
La competitividad de la agricultura española, un motor económico más aprovechable. El empleo agrícola en España es del 4,4%, por debajo del 5% de media de la UE. Las exportaciones de esta industria superaron en 2012 los 22.000 millones de euros. La estructura del sector limita su capacidad como propulsor de la recuperación.
La agricultura tiene poco peso en las economías desarrolladas, que después de un periodo donde prima la industria, acaban enfocándose hacia el sector servicios en su concepto más amplio. No obstante, el sector primario tiene muchas ramificaciones en el resto del tejido económico y, en España, el resultado es, a menudo, muy eficiente. Ofrecemos productos en los que somos muy competitivos. Con estos ingredientes, la cadena de producción alimenticia podría ser una palanca para salir de la crisis. Aunque para convertirse en el motor de la recuperación, sería necesario que cambiaran de raíz las relaciones entre productores, industriales y distribuidores.
En España, la agricultura representa en torno al 4,4% del empleo total. “Hasta 2008, la tendencia era que se fuera reduciendo. Desde entonces, ha aumentado levemente el porcentaje, pero porque ha caído más en otros sectores”, apunta Lorenzo Ramos, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). Tradicionalmente, el sector agrario y ganadero ha tenido más desempleo que la economía en general. En plena burbuja inmobiliaria estaba en torno al 14%, mientras que el paro total llegó a bajar del 8%. Con todo, ahora se ha reducido el diferencial, explica José Luis Miguel, director de servicios técnicos de la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG).
Mapa de situación
Más allá de las distorsiones que provoca la Política Agraria Común(PAC) de la Unión Europea -que fomenta que haya más producción de la que correspondería por competitividad en algunas zonas y respecto a algunos productos, y la limita en otros casos-, el peso de la agricultura sobre el empleo en España es levemente inferior a la media comunitaria.
Según datos deEurostat, recabados de por el Instituto de Estudios Económicos(IEE), mientras que en nuestro país está en el 4,4%, en la Europa de los Veintisiete está en el 5%. No obstante, en países del entorno y con un tejido productivo similar, los porcentajes son más bajos. Así ocurre en Italia(3,7%), Francia (2,9%),Alemania (1,5%) oReino Unido (1,2%). Muy lejos de Grecia, que tiene al 13% de los ocupados trabajando en el sector primario, sólo superada por Rumanía(29%).
No obstante, lo que diferencia a España de Francia, Alemania o Reino Unido es la competitividad. Nuestro país es uno de los líderes europeos y mundiales en la producción y exportación de muchos productos, tanto por calidad como por precio. Frutas y hortalizas, vino, aceite de oliva, porcino, etc. “Somos muy buenos produciendo en muchos sectores dentro de la agricultura y la ganadería. El problema es que las cuentas no salen para los que producen”, avisa Lorenzo Ramos.
José Luis Miguel afirma: “Venimos de una crisis permanente. Una reconversión continua que no termina. Hace años trabajaban en nuestro segmento un millón de personas y ahora son unos 800.000. Además, entre 2008 y 2010 pasamos una crisis muy aguda, con una explosión de los costes de producción por aumento del precio de la energía y de las materias primas, como piensos o cereales, y caída en las rentas de los productores. Ahora seguimos con los costes elevados, pero se ha ido recuperando el nivel de precios”.
Ambos aluden, pues, al mismo problema: lo que pagan industriales y distribuidores a los agricultores y ganaderos no sirve, en muchos casos, ni para cubrir los costes de producción. “Hay productos que se venden más baratos en el supermercado, como a veces la leche o el aceite de oliva, de lo que nos cuesta producirlos”, denuncia el director de servicios técnicos de COAG.
La PAC, bajo lupa
Esta circunstancia es consecuencia del poder de negociación de los compradores y de la merma paulatina de las ayudas y reglamentaciones de la PAC. Así, se ha llegado a un limbo en el que ni el sector termina de liberalizarse, ni está del todo regulado.
La política europea para el campo fue diseñada hace décadas, cuando la Unión Europea estaba en pañales. Sin embargo, con lo difícil que resulta centralizar ingresos comunitarios y, sobre todo, atender el gasto derivado de las nuevas incorporaciones de los Países del Este (donde la agricultura tiene mayor peso), el objetivo es que los apoyos vayan desapareciendo pero sin acometer una reforma integral.
Por otra parte, unos productos reciben cuantiosas ayudas y otros no, conformando una oferta muy divergente. “La mayor parte de las rentas del agricultor español se obtiene en el mercado. Frutas, hortalizas o porcino, por ejemplo, no reciben nada de apoyo; aunque en otros productos, como el olivar, son fundamentales”, expone José Luis Miguel.
Fortalezas
Más allá de estos problemas, lo cierto es que la agricultura, sin ser una enorme generadora de empleo, sí tiene capacidad de atraer trabajadores que no encuentra cobijo en la industria o en los servicios, particularmente los expulsados de la construcción. “Hemos observadoun repunte de jóvenes interesados en nuestro sector. Ofrece expectativas que antes no existían. Se han introducido nuevas tecnologías y las actividades están muy tecnificadas. Es muy diferente a hace 15 o 20 años, ya no es un trabajo tan esclavo y da mucha libertad. Además, por la estructura de edad muy avanzada de su mano de obra, puede crear muchos puestos de trabajo entre los jóvenes”, explica José Luis Miguel.
No obstante, Lorenzo Ramos, de UPA, opina que las grandes oportunidades están “aguas abajo”. Es decir, en las ramificaciones de la agricultura y la ganadería. En la más directa, la parte industrial, y también en el turismo vinculado a la gastronomía o al medio rural y otras actividades relacionadas.
No en vano, la industria de alimentación y bebidas alcanzó una facturación agregada de 86.298 millones de euros en 2012, más del 8% del PIB, y eso a pesar de encajar una caída interanual del 2,7% en las ventas, según su patronal FIAB. Y las exportaciones subieron un 9,2% respecto a 2011, hasta alcanzar los 22.078 millones de euros, con una balanza comercial positiva de más de 3.000 millones. El ritmo de crecimiento es tres veces superior al del conjunto de las exportaciones, argumenta FIAB.
La patronal asegura además que 439.675 personas trabajan en más de 29.000 empresas de la industria alimentaria, de las que el 96% son pymes. “La tasa de paro en el sector es menos de la mitad que la global del país y la industria de alimentos y bebidas concentra el 20% del total del empleo industrial. En este sentido, es importante destacar que la productividad es el doble que la de la industria en su conjunto”, dicen.
El secretario general de UPA, Lorenzo Ramos, concluye que “todo lo que es la agricultura y lo que está alrededor debería ser el motor de la recuperación económica”. Pero para eso, “hay que apoyar a los agricultores, que son la base de todo”, zanja.
Artículo de Óscar Giménez en ZoomNews