
¿Por qué poder originario y no sólo poder?
Es necesario separar el poder originario, natural o innato, del “PODER” como ejercicio de la imposición, sumisión de unos sobre otros. Cuando me refiero al poder originario es relativo a las capacidades y cualidades que tienen los sistemas vivos, los mismos que son diferentes y diversos dependiendo de su estructura y organización biológica. Los humanos, somos seres particulares, diversos, con variadísimas capacidades, gustos, apegos, aptitudes, actitudes, y pasiones, que modelan el saber cómo conocimiento, el saber cómo hacer, el saber sentir, el saber cómo decir, que tiene cada persona como una cualidad innata de su ser. Unos tienen más habilidades para realizar unas cosas o entender otras; a unos les gusta unas cosas y a otros les disgusta, unos aman unas situaciones o cosas y odian y desprecian otras, así se modelan las habilidades que nos hacen diferentes unos a otros, pero esos conocimientos, habilidades, prácticas, gustos, odios, pasiones, descontentos corresponden al “PODER” en la forma más elemental y natural que tiene cada ser humano.

Este poder, si bien se podría decir que está presente en todas las personas, sin embargo no es igual para todos, existe diferencias debido a variadísimas condiciones biológicas y socioculturales, unos dos ejemplos de diferencias biológicas;
1) Según, Howard Gardner (1999), los humanos tenemos varias inteligencias que les denomina “Inteligencias múltiples” relacionadas directamente con las estructuras de la mente, considera que la inteligencia es la ‘capacidad de resolver problemas, o de crear productos, que sean valiosos en uno o más ambientes culturales’, en las que expresan su inclinación particular hacia contenidos particulares… y precisa que ‘los seres humanos han evolucionado para mostrar distintas inteligencias y no para recurrir de diversas maneras a una sola inteligencia flexible’.
2) Pero no solo son necesarias unas estructuras mentales, sino también del resto de la biología, como las capacidades musculares, óseas, articulares, cardiopulmonares, renales, endocrinas, hepáticas, digestivas, etc., que posibilitarían la presencia de esas capacidades múltiples que tenemos los humanos.

Considerando las células musculares están dentro de las estructuras responsables de generar el movimiento del cuerpo, pero además están relacionadas con la contracción y relajación de los vasos sanguíneos y de otros órganos. Unos funcionan involuntariamente como los músculos lisos y el cardiaco, y otros son voluntarios como los músculos esqueléticos, que movilizan al cuerpo, bajo el control del sistema nervioso central. Además existen diferentes fibras musculares que se han clasificado en tipo 1-son lentas, rojas- , tipo 1a –son rápidas, blancas- , y tipo 2b –son rápidas, glucolíticas, las dos primeras son aeróbicas y la tercera es anaeróbica, el predominio de unas fibras u otras, en los músculos esqueléticos de las personas, marcan las diferencias en ellas, manifiestas en su velocidad, agilidad, resistencia, pudiendo desempeñar y desarrollar de mejor manera ciertos deportes o actividades.
Estas características individuales, que pueden compartir en más o menos un número indiferente de personas, y que sea dicho, está inscrito en los genes y es transmitido por este medio, y que variara dependiendo del juego cromosómico que se da al momento de la fecundación, se manifestaran en más o menos medida dependiendo del medio en donde se desenvuelve la persona. Un genio parecido a un Einstein, podría expresar esa cualidad si vive en similares o mejores condiciones de Einstein, caso contrario pasará a lo mejor inadvertido.
Este poder originario, innato con el que nace una persona, es un potencial, no es nada evidente, el recién nacido como cualquier recién nacido, está allí indefenso, requiere de los cuidados y protección de sus cuidadores, y desarrollara sus capacidades dependiendo de las condiciones ambientales, sociales y económicas. Desde los pueblos antiguos hasta nuestros días, esas capacidades innatas, dejan de ser una potencialidad y pasan a ser reales, cuando la persona las ejecuta y le son reconocidas esas capacidades por los demás, por la comunidad, por la familia.
Las potencialidades humanas con las que se nace, como estructuras mentales o capacidades diversas biológicas, requieren de un medio para desarrollarse y manifestarse; por un lado, ese medio es la naturaleza como el laboratorio original, y por otro los espacios que en cada sociedad existen para ese efecto. Al principio, es en ese laboratorio –la tierra- en el que la humanidad se crea, recrea, inventa, realiza las actividades que le permiten producir bienes y su propia biología, le proveen el espacio del ejercicio de la libertad en la medida de no responder a exigencias con otros intereses personales o comunitarios para la apropiación de ese esfuerzo. Hombres y mujeres, niños, ancianos, reconocen para sí y en los demás, unos roles a cumplir, y la comunidad espera lo hagan, como complementarios, y por lo tanto necesarios e importantes para la existencia familiar y comunitaria. Uno de ellos, necesario de visibilizar es la capacidad de reproducción biológica de las mujeres, quienes por cuestiones fisiológicas del embarazo y parto están sujetas a altos riesgos de muerte; y, ellas mismas por las situaciones biológicas asumen el cuidado y protección directa del recién nacido, muy necesario para la sobrevivencia del hijo, cumpliendo una función de extremo cuidado y de satisfacción básica para la existencia de la comunidad, como es el de proporcionar nuevos seres humanos. Por ello, que desde ese inicio los roles de mujeres y hombres, que está relacionado con lo que se conoce como ‘la primera gran división sexual del trabajo’ (Lerder, G. 1990) fue desarrollado como reconocimiento de las capacidades diferenciadas entre los sexos, sin mediar ningún otro criterio de posicionamiento de mayor o menor importancia o categoría, cada quien participa dotando a la familia y a la comunidad con la ejecución de sus capacidades dirigidas básicamente a la satisfacción de las necesidades básicas de alimentación, protección, cuidado, vestuario, y reproducción biológica, responsabilizadas y aceptadas por cada sexo de manera diferenciada, sin imposición, sino como acuerdos y acciones complementarias.
Por lo tanto, las capacidades potenciales con las que nace y se desarrolla una persona, se vuelven reales, válidas en la medida que el conjunto social en donde vive la persona le reconoce como provechosas, como útiles, cuando tienen ‘sentido práctico’ (Bourdieu, P. 2007), o cuando tienen valor de uso (Marx. C. (1981), y que sirvan para satisfacer necesidades inmediatas o mediatas, si no es así, son capacidades que la persona tiene y nada más. Esto significa, lo necesario e importante del reconocimiento por parte de la sociedad acerca de esas capacidades, para que ellas –potencialidades y capacidades personales- tengan valides; caso contrario, si no es reconocido por los demás de que esas capacidades son importantes, es casi como no tenerlas. De allí, que no solo es necesario tener unas capacidades, sino también, ser reconocidos por los demás de la utilidad y valides para satisfacer necesidades.

Las capacidades humanas reconocidas socialmente, sirven en la hora actual para desenvolvernos en el mundo productivo; son esas capacidades las que se venden o se compran como fuerza laboral. Para ello, hay instituciones dedicadas a la formación de recursos humanos, quienes tratan de satisfacer esas exigencias sociales, extendiendo un certificado que avala la capacidad para desempeñar determinadas tareas en un área o áreas laborales, y también son parte de los porqués nos reconocen socialmente y nos permiten ocupar determinados espacios sociales.
Si bien desde el inicio de la humanidad hasta el momento actual son necesarias la demostración de las capacidades y del reconocimiento social de que somos capaces de realizar determinados o determinada acción o profesión, colocándonos como personas capaces de satisfacer necesidades, sin embargo ‘ESTE PODER’, ha sido retirado como ‘PODER SOBERANO’ que cada persona posee, y ha sido reubicado en otros espacios bajo la categoría de capacidades, o destrezas, que las personas debemos tener y haber desarrollado como experiencia previa para ser ubicados en un sitio de trabajo específico. Con esta postura, se ha retirado del espacio social el valor real, trascendente, constructor de historias, creador de realidades, que modifican el mundo; que cumplen sueños, que es la tierra fértil de la innovación, de la producción del presente y del futuro que tenemos las personas. Este poder soberano originario, innato de los humanos, es obscurecido, es tapado, es colocado en niveles menos protagónicos, y en su lugar es resaltado otros poderes secundarios, que han sido forjados en el transcurso de la maduración social, como el Poder religioso, el Poder Estatal, el Poder político, el Poder jurídico, y otros más ligados con la economía, entre ellos los de la banca, la industria y el comercio, para citar unos pocos, y que corresponden a los poderes dominantes, a los cuales la humanidad se encuentra abocada a seguir sus huellas y a querer estar en ella disfrutando de sus bondades.
En la ejecutoria del poder originario, el ser humano ejercita la libertad y el libre albedrío. Porque es libre para pensar, sentir, decir, querer, hacer, odiar, amar, etc., y cuando plasma en acciones esos deseos, esos quereres, esos pensares, el poder humano de la creación se hace presente en su máxima expresión. Deberá tener siempre presente, la ética y la moral, como los límites del ejercicio del libre albedrío, con el propósito de no causar la menor molestia a los demás, llámense humanos, animales o la naturaleza.
De allí que este poder es constituido y es constituyente*. Es constituido por las capacidades que cada persona está dotada a través de su estructura y organización biológica, psicológica y del entorno natural-social que faculta su desarrollo. Pero es constituyente porque cada persona posee una fuerza creadora, con una potestad que le impulsa a la innovación, a proponer alternativas, a vislumbrar formas diferentes de explicar y accionar, a hacerse cada día como ser, a encontrarse con el mismo, por eso que ese poder humano es indivisible, intransferible, e inalienable, y es originario de cada uno, utiliza para ello sus capacidades constituidas en el ejercicio de la práctica, en donde pudo especializarse en ciertas actividades y potencialidades, sin prescindir de las otras que puede utilizarlas en la medida de las necesidades, para nuevamente mostrar las formas constituidas.
Con estas capacidades –de constituido y constituyente- plantea nuevas realidades, es ingenioso y osado. Se mueve al ritmo de la incertidumbre. No es predecible, porque no es estático, todo lo contrario está en constante cambio y transformación. Es la ‘voluntad’ que cada persona tiene para transformar, para innovar, para crear, finalmente para ser quien es. Es a esa voluntad como la fuerza interna con ese poder de cambio y transformación, creativa, innovadora, impredecible, la que ha sido atacada para obscurecerla, dejando su accionar en limites bien controlados, vigilados, normados, para que las personas sientan como que no han sido tocados, pero son sutilmente manipulados al extremo que las personas creemos que son nuestras decisiones sin imposición, sin manejo de nadie ni por nadie, las que aplicamos. Estamos completamente anestesiados.
Por las cualidades, antes indicadas, el sistema social encuentra la razón de anestesiarle, de colocarle una venda, de no darle alas para que pueda volar, le permiten un accionar sobre limites muy rigurosos de control y vigilancia, para impedir propuestas alternas ante los problemas que se presentan en la vida diaria de la humanidad, y obstaculizar al máximo las formas nuevas de relaciones sociales, y de propuestas de una nueva sociedad. Este poder constituyente que posee cada persona, no se queda únicamente, en la demostración de las capacidades y destrezas para realizar determinadas acciones, sino que encierra la posibilidad de construir una nueva sociedad, al tiempo que en el día a día, da paso a formas ingeniosas de relacionamientos sociales y de resistencia a lo existente.
Sin embargo, debemos reflexionar reconociendo que el sistema capitalista tiene como objetivo supremo la acumulación del capital, mientras más es mejor, sin el menor remordimiento, no le importa el daño que pueda causar, el objetivo está en la mesa, conjuntamente con los dispositivos a ser aplicados. Al empresario, al industrial, al accionista, al administrador no le debe temblar la mano al momento de aplicar esos dispositivos que le permitirán esa acumulación capitalista. Por ello, el trabajo de varios intelectuales, se ha enfilado a hacer una realidad para que el sistema capitalista sea una propuesta civilizatoria global, con personas dóciles, sumisas, que repudian el pensar, que gustan del silencio; listas para obedecer, desarrollando el temor y el miedo como caldo de cultivo para los nuevos espacios del mercado, para que el ciudadano consuma las soluciones que el sistema propone sin anteponer reflexión alguna. Tenga fe ciega a los productos que le ofrece el mercado, como parte de los satisfactores y/o de soluciones a los problemas de la vida cotidiana.
Unos datos indican que el cinco por ciento de la gente piensa, el diez por ciento de la gente piensa que ellos piensan, y el otro ochenta y cinco por ciento preferirían morir antes que pensar (Negrín. F. 2015). Pero esto no es novedad, José Ortega y Gasset (1996), en su libro ‘La Rebelión de las Masas’, por el año 1926, indica que nos encontramos con el hombre-masa, estereotipado como la persona arrogante, carente de experiencia, inepto y omnipotente, el cual no hace esfuerzos para ser mejor, da por hecho y sabido lo que se dice porque así ha de ser, y no se esfuerza por comprobar, acepta con facilidad todo lo que le dicen o le sugieren. Después de casi una centuria de sus ideas expuestas en sus escritos, vemos en nuestras sociedades replicarse aquello con gran similitud. Creemos lo que el marketing nos dice, creemos ciegamente en las explicaciones que nos brinda, nos negamos a aceptar otras explicaciones, se han incrustado organizando nuestra mente y nuestro cuerpo (Bourdieu, 2003), han colonizado nuestros saberes para que disciplinadamente apliquemos sus cánones de vida en todas las áreas posibles, desde formatos de belleza, modelos de cuerpo y de salud, así como formatos civilizatorios. Con todo esto, nos han vuelvo esclavos voluntarios, esto es aceptamos todo lo dicho por los fabricantes de ilusiones, de mentiras, de estilos y modos de vida, que utilizan nuestros miedos y temores, que ellos mismos han construido, y ahora se vuelcan a vaciar nuestros bolsillos con las soluciones que muy poco o en nada sirven. Todos los momentos de la vida han sido considerados en la planificación por el sistema para ser invadidos, no dejan ningún espacio para respirar libremente, todos están copados para alcanzar el objetivo fundamental de tener esclavos a tiempo completo, decididos a consumir y con pereza mental.
Para su credibilidad nos han puesto ante nosotros la tecnología, de muy diversa utilidad, si bien ayuda a resolver muchas actividades y alivian el esfuerzo físico y mental, y en otros hacen posible la realización de productos que no serían posible con el concurso único de las personas, también han servido para reducir nuestra capacidad de pensar, acrecentado nuestra ignorancia (Negrín. F. 2015). Para este fin, bien vale colocar lo que Anthony Giddens (1994), indica con la creación de las señales simbólicas y de los sistemas expertos, como respuestas ante el riesgo y el peligro, que pasan a formar parte del comportamiento humano en la sociedad moderna, con el desarrollo de la fiabilidad, ‘como confianza en una persona o sistema, o en una institución, acerca de lo bueno, benéfico, o útil de lo que está ofreciendo, la misma requiere de cierta fe y confianza en la probidad de otra persona o del conocimiento técnico’. Con ello, se corta la posibilidad de pensar, de analizar los riesgos y peligros, lo benéfico o no de lo que nos ofrecen, nos guiamos por marcas, por pautas de comportamiento, por lenguajes, por mecanismos de evasión o confrontación, por normas preestablecidas a tener presente en los momentos que se requiera, colocando siempre la fe por lo dicho acerca de las cualidades del bien, servicio o producto. Ha sido exitosa la programación para creer, en lugar de pensar, analizar, preguntar y explorar. Nos volvemos cada vez más ‘obedientes, universalmente ignorantes, distraídos, esclavos, temerosos, respondiendo a lo que los dueños del mundo quieren. La luz de destellos del conocimiento va muriendo, y nos hundimos en la oscuridad de la ignorancia’ (Negrín. F. 2015).
Brient Jean-Francois (2007), con mucha claridad precisa unos caracteres que adornan a la servidumbre moderna, indicando que es una forma de esclavitud voluntaria, en la que los humanos permitimos, buscamos, nos sujetamos, y necesitamos de esa forma para sentirnos bien, hasta creemos estar en niveles de reconocimiento social. Y dice: ‘… la muchedumbre de esclavos, compran las mercancías que los esclavizan cada vez más. Ellos mismos procuran un trabajo cada vez más alienante que se les otorga si demuestran estar suficientemente amansados. Ellos mismos eligen los amos a quienes deberán servir. Para que esta tragedia absurda pueda tener lugar, ha sido necesario despojar a esa clase de la conciencia de su explotación y de su alienación… estamos hoy en día frente a una clase totalmente esclavizada, solo que no lo sabe o más bien, no lo quiere saber… Aceptan sin discutir la vida lamentable que se planeó para ellos. La renuncia y la resignación son la fuente de su desgracia’, en esta forma de vida moderna, contemporánea, vivimos tras una estela de humo que oculta las intenciones de quienes han organizado y estructurado una realidad que nos presentan como inmutable, como que ha si debe ser, imposible de variar, como sacralizadas. Invaden en cada instante nuestra mente y estructuran nuestro cuerpo para tener necesidades a ser satisfechas con los productos que ellos nos ofrecen como soluciones, como buen gusto, como saludables, como posición social, que a su vez se modifican en cada instante, esgrimidos por los mensajes publicitarios, adornados con ideas de felicidad, de satisfacción material y espiritual; de soluciones inmediatas, a los diversos problemas de la vida diaria; en fin la persona no requiere de esfuerzos, de tiempo, ni de experiencia, sólo requiere conocer la mercancía que le ofrecen para sus diversas necesidades. Con ello se supone, que los humanos, alcanzamos la felicidad, la tranquilidad, la paz, la armonía; pero al final, lo único que se logra es llenar la bodega de productos la mayoría de las veces inservibles, sin una gota de felicidad y con cuentas que pagar.
En este espacio social, todo ciudadano capaz de utilizar su poder originario en plena libertad, apoyándose en el conocimiento crítico es considerado peligroso para los intereses de la sociedad del consumo, porque está dispuesto a desenmascarar la mentira, y a presentar otras soluciones que menoscaban la naturaleza de la acumulación.
El momento ha llegado, y no podemos esperar más, es nuestra obligación como humanos deseosos de una sociedad en donde prime la libertad, la igualdad y la fraternidad, de creer y creernos capaces de plantear pensamientos, acciones, estrategias, políticas en donde el bien general sea un denominador común, dejando de lado de una vez por todas el interés personal, utilitario, que ha sido desarrollado como un formato civilizatorio para el sojuzgamiento, para la imposición de unos sobre otros. La mejor solidaridad humana se encuentra en ese darse y entregarse al bien colectivo sin esperar recompensa, mostrando el mundo tal como es, y no bajo la lupa de otros intereses.
* Los términos de constituido y constituyente, son tomados de Antoni Negri, que en su obra El Poder Constituyente lo desarrolla desde la ciencia jurídica, y son utilizados como analogías para explicar el poder que una persona tiene con esas capacidades de estructurar y de mostrar como algo elaborado, como evidente.
Referencias Bibliográficas.
Bordieu, P. (2007). El Sentido Práctico. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires – Argentina.
Bordieu, P. (2003). La Distinción: Criterio y bases sociales del gusto. Ed. Taurus. Santafé de Bogotá – Colombia.
Brient. J. (2007) De la servidumbre moderna. Disponible en: http://www.delaservitudemoderne.org/texto.html
Gardner, H. (1999). Las Inteligencias Múltiples. Ed. Fondo de Cultura Económica. Santafé de Bogotá – Colombia.
Marx. C. (1981). El Capital: Critica de la economía política. Ed. Fondo de Cultura Económica. Santafé de Bogotá – Colombia.
Negrín. F. (2015). La cultura de la ignorancia. Disponible en: https://periodismo-alternativo.com/2015/10/20/la-cultura-de-la-ignorancia/
Ortega y Gasset, J. (1996). La Rebelión de las Masas. Ed. Andrés Bello. Santiago de Chile.
Lerder, G. (1990). La Creación del Patriarcado. Ed. Crítica. Barcelona-España. Disponible en: http://www.antimilitaristas.org/IMG/pdf/la_creacion_del_patriarcado_-_gerda_lerner-2.pdf