
Los trabajadores menores de 30 años y mayores de 50 son los que más han padecido las consecuencias de la precarización de la economía española a lo largo del periodo de los últimos diez años, según se extrae de los datos de afiliaciones al Régimen General de la Seguridad Social correspondientes al último mes registrado, esto es, diciembre de 2014.
Estas conclusiones se extraen también a partir de un informe de consultoría económica en el que se comparan los contratos registrados de los trabajadores en alta a la Seguridad Social -entre diciembre de 2005 y diciembre de 2014 por tramos de edades- y donde se toma como indicador de estabilidad y proyección laboral las estadísticas de contratos indefinidos y a jornada completa.
Así, mientras en diciembre de 2005 un 24,9% del total de los contratos registrados a trabajadores de entre 20 y 24 años estaba formalizado con carácter indefinido y a jornada completa, diez años después, en diciembre de 2014, la cuota correspondiente al registro de dichos contratos y en dicho tramo de edad descendió hasta el 13,8%, recortándose en algo más de once puntos porcentuales tal y como se puede observar en la gráfica inicial.
De la misma forma, el porcentaje que los contratos indefinidos y a jornada completa representaba en el grupo de los trabajadores de entre 25 y 29 años (40,8%), descendió en siete puntos porcentuales en el periodo 2005-2014, hasta el 33,8%. Pero no solo en los tramos de menor edad pudo observarse un aumento de la precariedad, porque el estudio de consultoría económica también indica que entre los 60 y los 64 años se produjo el segundo mayor recorte de la cuota de este tipo de contratos, un 9,9% (del 52,3% al 42,4%).
Cabe concluir, por tanto, que han sido los trabajadores de entre 30 y 50 años quienes menos se han visto afectados por la gran inestabilidad económica de España en los últimos años y que, en consecuencia, no sólo han sido los jóvenes, sino también todos aquéllos emplazados en las etapas finales de su vida laboral, quienes han soportado los peores estragos de una crisis que, silenciosa y subrepticiamente, continúa extendiéndose por entre las venas del mercado laboral.