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Blog de Ciencias Sociales y Sociología | Ssociólogos

Lo liso y lo estriado en la era global ¿Modernidad líquida o modernidad gelatinosa?

abril 2, 2014

“¿Es un espacio liso el que es capturado, englobado por un espacio estriado, o es un espacio estriado el que se disuelve en un espacio liso, el que permite que se desarrolle un espacio liso?” (Guattari, Deleuze, 1980 : 484)

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Esta pregunta encaja la alusión hacia un problema más que la eventual respuesta. El espacio estriado actúa respecto al espacio liso de una manera no causal, sin embargo en la historia de la humanidad suceden transformaciones que van haciendo que un espacio originalmente liso sea estriado, y a la inversa, de ese espacio originalmente estriado tienda hacia uno liso. Sea como fuere, para entender por qué hablamos de espacio liso y estriado, es precisamente porque la globalización actual, ontológicamente entendida como globalidad, coloca en cuestión el sentido epistemológico de las relaciones,  modificando los patrones de abstracción y la relación del espacio-tiempo. En un instante, gracias a la telemática, podemos estar ejerciendo múltiples relaciones en diferentes espacios temporales. Si voy en una ferrovía viendo una película desde un ipad en dirección a Roma para un congreso, hablando con un amigo consultor en Lima (Perú) y así resolver cuestiones presupuestarias, en realidad estamos en una relación donde la ecuación espacio-tiempo, en orientación a la distancia y a la disposición horaria multidimensional. Desde el presente se abre cuánticamente la experiencia fenomenológica de distintas ventanas como universos paralelos.

Hacemos esta ejemplificación sólo para situar lo global como una cuestión de complejidad temporal, donde la relación económica, política y cultural de las sociedades se hace en base a otras reglas epistemológicas de las relaciones sociales. Esto es lo genuinamente nuevo de la globalización, donde las ciudades toman control porque son las más capaces de desplazarse horizontal, diagonal y verticalmente, no así los estados nacionales. Lo vertical comienza a transformar su ejercicio de poder y de control, siendo diluidas las acciones de fuerza en una arquitectura que difumina la forma de dominio. Z. Bauman denominó este cambio como el paso hacia una modernidad líquida, en la tensión que Touraine había propuesto en las bases de una modernidad que comenzaba a transformarse, pero que Bauman finalmente evidenciaba como reglas propias del espíritu moderno: una economía moderna, una política moderna, una cultura moderna. Sólo que aquello se diluía en relaciones ontológicamente líquidas, horizontales y no jerárquicas como lo ratificó entonces una sociedad de bienestar. Los pobres continuaban siendo modernamente pobres, pero a diferencia de antaño eran pobres con acceso al consumo y a elementos que una sociedad de bienestar no consentía ni promovía. De ahí que lo posmoderno, como superación de dichas reglas era algo que no se podía establecer.

Deleuze y Guattari establecieron entonces que tanto un espacio liso como uno estriado cuentan con puntos, líneas y superficies (Deleuze, Guattari, 1980) El espacio estriado es el dominio de los puntos sobre el trayecto o líneas, en cambio en un espacio liso, es el trayecto el que domina el punto. Si tomamos un papel basta que focalicemos la mirada. En cada punto están las ciudades, en cada línea o trayecto el viaje, el paisaje, los desiertos, los bosques, los campos de cultivo. El dominio del trayecto o de los puntos pasará por el enfoque, lo que queda, lo prioritario. En la historia de la modernidad, el gobierno de los puntos son estratégicos: las capitales de los Estados nacionales. Ellas ejercen un control dejando casi inexistentes a otro tipo de cultura, territorio o forma política que antaño fue de importancia. En la segunda guerra, las líneas de tren no importaban en cuanto a viaje o trayecto, sino al destino sea este una ciudad o campo de concentración. Las ciudades eran las mismas, posiblemente el trayecto el mismo, pero la orientación es la que va mutando. Esa es la relación entre lo liso y lo estriado, no es causal, pero contiene en si una relación biunívoca, como señalar el profesor Farinelli. “Tanto en el espacio liso como en el estriado existen paradas y trayectos: pero, en el espacio liso, el trayecto provoca la parada, una vez más, el intervalo se apodera de todo, el intervalo es sustancia”(Deleuze, Guattari, 1980: 487) En un espacio de trayectos, de intervalos como lo propone la era digital, la materia o materialidad de las formas son fuerzas que sirven para el trayecto, viaje o sentido de la contingencia como tal, que permite una conexión simultanea intermodal, como aquel que viajaba en tren hacia Roma.

En toda esta transposición de pensamientos y modelos de representación geográfica, tenemos que el océano es una entidad lisa en sí, la cual presentó en su momento un gran dolor de cabeza en navegantes ya que no existía un punto que pudiera ser medido exactamente de origen y de arribo. La medición astronómica, el norte astronómico sirvió por mucho tiempo como punto de referencia para guiar las navegaciones:

“… Pues antes de la tardía localización de las longitudes, existe toda una navegación nómada empírica y compleja que hace intervenir los vientos, los ruidos, los colores y los sonidos del mar; luego una navegación direccional, preastronómica y ya astronómica, que utiliza una geometría operatoria, sólo opera todavía por latitud, sin posibilidad de señalar el punto” (1980: 488-489)

Este acontecer se modifica o realmente logra ser estriado con la invención del mapa para navegar, que en Colón fue encarnando con una política de la ciencia, vinculando el plano científico con aquel político. Colón – tal como señala la genealogía de Farinelli – cometió un error práctico que fue en el fondo un acierto modelar y un quiebre epistemológico.  Colón llevaba consigo el mapa de Paolo dal Pozzo Toscanelli, quien innovó en generar una racionalidad cartográfica añadida al mapa para llegar a las indias: La proyección cilíndrica. Navegar hacia occidente contra la lógica del sentido común era algo que escapaba de lo cotidiano, pero en 1474 la carta geográfica como medio de comunicación se convierte en un artefacto poderoso para llegar a las indias, aunque eso pareciera ilógico. El modelo cilíndrico, que convertía los grados en métrica era mucho más poderoso como artefacto. La crisis de la geografía hoy pasa en parte porque el artefacto de poder que crea el espacio-tiempo moderno cambió, por consecuencia ya no es necesario como medio de comunicación poderoso. Desde ahí la organización de lo estriado sobre lo liso: “… En espacio estriado se delimita una superficie y se reparte según intervalos determinados, según cortes asignados; en el liso, se distribuye en un espacio abierto, según frecuencias y la longitud de los trayectos (logos y nomos)”(1980: 488-489)

De este modo, el océano se convierte de liso en algo liso-estriado por las fuerzas científicas y políticas de la racionalidad moderna, que nace con el saber geográfico y cartográfico, así como el cálculo del tiempo y espacio para el traslado de la mercancía, los puertos funcionales a la velocidad del traslado, y el valor que el dinero en si adquiere sobre el mapa.

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Columnista Gino Bailey Bergamin

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Bibliografía

Bauman, Z. 2000 Modernidad Líquida, FCE, Ciudad de México.

Deleuze, G, Guattari, F. 1980  Mil Mesetas, Capitalismo y esquizofrenia, pre-textos, Valencia.