los fines de la sumisión completa.
La Salud Publica ha sido y seguirá siendo uno de los escenarios que facilitan el biopoder y la biopolítica, esta es la prueba más rotunda, ahora en los distintos países se está implementando sistemas tecnológicos para identificar a las personas con posible coivd-19 a través de una aplicación móvil.
Han experimentado con los estados de excepción y el nivel de efectividad en el control social, así como la capacidad de dominación de los mensajes con ideas sentimentales que generan miedo, desesperación y terminan generando apatía social, con entumecimiento psicológico que desensibilizan y ahora tenemos a los millones de humanos gritando volver a la normalidad, con congelamiento de los procesos básicos de sobrevivencia como es el temor y miedo de infectarse y de la probabilidad de morir.
Para el momento, la pandemia del Covid-19 producido por el Sars-cov-2, tiene un rostro de incertidumbre, no hay certezas, pero hay creencias de los ocultamientos con propósitos en contra del bien de la mayoría de los humanos. Todavía no hay evidencia contundente que avale lo dicho, sin embargo, existe situaciones que dirigen la mirada hacia esa idea.
En países como el Ecuador, se nota con claridad esa direccionalidad, con el pretexto de obtener las ayudas de los países económicamente pudientes y de los organismos internacionales de crédito, lo que hacen es vender al país por unos míseros dólares, que además van a engordar los bolsillos de los ladrones de siempre. E indican la implementación de tecnologías que sirven para la vigilancia y control poblacional masivo.
Cómo creer en los discursos de las autoridades nacionales y locales, si a cada paso están preñados de corrupción, de obscurecer la realidad con bondadosas frases dirigidos al bien colectivo y de los más desposeídos. Pero el fin último de esas ideas y acciones es beneficiar a las empresas de los capitalistas nacionales y transnacionales.
Pero todavía hay más, y no está evidenciada en los datos estatales, acerca de la distribución diferencial de la Covid-19 por clase social, siendo los más desfavorecidos socialmente los más afectados y con menor posibilidad de acceso a los servicios de salud. La desigualdad, la inequidad son denominadores comunes acompañados de mayores tasas de mortalidad o de efectos colaterales o con ‘Covid-19 a largo plazo’, sin atención profesional, dejados a su suerte.
Si lo anterior no fuera suficiente, sigue la lista de aquellos procesos concomitantes de la pandemia, que visualiza no solamente la crisis sanitaria y los efectos en los sistemas económicos, sino el deterioro directo de la calidad en la educación, en la cultura, el conocimiento, y lo más grave de ello, es la generación de un nuevo dominio el de la corrupción institucionalizada a gran escala.
Paradójicamente, queremos mirar, únicamente en los otros que son mentirosos, pero no nos damos cuenta de que nosotros mismos somos mentirosos. La gran mentira es no saber que nosotros mismos nos mentimos. Debemos sincerarnos, para organizar un mundo con dosis mayor de sinceridad, de mostrarnos como somos, comprendiendo quienes somos.
Finalmente, la humanidad para solucionar los problemas, debe aprender a ocuparse y preocuparse por lo que realmente depende de nosotros mismos, ahorrando los sufrimientos e indecencias por depender de los otros. Debe prevalecer los grandes valores en el diario vivir de toda la humanidad creando los escenarios para hacerlos realidad en la praxis social.
Referencias bibliográficas:
Global Preparedness Monitoring Board. (2019). Un mundo en peligro: Informe anual sobre preparación mundial para las emergencias sanitarias. Revisado el 18 de marzo del 2020. Disponible en: https://apps.who.int/gpmb/assets/annual_report/GPMB_Annual_Report_Spanish.pdf
Osorio, I. (2020). Noticias Telemundo, del 23 de marzo. Revisado el 24/03/2020. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=IVly0BihrCw
Quiterio, A. (2020). Qué es la GISAID: Iniciativa Global para Compartir Todos los Datos de Influenza. Revisado el 8/05/2020. Disponible en: https://www.tododiagnostico.com/diagnostico/gisaid-compartir-datos-de-influenza/
Sachs, J. (2020). La respuesta desastrosa de Trump ante el covid-19 debe ser investigada. Opinión. CNN. Revisado el 20/04/2020. Disponible en: https://cnnespanol.cnn.com/2020/04/16/opinion-la-respuesta-desastrosa-de-trump-ante-el-covid-19-debe-ser-investigada/