La ciudad no es solo un espacio físico, un conjunto de edificios, de estructuras, de sistemas, etc.; es un también un espacio relacional y así, cultural y simbólico. Consiguientemente la esencia de la ciudad es el encuentro entre los diversos y diferentes; las relaciones entre ellos para constituir órdenes nuevos y diferentes, dinámicos. Ordenes que surgen del encuentro y la interacción entre diferentes.
Además y desde otra perspectiva, puede decirse que la ciudad es por un lado un conjunto estructural de grandes estructuras y sistemas, lo supralocal; y que, por otro, estos sistemas se ven reflejados en el espacio de lo micro, de lo local. Así el espacio público es el espacio local donde se plasman y ven reflejadas esas macroestructuras que constituyen las ciudades. Como en la teoría de fractales, se reproduce en el nivel micro lo que aparece en el nivel macro.
Según estos dos supuestos, puede entenderse que el espacio público en la ciudad es el espacio de lo micro donde podemos ver reflejadas las estructuras macro, y no un espacio físico solamente sino un espacio público en el más amplio sentido de la palabra, un espacio político también. De este modo, para Bohigas, el espacio público es en definitiva, la ciudad (Bohigas 2004). Es, en definitiva, un indicador de calidad urbana (Borja&Muxi 2000), una especie de termómetro de las ciudades y su salud. Como señalan Borja y Muxi, el espacio público es el espacio de la representación, en el que la sociedad se hace visible, el espacio donde se materializan las relaciones sociales. Es el espacio de expresión colectiva, de la vida comunitaria, del encuentro y del intercambio cotidianos (Borja y Muxi 2000). Así en la medida en que las ciudades estén segregadas en sus espacios, redes, sus relaciones, etc. , el espacio público será más o menos rico y espacio de encuentro o desencuentro, aislamiento. Para Bellet Sanfeliu (2010), sería “el espacio de lo común, de la cultura y política común, espacio del interés general o donde se sucede y expresa (se hace público) aquello que debería interesar a todos.”
El espacio público es un “espacio de socialidad problemática donde deben coexistir todo un mundo de extraños” (Lofland 1973). Sus características inherentes son así el encuentro y la multiplicidad de usos. (salcedo hansen 2002). Por tanto, en la medida en que sean espacios donde no hay encuentro entre diferentes sino entre iguales, o no haya encuentro, o bien haya monofuncionalidad, esto es, no haya diversidad de usos; en esa medida, el espacio público será menos rico y la ciudad será menos ciudad.
Así el espacio público tiende en principio y en esencia hacia la mezcla social, esto es, que hace de su uso un derecho ciudadano de primer orden, y debe garantizar en términos de igualdad, la apropiación por parte de diferentes colectivos sociales y culturales, de género y edad. (Borja y Muxi 2000). Todos tienen derecho al uso del espacio público, a su apropiación y presencia en él. Y es que el derecho a éste es, en última instancia, el derecho a ejercer como ciudadano que tienen todos los que viven y que quieren vivir en las ciudades (Borja y Muxi 2000). Por ello es un concepto ligado al de ciudadanía y derecho a la ciudad de Lefèbvre. Es el principal espacio politico de la ciudad (Bellet Sanfeliu 2010). Es en definitiva, el derecho a la centralidad accesible y simbólica, a sentirse orgullosos del lugar en el que se vive y a ser reconocidos por los otros, a la visibilidad y a la identidad, además el disponer de equipamientos y espacios públicos cercanos, es una condición de ciudadanía(Borja y Muxi 2000) que se hace posible desde la accesibilidad. Puede decirse que todos tienen acceso a éste sin discriminación por razón de origen económico, social, género, edad, etnia, etc.
De este modo, las dinámicas privatizadoras del espacio público serían la negación de la ciudad por cuanto seleccionan a sus usuarios, a los ciudadanos que pueden tener acceso al mismo y discriminando entre los ciudadanos por razón de capacidad económica. Así, por ejemplo, cuando se habla de la implantación de terrazas en los espacios públicos “para animarlos”, “para dinamizarlos”, “para regenerarlos” no se está abriendo el uso del espacio público a todos los ciudadanos, sino entregándolos al uso de unos cuantos, los de mayor capacidad económica, excluyendo a los que “afean” con su presencia el disfrute de este espacio. De manera similar, cuando se habilitan espacios públicos en determinadas áreas residenciales como los centros comerciales donde el acceso es dificultoso y privativo, en lugar de las tradicionales plazas públicas, estamos atendiendo a una lógica parecida. También, los equipamientos o clubes de uso privado segregan a sus usuarios por su capacidad económica y así seleccionan a su público excluyendo a otros de su uso. (Bellet Sanfeliu 2010). Por último, es “el escenario de las manifestaciones del poder pero también de la expresión y manifestación ciudadana con muestras de apoyo o rechazo contra aquello que se establece o acontece. Espacio reivindicativo y de la manifestación pública por excelencia” (Bellet Sanfeliu 2010) por lo que todo intento de normativizarlo desde el poder (prohibir las manifestaciones, regular sus espacios ocupados,etc), restringe la potencialidad de la expresión libre de la ciudadanía y la estrangula.La ciudad dibuja sus espacios para permitirles su uso a unos cuantos excluyendo de ellos a otros. De este modo, las dinámicas privatizadoras (Sennett, 1978; Arendt, 1993) y normativizadoras de la ciudad irían en contra de la consolidación y expansión del espacio público.
Consiguientemente, la ciudad, puede hacer del espacio público un lugar de encuentro para todos, de intercambio, ser la esencia de la ciudad; o bien, al seleccionar, puede hacer que el espacio publico sea el lugar de encuentro para algunos, no todos, excluyendo del mismo a sectores no deseables que se ven privados de encontrarse y por tanto de construir redes y relaciones entre ellos que podrían permitir la construcción de universos relacionales, culturales y simbólicos que permitan su emergencia.
Bibliografia de referencia
Arendt, H (1993), La condición humana, Ed. Paidós, Madrid
Bellet Sanfeliu, C. (2010)Reflexiones sobre el espacio publico. El caso de las ciudades intermedias.
Bohigas O (2004). Contra la incontinència urbana. Reconsideració moral de l’arquitectura i la ciutat. Barcelona: Diputació de Barcelona, 2004
Borja, J (2003), La ciudad conquistada, Madrid, Alianza Ensayo
Borja J y Muxí Z(2000) El espacio público, ciudad y ciudadanía. Barcelona, 2000.
Lofland, L (1973), “A world of strangers. Order and action in urban public space, Prospect Heights (USA), Waveland Press
Sennett, R. (1972), The fall of public man, Norton Home. Traducción al castellano en Peninsula, 1978.